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El Galeón San José encierra la historia de un continente

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El Galeón San José encierra la historia de un continente

Cada vez que se descubre un pecio sumergido en el fondo del océano, una mayoría de voces plantea la misma cansina pregunta: ¿dónde está el tesoro?

El reciente descubrimiento del pecio del galeón San José en aguas de Colombia es el último ejemplo: en la prensa internacional se han vertido ríos de tinta para debatir quién se quedará con su fabuloso botín.

En realidad, este imaginario de la búsqueda del tesoro oculta la destrucción programada de nuestro patrimonio cultural subacuático común. El mar se ha convertido en terreno de juego de intereses comerciales que destruyen trozos enteros de la historia de la humanidad, sin consideración científica ni arqueológica alguna.

Restos encontrados en el hallazgo del Galeón San José
Restos encontrados en el hallazgo del Galeón San José

En los últimos 30 años se han saqueado ilegalmente miles de pecios. Otros miles más se han destruido de manera brutal e inmoral, aunque con toda legalidad, en aras de una explotación desenfrenada permitida por autoridades complacientes. En ocasiones, su contenido, hundido y protegido por el mar desde cientos de años atrás, se dispersa en pocas horas, causando pérdidas inestimables para nuestra comprensión de las culturas y de los pueblos.

La fragata española Nuestra Señora de Las Mercedes, hundida en el golfo de Cádiz en 1804, fue literalmente saqueada para extraer de ella 17 toneladas de objetos valiosos. Con un esfuerzo inmenso y la asistencia de la Unesco, Panamá está tratando de detener la espectacular degradación de uno de sus pecios, otro galeón también llamado San José, víctima de explotación comercial.

En momentos en que se busca una manera más duradera de gestionar los recursos de nuestro planeta, esta manera de dilapidar la historia de los pueblos tiene algo de asombroso. A todos nos chocaría que nos presentaran a saqueadores de tumbas egipcias como valientes exploradores dispuestos a decapitar las estatuas para venderlas en pedazos… ¿por qué entonces tanta complacencia con los cazadores de pecios?

Es preciso poner término a esta hemorragia cultural en el fondo del océano. Y ello empieza por cambiar las mentalidades sobre la naturaleza de este patrimonio: no, los galeones que yacen en el fondo de los mares, vengan de España o de donde vengan, no son “tesoros” a la espera de exploradores ávidos de sensaciones fuertes. Son testigos de nuestra historia común y portan en sí un testimonio de la vida y el comercio de los pueblos a lo largo de los tiempos.

Además, algunos sitios sumergidos nos brindan informaciones que ya no existen en la superficie terrestre: los únicos arcos ingleses que se han encontrado nunca (famosos por la leyenda de Robin Hood) se hallaron en el pecio de la nao Mary Rose, el único barco de guerra del siglo XVI rescatado del mar. Otros dan cuenta de hechos históricos, como el naufragio del Titanic o la derrota de las tropas de Kublai Kan en aguas del Japón. En suma, si se protege y valora de manera responsable, el patrimonio subacuático tiene un potencial inmenso de diálogo intercultural y puede ser un vector de desarrollo y turismo.

El Galeón San José recién descubierto en Colombia encierra en sus calas la historia de todo un continente. El testimonio del sufrimiento de los pueblos de las Américas en aquella época representa mucho más que su peso en oro; merece nuestro respeto y nuestra protección y su lugar no puede ser otro que un museo.

Existen soluciones, tan solo debemos garantizar que estos descubrimientos se hagan en interés de la humanidad y no de unos pocos que buscan beneficios rápidos. La Convención Internacional de la Unesco para la protección del patrimonio subacuático define principios claros y es una plataforma de cooperación considerable: 53 Estados, entre ellos España y 18 países de América Latina, ya la han ratificado.

Es preciso que la ratifiquen más países, para acelerar el intercambio de prácticas idóneas, reforzar las capacidades de los Estados y crear empleos en investigación, en turismo, en conservación.

En momentos en que la comunidad internacional está comprometida contra el pillaje de bienes culturales en Irak y en Siria, que se venden para financiar el terrorismo, no podemos tolerar que el patrimonio subacuático quede a merced del mejor postor. El patrimonio subacuático es nuestro patrimonio común por excelencia, testigo de las interacciones entre culturas y de los viajes de los exploradores. Todos los ciudadanos pueden apropiarse de su significado y alertar a sus responsables políticos sobre la necesidad de protegerlo.

IRINA BOKOVA
Directora General de la Unesco

España no permitirá que se comercialicen bienes del Galeón San José

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Lassalle: «España no permitirá que se comercialicen bienes procedentes del galeón San José»

El secretario de Estado de Cultura anuncia que se ha ofrecido a Juan Manuel Santos cooperación científica para el proyecto de investigación y la salvaguarda de los bienes del Galeón San José hallado en Cartagena.

Acaba de regresar de Cuba, donde le sorprendió el polémico anuncio del hallazgo del Galeón San José en Colombia. Una semana después, se muestra optimista sobre la capacidad de España y de la comunidad científica para hacer entrar en razón a las autoridades colombianas con el fin de que el patrimonio del galeón hundido en Cartagena en 1708 sea valorado y preservado como lo que es, cultura e historia y no puro oro.

«Hay que seguir manteniendo la presión porque es evidente que hay buena disposición en el gobierno colombiano».

Asegura José María Lassalle que ya se ha enviado una propuesta de cooperación científica para investigar el pecio y que el Gobierno de Colombia está reflexionando porque se juega mucho de su buena imagen internacional en lograr que la historia termine bien y no en otro cuento de subastas y especulación propio de cazatesoros. Marca las líneas rojas en una comercialización que califica de tráfico ilícito. Político y corredor de fondo, nos recibe en su despacho de la Secretaría de Estado de Cultura, en el sprint final de la campaña electoral de resultado incierto. Los balances y los proyectos orbitan de manera extraña sobre esta inminencia de cambios.

«COLOMBIA NO HA CALCULADO BIEN LAS IMPLICACIONES DE ESTE ASUNTO PARA ESPAÑA NI LOS PROBLEMAS CON LA COMUNIDAD CIENTÍFICA»

—¿No se veía esta buena disposición en Colombia al principio?

—Es palpable sobre todo en la Cancillería. Hay que trabajar esa voluntad de colaboración. Creo que no calcularon bien las implicaciones que un paso como ese supondrían para España ni los problemas que le va a generar entre la comunidad científica.

—¿Qué problemas concretos?

—No es tanto el problema de la titularidad, que también, porque España no va a renunciar a sus derechos sobre un buque de Estado, sino sobre todo las consecuencias que la propia imagen de Colombia puede tener en un ámbito como el tráfico ilegal de obras. Es un país muy dañado por ese tráfico. Hace poco les devolvimos casi 700 piezas de gran valor. Puede que la comunidad científica de allí, que se opuso públicamente a la ley de 2013, avive el debate y que le resulte incómodo a un país que busca proyectar una imagen seria.

«España no va a renunciar a sus derechos sobre un buque de Estado»

—Pero la ley que permite la comercialización se ha aprobado. ¿Qué se puede hacer?

—Hubo fuerte debate político e intelectual y puede reformarse.

—¿Tiene esperanzas reales de que se reforme a tiempo de salvar el San José?

—No deberíamos entrar en ese punto, porque eso es competencia del gobierno colombiano, pero sí sabemos que puede modularse la ley en su aplicación. Debe primar el interés de Colombia por mantener su buena relación con España y la seguridad de que el desarrollo de un proyecto de investigación vinculado al San José requeriría cooperación en el que España sería una parte necesaria.

—¿Y si Santos ya tiene obligaciones contractuales con los cazatesoros?

—Los pasos de moderación de su planteamiento ponen de manifiesto que primará la sensatez. Aun no habiendo suscrito el convenio Unesco se observarán los protocolos y la preservación del pecio, para que las intervenciones no dañen al patrimonio cultural subacuático (PCS) ni su interés cultural.

—¿La comercialización es línea roja?

—La comercialización es lo que dio pie a la victoria legal que tuvimos con Odyssey. España no va a permitir que se comercialicen bienes procedentes del Galeón San José.

—Es posible que el San José marque un futuro para otros galeones. Aunque en el terreno judicial España ha mostrado resolución está pendiente pasar a la acción en el terreno arqueológico, excavar un galéón. ¿Es el Gobierno consciente de esta realidad?

—España ya tiene iniciativas de cooperación con Panamá, Cuba y México en patrimonio subacuático. En Cuba hemos hablado durante mi reciente visita sobre los pecios de la flota de Cervera, en Santiago de Cuba. Ese proyecto va a seguir adelante. Para España tiene un significado especial no solo por lo que tiene de cercano en el tiempo sino porque fue una gesta heroica de nuestra Armada. Sobre la base de esos proyectos en los que ejercemos un liderazgo internacional por la experiencia acumulada, Colombia tendría una oportunidad de primer nivel para incorporarse a la primera liga en el reconocimiento internacional de la protección del patrimonio subacuático.

«El proyecto debe estar basado en la preservación. Las universidades españolas estarán encantadas de participar»

—¿Se ha hecho algún ofrecimiento concreto a Colombia?

—Hay una oferta en firme para participar en el diseño del proyecto del San José, basado en la preservación «in situ» del pecio, con el fin de que si se tiene que hacer cualquier tipo de intervención, se vincule a un centro de interpretación y salvaguarde el carácter público del patrimonio. El Arqua y las universidades españolas estarían encantadas de participar en un proyecto así.

—Hay que poner el foco en la historia y no en el oro

—El oro es parte de los bienes culturales, no un recurso natural extraíble como mineral. Son bienes en el marco de las convenciones de tráfico ilegal de obras de arte. Cualquier intento de comercialización sería objeto de una actuación judicial de España ante los tribunales internacionales. Además hablamos de un cementerio militar español. No solo son 600 caídos españoles de la península, sino cartageneros y limeños que formaban parte de las tripulaciones. Españoles de América. En un país con el concepto patriótico tan marcado como Colombia debería tenerse en consideración. Consideran patriota colombiano a Blas de Lezo. A él le gustaría sentir que los caídos del otro lado tienen el mismo respeto que él tiene en la consideración de los colombianos.

«El galeón es un patrimonio internacional, no solo español, un bien de la humanidad»

—El patrocinio presidencial de Santos a la ley ha tenido mucho peso en los últimos años, incluso en el debate interno sobre este tema en Colombia.

—Colombia es una democracia, una sociedad que garantiza la separación de poderes y reconoce a la sociedad civil su propio protagonismo. De ahí el debate cuando se promulgó la ley. A mí me corresponde actuar en defensa de la titularidad de derechos y sobre todo la preservación del PCS, un patrimonio no solo español, sino internacional. Un bien de la humanidad.

—¿En la época en la que se gestaba la ley en Colombia se actuó de algún modo?

—Se expresó nuestra preocupación y yo personalmente tuve en Cartagena de Indias una reunión con la ministra de Cultura, Mariana Garcés. Le expresé la preocupación por el alto número de los pecios españoles que existen en el Caribe. Le explique la legislación española, la actuación judicial de España en el caso de Odyssey y cuál iba a ser la actitud de España si Colombia actuaba aplicando esa ley sobre un pecio español. Todo dentro de un clima de buen entendimiento. ¡Es que entre Colombia y España no puede haber una mala relación!

—¿Qué encontraremos españoles y colombianos en el PCS ?

—Precisamente un punto de encuentro de la memoria compartida de lo que fue el flujo que marcaba la identidad de la Monarquía Hispánica. Un proyecto de cooperación que contribuiría a construir una identidad arqueológicamente identificable, a través del depósito submarino de lo que representaba el ir y venir permanente. Todos nos lo agradecerían, no solo la comunidad científica, sino también el conjunto de la comunidad política iberoamericana.

«La misma cooperación que realizamos con iglesias y palacios se puede plantear con los pecios de la era colonial»

—¿Y cuál es el modelo que España puede ofrecer a Iberoamérica sobre el PCS?

—España tiene muy claro que el PCS es arqueológicamente un escenario de protección de primer nivel. Hemos desarrollado desde los años ochenta infinitud de proyectos en el campo del patrimonio histórico material, en tierra, con Iberoamérica, tratando de restaurar la memoria material de la España virreinal: infinidad de iglesias, monasterios y palacios han sido restaurados gracias a la cooperación internacional española. Lo mismo debería producirse en el PCS. España no tiene interés en llevarse de allí el patrimonio, no lo ha tenido con las iglesias y palacio ni con sus bienes, no queremos enriquecernos singularmente sino incrementar el acervo cultural común que compartimos. Lo hemos hecho en el ámbito patrimonial y universitario. Deberíamos hacerlo en el de la preservación del PCS.

—¿Habrá que tranquilizar a quienes creen que España está buscando traer aquí el oro?

—¡Que no nos ciegue el resplandor de los lingotes de oro! Preservemos la belleza histórica asociada a la arqueología del PCS, que tiene interés general. Igual que iglesias y monasterios no han sido objeto de especulación inmobiliaria, ni en términos de explotación comercial pura, esto merece tanto respeto como lo otro, aunque se trate de oro y plata acuñados en forma de monedas o lingotes. Su valor es cultural y numismático.

«Los cazatesoros son unos sinvergüenzas dedicados a la especulación que comercian con obras de arte que merecen ser salvadas en su titularidad pública»

—¿La narrativa de los cazatesoros nos lleva ventaja?

—Es una visión muy norteamericana. No podemos dejarnos arrastrar por la visión de que los cazatesoros son aventureros románticos. Respetamos la figura de Indiana Jones en la historia de la cinematografía, pero los cazatesoros son unos sinvergüenzas dedicados a la especulación y comercialización con obras de arte que merecen ser salvadas en todo momento en su titularidad pública. Si se salva la titularidad pública, para España sería una cuestión menor la propiedad.

—¿Cuánto tiempo esperará el Gobierno la señal de un cambio en el asunto del San José antes de tomar una decisión?

—El hecho de que no se haya acelerado el proceso y no haya movimientos en superficie que denoten que se lleva a cabo una actuación sobre el pecio pone en evidencia que Colombia está reflexionando de momento y que está calculando qué consecuencias puede tener el hecho de llevar a cabo una actuación lesiva para Unesco y para España.

—De los programas políticos de los partidos para las elecciones del domingo, solo el del PP hace una mención al PCS

—Eso es fruto del trabajo de los últimos años. Para nosotros es esencial. Lo que resulta sorprendente es que el PSOE, que tanto luchó por el PCS y al que hay que agradecer que pusiera en marcha, bajo mandato de César Antonio Molina, las acciones judiciales contra Odyssey Marine exploration, no haya encontrado un reconocimiento expreso en el programa.

«El desarrollo de una política para el Patrimonio Cultural Subacuático y los archivos es un doble desafío que tiene España hoy»

—¿El PCS tiene futuro en España? Aún no se ha excavado ni un galeón

—España tiene por delante un relato cada vez más importante en el desarrollo de una política cultural y de protección para el PCS y otra en el ámbito de nuestros archivos. Ambos están conectados directamente. No somos conscientes de que, probablemente, el nuestro es el país con los mejores archivos del mundo, con un nivel de preservación de nuestra memoria fundamental. En un mundo que se desmaterializa por el desarrollo de identidades digitales y por una interpretación virtual de la realidad, es fabuloso que seamos capaces de salvaguardar nuestra memoria a través de algo tan romántico como es el papel. Lo que representa el archivo como depósito de papel preservado lo podemos comprobar en el archivo de Simancas, el Corona de Aragón, el de Indias, el Histórico Nacional, el de Ultramar… Y además representa una oferta cultural para desarrollar como activo turístico, patrimonial y de investigación inacabable. Puede ponerse en relación con el mundo de los museos, las bibliotecas, con todo el ámbito expositivo de las artes plásticas.

José Maríía Lassalle, ayer en su despacho sobre bienes del Galeón San José
José Maríía Lassalle, ayer en su despacho sobre bienes del Galeón San José

—¿Qué no le ha dado tiempo a terminar en el cargo?

—El desarrollo de una red cultural de museos de titularidad estatal y gestión trasferida. Juntar el Prado con el de Bellas Artes de Sevilla y el de Málaga e integrarlos en una red que permita la circulación expositiva. La presencia del Estado en la gestión mejora las oportunidades de estos museos, y ya tenemos los primeros apoyos de los gobiernos de la Comunidad Valenciana, Andalucía y Castilla La-Mancha. La oferta turística se podría mejorar con el AVE. Ese diseño en red de nuestra oferta cultural con el liderazgo cooperativo del Estado, sería para mí el proyecto más importante, pero no lo hemos conseguido materializar en parte por las dificultades presupuestarias. Es hacer más España a través de la cultura y vertebrarla con las instituciones de cabecera del Estado

«Siempre pensé que la cultura merece un Ministerio. La Marca España está en la cultura, no el IBEX 35»

—Necesitaríamos volver a tener un Ministerio de cultura, ¿no?

—Siempre he considerado que la cultura española es merecedora de un ministerio. Creo que debería tenerlo solo por el hecho simbólico que guarda mantener ese nivel institucional. Pero las razones que han explicado el hecho de insertar la secretaría de Estado en el Ministerio de Educación en 1996 y 2011 son razonables, por las crisis económicas que había en ambos momentos. Eso sí, me parece necesario que España tenga un Ministerio con más capacidad de coordinación en la proyección exterior de nuestra cultura, con el fin de articular una imagen de marca. La Marca España no está en el IBEX 35 sino en la cultura. Con todo el cariño del mundo al Santander, BBVA o Telefónica, dentro de 200 años a lo mejor nadie se acuerda –ojalá que sí– de esas empresas. Pero de Miguel de Cervantes sí. Se le seguirá considerando el escritor más importante que ha aportado a la humanidad las luces de cómo interpretar la vida de manera optimista, ilusionada, esperanzada y caballerosa. La marca está en su cultura, no el IBEX.

Fuente: ABC de España.

El mapa del hundimiento del Galeón San José

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El escondido mapa que celebra hundimiento del Galeón San José

Se ha hablado hasta el bostezo total sobre el hundimiento del Galeón San José. Su importancia histórica, económica, política, patrimonial y literaria así lo amerita. De manera que es inevitable que sigamos escuchando historias no contadas, reacciones imprevistas y trasnochados intereses de todo tipo.

La trascendencia del galeón es antigua. Un mapa que plasma la magnitud del suceso histórico ocurrido en 1708 fue realizado por el cartógrafo inglés Samuel Harding.

El plano, publicado en 1740, está dedicado al Contralmirante Charles Wager, quien fue precisamente ascendido, por su Majestad Británica, al demostrar la vulnerabilidad naval de la alianza franco-española.

—El hundimiento fue un episodio de un acontecimiento bélico y un contexto geopolítico mayor: la ‘Guerra de Sucesión Española’ (1701-1714)—dice Sebastian Díaz Angel, vocero de Proyectos Digitales de la Biblioteca Nacional de Colombia—. Enfrentó a Austria, Holanda, Gran Bretaña y otros aliados de la casa Habsburgo; contra Francia y España, entonces ligadas por la dinastía Borbónica.

El ataque británico resultó ser un fracaso económico pues no se logró capturar el botín del Galeón, no obstante su hazaña debía inspirar nuevas “acciones heroicas” británicas.

Plano y descripción de la costa y Provincia de Cartagena de Yndias desde Sta. Marta hasta el Río del Senut y Ysla Tortuga puestos todos sus paraxes en sus verdaderas latds. y longds. segun el meridiano del Cuerbo / https://www.loc.gov/resource/g5292c.lh000284/?r=-0.171,-0.047,1.305,0.803,0

Samuel Harding no dudó en dedicarle a Wager su mapa de Cartagena así: This plan of the Harbour Town and Forts of Cartagena is most humbly inscribed to the Rt. Honble Sir Charles Wager (Este plano de la Ciudad, Puerto y Fuertes de Cartagena está dedicado humildemente al Reverente y Honorable Sir Charles Wager, Primer Lord Comisionado del Almirantazgo)—advierte Díaz Angel.

El mapamundi en cuestión se hizo cuando surgió otra nueva guerra entre España y Gran Bretaña, conocida como la Guerra del Asiento o la Guerra de la Oreja de Jenkins (1739-1748).

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Los galeones españoles conducían a Europa las riquezas minerales de los virreinatos de México y Perú. Estas naves fuertemente artilladas y escoltadas eran objetivo militar de británicos y holandeses, capturarlos, o en su defecto hundirlos, era una osadía naval atractiva, sobre todo en tiempos de guerra.

De las entrañas de las sierras y los montes americanos, indígenas y esclavos extraían gran cantidad de metales preciosos que se acuñaban en monedas o se fundían en lingotes que se transportaban a Europa en poderosos —pero lentos— navíos de guerra, vulnerables a un ataque sorpresa bien organizado y ejecutado.

—Solo había que escoger bien el lugar y el momento para emboscar, descargar los cañones, aguantar el fuego defensivo y capturar el botín—comenta Anthony Picón, también funcionario del equipo de proyectos digitales de la Biblioteca Nacional.
Otro mapa holandés llamado Teatro de la Guerra en América, de 1710, tiene una nota esclarecedora:

“Los Galeones suelen durar en Cartagena 60 días, luego de allí salen a Portobello, donde permanecen 40 días más, y regresan a Cartagena, donde permanecen poco tiempo, y de ahí parten a la Habana”.

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Con este tipo de información en mente, Charles Wager, de la Armada Británica, tentó su suerte y cerca de Barú emboscó a una flota española recién zarpada de Cartagena. Los españoles confiaban excesivamente en los refuerzos franceses.

El navío Expedition de Wager fue directo en busca del Galeón San José, abriéndose paso con sus 74 cañones hasta encontrarse a unos sesenta metros de distancia con intenciones claras de abordaje.

—Pero el galeón San José no logró ser capturado por los británicos—apunta Sebastián Díaz—, y ante el asombro de todos estalló inesperadamente, llevándose consigo cerca de 600 hombres, 64 cañones y un tesoro valorado hoy en 5.000 millones de dólares.

El galeón San Joaquín logró escapar gravemente averiado y retornar a Cartagena.

Epílogo con epopeya

Inspirado en Wager, el almirante y marino inglés Edward Vernon decidió tomarse a Cartagena en 1741 —un año después de la publicación del mapa de Samuel Harding—, uno de los desembarcos más importantes y dramáticos de la historia naval mundial.

Entonces se dirigía a Cartagena de Indias la mayor ofensiva militar naval inglesa jamás vista en aguas americanas, una operación anfibia no superada por la marina británica hasta el desembarco de Normandía en 1944.

Ciento ochenta y seis navíos: el ataque se constituía en 22 fragatas, 2 barcos hospital, 29 barcos de línea, 80 transportes de tropa, 50 barcos mercantes.

El resultado de la batalla lo conocemos todos. Baste decir que aquella auténtica epopeya fue ganada por Don Blas de Lezo Olavarrieta, 52 años, un mutilado de guerra —prácticamente inválido—, que comandó la defensa de la Heroica.

El 26 de abril de 1741 los británicos comenzaron su retirada con buques averiados, insuficientes tripulaciones para las embarcaciones, multitud de moribundos que acrecentaba el horror de las desmoralizadas tropas. Vernon volvió a Londres, su desastre se silenció.

Cartagena, como palabra y nombre, es sinónimo de historias, de bucaneros y batallas feroces, de piratas y corsarios.

Fuente: El Universal Cartagena.

Patrimonio del Galeón San José pertenece a Colombia

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Patrimonio del Galeón San José pertenece a Colombia

Ante la importancia de que el Estado colombiano adopte decisiones acertadas y oportunas respecto de las riquezas sumergidas con el Galeón San José, la Procuraduría General de la Nación reiteró los aspectos que debe tener en cuenta el Gobierno Nacional para la administración del patrimonio cultural sumergido.
Se trata de un pronunciamiento presentado ante la Corte Constitucional el 25 de febrero de 2014, cuando el alto tribunal estudiaba una demanda contra algunos apartes de la Ley 1675 de 2013 que establece las condiciones para proteger, visibilizar y recuperar este patrimonio.

El concepto señaló en su momento que el derecho de propiedad de los bienes hallados que sean producto de hundimientos, naufragios o echazones que hayan cumplido 100 años o más a partir de la ocurrencia del hecho, independientemente de que formen o no parte del patrimonio cultural sumergido, pertenece a la Nación.

Exploración Galeón San José

Considera este organismo de control que es obligatorio para el Estado y para quien ejecute las labores de exploración e intervención, levantar un archivo científica y técnicamente completo, integral y detallado de todo el hallazgo, tanto visual como escrito, y de los bienes y piezas extraídos, que deben ser entregados en su totalidad al Ministerio de Cultura, entidad que debe requerir el acompañamiento preventivo de los organismos de control en los procesos, labores y actividades de exploración e intervención sobre el patrimonio cultural subacuático.

Señaló asimismo el Ministerio Público que debe entregarse al Banco de la República una muestra representativa del material y bienes extraídos que no constituyan patrimonio cultural sumergido bajo el concepto de “repetición”, especialmente de materiales preciosos en su estado bruto y de bienes que hubieren tenido valor de cambio o fiscal, tales como lingotes, barras o monedas.

Exploración Galeón San José
Exploración Galeón San José

En concepto de la Procuraduría, antes de acudir al mercado para contratar las labores de exploración e intervención del patrimonio cultural sumergido, el Estado colombiano debe intentar asumirlas directamente haciendo los contratos interadministrativos pertinentes con las entidades públicas nacionales y del resto del mundo y, sólo si se llega a determinar que no le es posible realizar directamente dichas labores, sí puede acudir a su contratación, nacional o internacional.

Para la entidad, los bienes extraídos declarados “no patrimonio cultural subacuático” que le pertenezcan al Estado, deben enajenarse a personas y organismos públicos y privados nacionales e internacionales a partir de su valor histórico agregado y no sólo por el valor precioso intrínseco de los mismos. Lo que finalmente no se pueda disponer por esta vía, debe destinarse por la vía fiscal o comercial más eficiente posible.

Fuente: El Colombiano.

Se estuvo apunto de regalar Galeon San José

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El día en que Colombia estuvo a punto de regalar el Galeón San José

En 2001, intentó suscribir que tesoros en barcos hundidos como el caso del Galeón San José son del país cuya bandera los identifica.

Asomó su quilla frente a las costas de Barú, a solo 48 kilómetros de Cartagena, en línea recta, con el mar de por medio. Eran las 8 de la noche del 8 de junio de 1708. Están a punto de cumplirse 308 años. Parece que 8 es el número cabalístico de aquella tragedia.

De repente, el Galeón San José se vio rodeado por cuatro barcos ingleses. Le ordenaron que se detuviera. Pero los españoles habían divisado ya las primeras luces de la bahía de Cartagena y creyeron que tendrían tiempo de llegar a la ciudad amurallada. Por eso prefirieron templar velas, que es como se llama la aceleración entre los navegantes.

Representación Artística Galeón San José
Representación Artística Galeón San José

Al descubrir la maniobra, los ingleses le dispararan un cañonazo de advertencia. Bonita advertencia: cayó directamente en el depósito de pólvora, llamado polvorín o santabárbara, y el barco se despedazó. “Se abrió como un plátano”, dice, estremecido, Eugene Lyon, el respetado historiador naval de los Estados Unidos.

Los cangrejos

El resto de la historia se ha contado mil veces en estos días. Lo que no se ha contado es que el Gobierno de Colombia estuvo a punto de regalar el galeón. Los invito a que hagamos un viaje de 300 años en la máquina del tiempo. Aterrizaremos a finales del siglo veinte.

Estamos en 1988 (ahí van dos ochos más). Es la presidencia de Virgilio Barco. Empiezan a llegar reclamos de varias empresas internacionales que exigen rescatar y compartir la riqueza del San José. Una de ellas, llamada Sea Search Armada, asegura que ese derecho es suyo porque acaba de descubrir las coordenadas del lugar exacto donde está el naufragio.

La respuesta del Gobierno consistió en contratar al gringo Tommy Thompson, uno de los buscadores de tesoros más famosos del mundo, que sumergió sus equipos electrónicos en las aguas señaladas. Cuando volvió a tierra, donde lo esperaban ministros y marineros con el credo en la boca, Thompson los miró con calma, se tomó su tiempo y, por fin, exclamó en buen español:

–Ahí lo único que hay es cangrejos…

Los quijotes del galeón

Fue tal el estropicio armado con aquellas noticias que en Barranquilla se organizó un grupo de soñadores, historiadores aficionados y amantes de la aventura. Ellos mismos querían buscar el galeón.

A la cabeza estaba el médico Andrés Cadena Osorio, de quien sus amigos creían que se había vuelto loco. Aun así, se le unieron el abogado Fernando Borda Castilla y el ilustre médico bogotano Jorge Reynolds, especialista en asuntos del corazón, el mismo que fabricó en 1958 –otra vez el 8– el primer marcapasos portátil del mundo. Entre todos convencieron a Carlos Lleras de la Fuente para que los ayudara desde Bogotá.

Su entusiasmo era tan grande que viajaron a los Estados Unidos, investigaron por todas partes, intentaron conseguir un crédito para su expedición, se matricularon en la Escuela Naval de Cartagena, aprendieron historia y, ya preparados, mandaron una petición a las autoridades marítimas del Estado colombiano para que les permitieran iniciar la búsqueda.

El 18 de agosto de 1998 –ahí van otros ochos– la Dirección Marítima les contestó que lo sentía mucho, pero que, como no había leyes que reglamentaran esas materias, no podían concederles la autorización.

El pacto de la Unesco

Ahora, cuando han pasado tantos años, me siento a conversar con el médico Cadena, frente al mismo paraje donde fue abatido el San José. La bahía que divisaron los tripulantes del galeón es lo único que nos separa del lugar donde lo hundieron. El mar está manso esta mañana del domingo. El sol está bravo.

–Nosotros no éramos unos cazadores de tesoros –me dice Cadena–. Claro que yo quería ganarme una platica con ese trabajo, pero lo que me inquietaba, y me sigue inquietando, es que somos un pueblo sin memoria histórica. No tenemos orgullo de lo nuestro. Ahora que lo pienso bien, lo que buscábamos, más que rescatar el galeón, era rescatar la historia de Colombia.

Andaban en esas y estaban a punto de darse por vencidos. Una mañana del 2001, Andrés Cadena abrió el periódico y casi se desmaya: perdida en el rincón más humilde estaba la noticia: el gobierno del presidente Andrés Pastrana anunciaba que había resuelto firmar, con otros países del mundo, la Convención de la Unesco sobre barcos hundidos.

Cuando vio que hablaban de galeones, naufragios y tesoros, Cadena paró la oreja. Se puso a averiguar de qué se trataba aquel acuerdo internacional. La Unesco es la entidad cultural de las Naciones Unidas, con sede en París.

Aparece el senador Lizarazo

El médico andaba entre rabioso y atónito. “Imagínese usted”, recuerda ahora, “que semejante tratado decía que, a partir de su aprobación, las especies náufragas, como barcos y tesoros, le pertenecerían al país cuya bandera llevaba el barco. Es decir, a España”.

Cadena lo averiguó todo, aunque tuviera que perder sueño, sacrificar domingos, cancelar almuerzos. Supo, por ejemplo, que el director de la Unesco era un diplomático llamado Federico Mayor Zaragoza. ¿Adivinan ustedes de dónde es? Sí, señor: español.

Entonces, convertidos otra vez en don Quijote, el mismo Cadena, Borda, Reynolds y Lleras de la Fuente salieron a cabalgar de nuevo en un combate contra los molinos de viento. Se reunieron en Bogotá.

Buscaron ayuda de la Procuraduría y la Contraloría, pero nadie les paró bolas. En ese momento Cadena recordó que él tenía un amigo senador. Se trataba de Alfonso Lizarazo, uno de los colombianos más populares de su época, el hombre que hace 45 años creó y dirigió Sábados felices, el programa humorístico de la televisión.

Con su admirable campaña televisiva de construir escuelas por todo el país, a Lizarazo lo habían elegido congresista en 1998. Cadena lo había conocido poco tiempo atrás, en Barranquilla, mientras almorzaban en un club campestre.

El regalo

En medio de nuestra charla, el senador Lizarazo me dice que quedó perplejo cuando su amigo le contó la historia.

Dedicó días enteros a investigar el asunto. Eso fue hace catorce años.

–Lo que me dijo Cadena resultó exacto –comenta–. Me comuniqué con la Presidencia de la República, los ministerios, cónsules y embajadores. Era cierto: el Gobierno había decidido firmar el pacto de París y no estaba dispuesto a echarse para atrás. Me dijeron que la decisión de suscribirlo estaba tomada y que al frente del asunto se movía el Ministerio de Cultura. Colombia iba a entregarle a España toda su riqueza sumergida.

El único que les halló la razón fue el canciller Guillermo Fernández de Soto, quien le sugirió a su propio gobierno que no firmara. Entonces, viendo que el tiempo se les venía encima, Lizarazo resolvió llevar sus inquietudes a la Comisión Sexta del Senado, de la que era miembro.

–Todos mis colegas me apoyaron porque estábamos defendiendo al país. Los senadores me decían “Colombia no puede firmar eso”. Venían a pedirme más información. Y me aconsejaron que le planteara el asunto a la sesión plenaria.

Así se hizo. Lizarazo aprovechó una tarde en que el recinto estaba lleno, pidió la palabra y les echó el cuento completo. Luego presentó una proposición, que fue aprobada por una gigantesca mayoría, en la que el Senado de Colombia les pedía al presidente Pastrana y al Ministerio de Cultura “que se abstuvieran de firmar la Convención de la Unesco sobre barcos hundidos y especies náufragas”.

Nos habíamos salvado por un pelo. Gracias a ellos, el galeón San José sigue siendo nuestro. Lizarazo, en la placidez del retiro, vive tranquilo en Barranquilla, y los sábados se dedica a jugar golf con Cadena.

‘Era el más grande’

Pasan los años. El médico Cadena ha atesorado emociones y conocimientos sobre el galeón. Hasta ahora es lo único que ha atesorado. Le pregunto por qué, habiendo tantos galeones hundidos bajo el oleaje caribe que rodea a Cartagena, el San José es el más famoso, el más apetecido, el más buscado.

–Por una razón muy sencilla –responde–: porque era el más grande. En la formidable flota de galeones españoles, a comienzos del siglo XVIII, solo había dos, que podían transportar hasta mil toneladas cada uno: el San Joaquín y el San José. De ellas, quinientas toneladas eran para cargar mercancía y las otras quinientas para llevar pasajeros.

Ahora soy yo el que recuerda: aquella última noche en que divisó las primeras luces de Cartagena, además de sus 596 pasajeros, el San José iba cargado con monedas de oro y plata, lingotes de ambos metales, perlas y esmeraldas, pero también de otras joyas invaluables que producía América, como las plantas medicinales, la quina o la ipecacuana, tan apreciadas por los médicos y los enfermos europeos.

Epílogo

¿El tesoro del San José es de Colombia o de España? ¿O de ambos? ¿Tienen también derecho Ecuador y Perú, de donde procedía el cargamento de oro y plata? ¿Y Panamá, que fue su última escala antes del desastre, y donde embarcaron los costales de perlas? ¿Y también las comunidades indígenas del Cauca, que reclaman la propiedad del oro? ¿Y también tendríamos que darles una parte a los descendientes de los piratas ingleses, porque, al fin y al cabo, fueron ellos quienes lo hundieron y lo pusieron ahí donde está?

La pregunta más importante de todas, sin embargo, no es ninguna de esas. Es esta: ¿ustedes están seguros de que todavía queda alguna cosita de valor dentro del galeón? Porque, si seguimos en esas, les vamos a quedar debiendo…

JUAN GOSSAÍN
Especial para EL TIEMPO

Sea Search Armada no tendrá acceso a Galeón San José

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Sea Search Armada
Jack Harbeston, the managing director of the salvage firm Sea Search Armada, shows the location of the Spanish galleon San Jose as he poses for a portrait, Thursday, May 24, 2007 at his house in Bellevue, Wash. Sea Search Armada has been involved in a 20-year legal battle against Colombia's government, over claims to the Spanish galleon San Jose's loot, that has been lying on the ocean floor off Colombia for three centuries. (AP Photo/Andrei Pungovschi)

Gobierno no dará acceso a Sea Search al Galeón San José

Mincultura respondió carta del abogado de la multinacional norteamericana luego del hallazgo en el mar caribe colombiano, dándole tres meses para que constate por su cuenta.

“Es inadmisible plantear nuevamente presuntos derechos de Sea Search Armada sobre el Galeón San José, más allá de lo dictado por la Corte Suprema de Justicia”, respondió la ministra de Cultura Mariana Garcés a una carta que le envió a ella y al presidente Juan Manuel Santos el pasado 10 de diciembre, Danilo Devis Pereira, apoderado general en Colombia de la Sea Search Armada.

El abogado había pedido “poner fin con rapidez y buena fe a un litigio que ya excede las tres décadas, no obstante haber sido definitivamente resuelto por jueces colombianos de todos los niveles y todas las jurisdicciones”.

Sea Search Armada
Jack Harbeston, the managing director of the salvage firm Sea Search Armada, shows the location of the Spanish galleon San Jose as he poses for a portrait, Thursday, May 24, 2007 at his house in Bellevue, Wash. Sea Search Armada has been involved in a 20-year legal battle against Colombia’s government, over claims to the Spanish galleon San Jose’s loot, that has been lying on the ocean floor off Colombia for three centuries. (AP Photo/Andrei Pungovschi)

Pero la ministra le dice:

¡La sentencia de la Corte (2007) es absolutamente clara y no da lugar a ningún tipo de interpretaciones; el derecho que le asiste a la Sea Search Armada es al 50% de lo que NO constituya patrimonio de lo que se encuentra en las coordenadas planteadas en el informe confidencial presentado por Glocca Morra e incorporado en la Resolución 0354 de 1982 de la DIMAR, en la cual se le reconoció a dicha firma la calidad de denunciante. Por eso manifestar la disposición de la Sea Search Armada de ‘renunciar a la propiedad que como su descubridor le otorgó la Corte Suprema de Justicia sobre el 50% de los tesoros’, no tienen asidero alguno, ni guarda ninguna concordancia con lo planteado por la Corte Suprema de Justicia en el fallo referido”.

El gobierno le niega entonces en la respuesta acceso al lugar donde, según el presidente Juan Manuel Santos, fue hallado el San José el 27 de noviembre pasado: “Por esta razón no le asiste razón alguna a la solicitud de Sea Search Armada de concurrir al sitio donde realmente está el Galeón San José para verificar por parte de Ustedes “1) si se trata de ese Galeón y 2) si el naufragio se encuentra fuera de las áreas marítimas señaladas como lugar de su ubicación en el Reporte

Confidencial sobre Exploración Submarina”, las que, por lo demás, están sujetas a reserva, por mandato de la ley”.

Sin embargo, invita SSA a hacerlo por su cuenta para que demuestre si la información que defiende es correcta: “Como ha sido la invitación del Gobierno Nacional a la Sea Search Armada a lo largo de hace ya varios meses, estamos en plena disposición de autorizar para que Sea Search Armada, con sus propios equipos, y a su propia costa, concurra a las coordenadas incluidas en el Informe Confidencial ya mencionado, acompañado por la DIMAR, el ICANH y el Ministerio de Cultura”.

Y termina la carta insistiendo: “De encontrarse algún naufragio en dichas coordenadas el Gobierno, atendiendo la sentencia de Julio 5 de 2007 de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Colombia, acordará con Sea Search Armada las condiciones de su identificación y posible rescate”.

El gobierno le da a SSA un término no mayor de tres meses para hacer su propia constatación. “De no existir naufragio alguno en las coordenadas referidas, daremos obviamente por finalizado este asunto”, termina el mansaje de la ministra Garcés.

Fuente: El Espectador

Preguntas sobre el Galeón San José

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Preguntas sobre el Galeón San José

Luego de una semana del anuncio sobre el hallazgo del galeón San José, sorprende que la prensa, y la opinión pública en general, siga debatiendo cuánto cuesta el cargamento y quién es el dueño de esta carga. Se han centrado en si es de Colombia o España y en las demandas que se vienen de la Sea Search Armada, una empresa de caza tesoros reconocida. Se hace énfasis también en que tenemos una legislación especial y que no firmamos la Convención de UNESCO de 2011, pero nadie se pregunta ¿por qué no la firmamos?

Tangencialmente se cuestiona por qué el llamado “dream team” de especialistas internacionales permanece oculto, ¿no espera un científico compartir con sus colegas sus logros, resultado de una investigación seria y responsable?, y finalmente nadie se pregunta quién puso los recursos financieros para adelantar esta exploración: ¿ocultan los científicos serios el origen de sus fondos de investigación?

Galeón San José
Galeón San José a escala

No cabe ninguna duda que el Ministerio de Cultura y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia –ICANH- están actuando de acuerdo con la Ley colombiana, una ley hecha a la medida de este naufragio. El mensaje del presidente Santos es verdad también: “el galeón San José es patrimonio de los colombianos”, pero no se le ha dicho al público en general que en nuestra ley, a diferencia de la Convención de UNESCO, el oro, la plata y las piedras preciosas no son consideradas patrimonio de la Nación, y mucho menos que las asociaciones público privadas permiten que el “inversionista” pueda hacerse a la mitad de aquello que no es patrimonio. Es decir, por si no se había entendido bien, solo la mitad de la carga del galeón San José sería de Colombia.

Por fuera de esta discusión ha quedado el tema científico, que parece no importar mucho a nadie por estos días ¿Cuántos arqueólogos han entrevistado? ¿Cuántos conservadores? ¿Cuántos historiadores? Se han centrado en buscar abogados de derecho marítimo, políticos y a seudo historiadores que ocultan, en falsos títulos, su verdadero quehacer, el de buscar tesoros.

El Galeón San José, por encima de cualquier cosa, es un contexto arqueológico, por lo que debe considerarse en su totalidad, como patrimonio de la Nación. De igual forma su investigación y recuperación debe hacerse siguiendo métodos y técnicas científicas, con un diseño de investigación y objetivos que vayan más allá de su simple localización. Es, además, la gran oportunidad de investigar científicamente un naufragio con este tipo de carga, ya que los caza tesoros han llegado primero a pecios como éste, destruyéndolos completamente, en busca de los objetos con valor comercial.

La comunidad científica nacional e internacional tiene innumerables preguntas sobre el proceso de investigación, no sobre la propiedad del contexto arqueológico ¿cuáles son los verdaderos objetivos de esta investigación? ¿Por qué no se puede conocer el proyecto y a sus participantes? ¿Qué institución o empresa financia la exploración? ¿Cuál es el plan de trabajo a mediano y largo plazo?, ¿Cuáles son las medidas que se han tomado para los temas de conservación y restauración?

El ICANH es el ente rector de la arqueología en Colombia y vela por la calidad de la investigación científica en la materia en el país, ¿qué ejemplo nos está dando? La discusión debe darse en el campo académico, patrimonial y, sobre todo, ético. El gobierno colombiano, el Ministerio de Cultura y el ICANH han abierto una puerta peligrosa para el desarrollo de la arqueología científica en Colombia. Están a tiempo de rectificar el rumbo, ¿estarán dispuestos a hacerlo?

* Antropólogo y Doctor en Arqueología. Director del Museo Arqueológico de Pueblos Karib, Mapuka, de la Universidad del Norte.

jgmartin@uninorte.edu.co

Fuente: El Espectador / Colombia.

¿Cómo era estar a bordo del Galeón San José?

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¿Cómo era la vida a bordo del galeón San José?

Grande para la época, pero con solo 400 metros cuadrados habitables, el Galeón San José navegaba con un promedio de 600 personas.

La vida en el Galeón San José era un incierto y hediondo infierno: mucho calor de día, mucho frío de noche, gente hacinada y sin higiene, animales, alimentos podridos, agua corrompida, vómitos y mierda.

Grande para la época, pero con solo 400 metros cuadrados habitables –el equivalente a tres buses articulados de TransMilenio–, el galeón San José navegaba con un promedio de 600 personas, de los cuales 168 eran gente de mar, 133 eran gente de guerra y el resto, pasajeros: burócratas, comerciantes, aventureros y familias, que se convertían en un tremendo estorbo para las operaciones navales.

En las bodegas y las dos cubiertas cargaban un avituallamiento embarazado de barriles, toneles, arcones, botijas, fardos y cajas con provisiones de bizcocho, aceite de oliva, miel, vinagre, bacalao seco, jamón, tocino, cecina, vino, madera, garbanzos, huevos, sal, leña, arroz, nueces, muebles, paños, pasas, cebollas, queso, garbanzos, ajos, brea, gallinas, cerdos, guitarras, cabras, mantas, almohadas, balanzas, lanchas, sereníes, remos, velas, hachones, canastos, maletas, esterillas, pulgas, chinches, piojos, garrapatas, cucarachas y gatos que eran amuletos de buena suerte, excepto para las ratas y ratones, los primeros en embarcar, los que nunca se marean y los que mejor se adaptaban a la travesía. (Vea: Cañones y otras piezas encontradas en el galeón San José)

Además, baldes, ollas, cuchillas, cucharas, platos, cuerdas, aros de hierro, ungüentos, tambores, relojes de arena, cruces, estandartes, borlas, guirnaldas, medicinas, cuadrantes, cañones, dagas, balas, pólvora, arcabuces, sextantes, tres palos y diez velas cuadradas.

Tras siete años de espera por culpa de la guerra, la falta de presupuesto, la escasez de marineros y dos intentos de los ingleses por destruir las embarcaciones en puerto, el galeón San José –la nave capitana o líder– y su gemelo idéntico, el galeón San Joaquín –la nave almiranta–, zarparon del puerto de Cádiz (España) con el resto de la flota, el 10 de marzo de 1706, y llegaron a Cartagena 41 días después y sin incidentes.

Entre los pasajeros estaba el marqués de Castelldosrius, muy noble y muy arruinado catalán, nombrado vigésimo cuarto virrey del Perú, quien viajaba con toda su familia y 30 personas de séquito. Además de su linaje, este hombre era notable por haber besado antes que ningún otro español el anillo del recién ungido Felipe V (El Animoso), el primer rey de España perteneciente a la dinastía de los Borbones, que llegó al trono con solo 17 años, sin hablar español y con la necesidad de fondos, muchos fondos para financiar una guerra civil y allende las fronteras, llamada de Sucesión, que se libraba en muchos frentes para proteger el imperio español, que después de cada batalla se hacía más débil y pequeño.

Una de las principales tareas del nuevo virrey era llenar, antes del regreso, las bodegas de la flota del tesoro (abanderada por el galeón San José) con oro, plata y piedras preciosas captadas como impuestos, y revitalizar la Feria de Portobelo, en Panamá.

Galeón San José
Galeón San José

En el mismo viaje venía el arzobispo de Santa Fe (Argentina). ¿Dónde se alojaban el virrey, su séquito y el excelentísimo arzobispo? En el galeón sólo había cuatro pequeñas cabinas, una para el maestre, otra para el capitán y dos para pasajeros importantes.

Higiene, sexo y comida

A bordo tenían solamente dos letrinas con baldes que estaban ubicadas cerca de la cabina del capitán. Los demás tenían que hacer del cuerpo delante de todos, como comer, en un sitio llamado ‘el jardín’, compuesto por sendas tablas con un hueco que sobresalían en la popa (para navegantes novatos) y la proa (para los más expertos, que aguantaban los chapuzones que probaba la quilla).

El agua era tan escasa que no se podía desperdiciar para la higiene del barco y de la gente.

La privacidad era un lujo que no existía. Las relaciones heterosexuales, además de incómodas, estaban prohibidas y castigadas.

El pecado nefando, innombrable, execrable y vergonzoso, la homosexualidad, era frecuente entre tantos hombres solos y hacinados tanto tiempo.

Aunque también estaba prohibido, se jugaba a los naipes y a los dados. A veces se divertían con riñas de gallos. Los más cultos, muy pocos, leían libros si no estaban mareados. Despiojarse y contar historias de romances y aventuras eran pasatiempos muy entretenidos. Y cantaban con chirimías.

La alimentación era un tormento. Las verduras y las frutas se acababan los primeros días y después venían jornadas miserables.

Cada navío llevaba un alguacil de agua y un despensero de vino y aceite. En buenos viajes daban media botella de vino al día, que a veces los tripulantes guardaban para venderla en los puertos de las Indias. Una botella de aceite y tres botellas de vinagre al mes. Dos botellas de agua al día. Que nadie se atreviera a recibir más agua, vino o aceite que otro. El vinagre había que cuidarlo, pues se utilizaba también para enfriar los cañones en combate.

Carne solo se comía dos veces por semana. El resto de la semana, garbanzos, habas, arroz y pescado. Se cocinaba una sola vez al día, si no había tormentas de agua o de viento.

El queso era precioso manjar, pues se podía comer a cualquier hora y se conservaba muy bien.

El pescado y el cerdo en salazón daban más sed. A veces mataban gallinas o un cerdo y se daban banquetes de carne fresca.

Se rezaba mucho en los galeones. En la mañana y en la tarde el capellán recitaba oraciones. Todos se confesaban y comulgaban antes de subirse al barco. ‘Quien no sabe rezar no se meta al mar’.

Estaban siempre expuestos a tormentas, ataques de corsarios o simples averías que podían hundir la nave, e igualmente a pestes y enfermedades muy frecuentes, como sarna, gastroenteritis y escorbuto. O a la simple escasez de viento.

En la tripulación de 133 soldados y 168 marineros había carpinteros, mosqueteros, astilleros, calafates, toneleros, un buzo y tres tamboreros. Los que más ganaban eran los buzos, pues escaseaban, necesitaban saber nadar muy bien –tanto sumergido como en la superficie– y eran los encargados de parchar con madera, hierro y brea los cascos averiados. Los tres tamboreros también recibían buenos sueldos porque durante los combates debían permanecer afuera, arriba, visibles e indefensos, haciendo sonar sus instrumentos con ritmos de arenga. Debido a la crisis de la guerra, no iban gaiteros ni flautistas.

Navegaban 100 grumetes y 24 pajes, que eran niños entre los 8 y los 14 años, por lo general huérfanos. Rara era la travesía en que no muriera alguien; entonces, lo envolvían en un paño, le cargaban un lastre de piedras o toneles de barro, le rezaban y lo arrojaban al fondo del mar mientras que toda tripulación gritaba en coro: “buen viaje”.

Si había un naufragio, por tempestad o por guerra, los primeros en subir a las barcazas eran las personas más útiles a la sociedad en esos momentos, entiéndase varones de ascendencia noble, y de últimos quedaban los niños, las mujeres y los ancianos.

Corte transversal de un galeón (versión más grande una galea o galera). De noche, un grumete le daba la vuelta a un reloj de arena que se vaciaba cada media hora y los hombres de la guardia debían de responder los versos que entonaba el del cronómetro para comprobar que estaban despiertos.

Los marineros que sobrevivían a las pestes, combates, enfermedades o naufragios casi siempre terminaban padeciendo un envejecimiento prematuro.

Con los acosos del rey Felipe V, el tesoro salió de El Callao hacia el Pacífico panameño el 19 de diciembre de 1707.

La Flota de Casa Alegre –por el conde de Casa Alegre, responsable del San José– estuvo fondeada en Cartagena durante dos años, esperando que se juntara la preciosa carga proveniente del extenso virreinato peruano, más grande que el imperio inca, y solo el 2 de febrero de 1707 levantó anclas para ir a cargar a la feria de Portobelo, en el Caribe panameño, adonde llegó ocho días más tarde y donde se encontraban reunidos todo el oro y la plata que habían salido del puerto de El Callao en barcos y que atravesaron el istmo en mulas, por el estrecho camino real. Esos metales preciosos eran producto del recaudo de impuestos por la extracción de los mismos o tributos de los súbditos del rey.

Cuando el galeón San José partió para Panamá llevaba 53 hombres menos: 13 habían muerto y 40 habían desertado.

Cinco largos e inexplicables meses estuvo la flota de Casa Alegre fondeada en Portobelo, cargando, recaudando y esperando solucionar trámites y disputas con los marineros franceses, los comerciantes y burócratas españoles y los cobradores de impuestos reales.

También cargaban, en menor escala, cochinilla, añil, pieles, cacao y algunas excentricidades, como papagayos, monos, turpiales, quetzales e iguanas. A la feria llegaban igualmente los mercaderes españoles y franceses a vender sus bisuterías y demás manufacturas europeas para el consumo de las colonias.

En carpas ubicadas en la ciudad de Portobelo, los comerciantes hacían sus transacciones lo más rápido posible para evadir a los revisores fiscales del rey y a los piratas ingleses que pudieran atacarlos.

Dicen las crónicas de la época que los galeones llevaban 22 millones de monedas de oro y plata de diferentes nominaciones (escudos, ducados, pesos, reales y maravedíes), siendo las más valiosas las de oro de 8 escudos con la efigie de Felipe V, las cuales pesaban 26,7 gramos cada una. Hoy, los mercaderes numismáticos pagan 6.000 euros por cada una de esas monedas, que no se consiguen.

La boca del lobo

Las monedas las repartieron mitad y mitad entre los galeones San José y San Joaquín.

Aunque era fustigado por las necesidades del rey Felipe V, la estrategia de Casa Alegre ha sido calificada de imprudente, pues sabía que los corsarios ingleses lo estaban esperando, pero se sentía muy superior en hombres y armas a la flota comandada por Charles Wagner (de 44 años). Y también le corría prisa porque se acercaba la temible temporada de huracanes del Caribe y los escoltas franceses amenazaban con irse a Europa si demoraba la partida.

No tenían que ser muy listos el comodoro Charles Wagner y sus hombres para saber que el galeón San José, su gemelo casi idéntico –el galeón San Joaquín– y los otros 12 navíos de la flota navegaban de Panamá a Cartagena con el mayor tesoro jamás embarcado.

El San José estaba artillado con 64 cañones en las 70 portas disponibles; 26 cañones para balas de 18 libras, 26 para balas de 10 libras y 8 de 6 libras. En total, la flota que acompañaba al galeón San José tenía 13 navíos con 278 cañones en los siete artillados, que eran más ‘mangudos’ (anchos), pero más lentos.

A las 3 de la tarde del jueves 7 de junio de 1708, Casa Alegre ya podía atisbar la bahía de Cartagena desde Barú. Y a los lados, a dos kilómetros de distancia, oteó las velas enemigas de los cuatro navíos ingleses, con apenas 192 cañones entre todos.

A las 7:30 de la noche, el galeón San José, con los palos rotos y a punto de ser abordado por los ingleses, que ya estaban a 60 metros, disparaba sin puntería hasta que la nave explotó por la pólvora que llevaba o sencillamente se partió. Solo la arqueología náutica podrá explicar cuál fue la causa de su hundimiento.

La batalla duró dos días más y el San Joaquín logró entrar herido a la bahía de Cartagena, con medio tesoro y ante la resignación de los ingleses, que también tenían averiadas sus naves.

Pero la tragedia no termina ahí. Tres años más tarde, el 3 de agosto de 1711, zarpa desde Cartagena el resto de la flota del tesoro, con el reparado galeón San Joaquín a la cabeza y tres unidades de escolta, pero una tormenta los dispersa y dos de las tres unidades de respaldo regresan a Cartagena. En consecuencia, el San Joaquín vuelve a ser emboscado por los filibusteros ingleses, con siete poderosos navíos armados con 310 cañones.

El almirante Villanueva muere en el combate y el galeón, apoyado por una sola unidad de escolta, se rinde, pero los ingleses no encuentran el tesoro. Por órdenes de Felipe V y para humillación de Villanueva, el tesoro sobrante había sido embarcado en las menos ostentosas embarcaciones francesas, que llegaron triunfantes a España, con el oro y la plata, para que Felipe V se animara un poco.

El virrey marqués de Castelldosrius fue procesado por deshonesto y el almirante Charles Wagner murió tranquilo en su casa, a los 77 años.

Nunca se supo si entre los 11 sobrevivientes del hundido galeón San José estaba Juan Pedro, el buzo, o alguno de los tres tamboreros, o si ellos hacen parte de las 578 almas que vagan en las aguas de Barú.

Fuente: EL TIEMPO / Colombia

Galeón San José hundido con Oro e Impuestos

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Manuscrito Galeón San José

El Galeón San José fue hundido con oro de la Santa Cruzada e Impuestos del Rey

Así es la relación de las únicas cuentas oficiales y documentadas que existen de las riquezas que transportó el Galeón San José:

“Prozedidos de los trescientos y cincuenta mil ducados de la Avería del Sur que está obligado a pagar el comercio y consulado del Perú se han recaudado cincuenta mil pesos en atención a la moratoria por el Virrey del Perú. Por la manera y monta todo el tesoro que vino y se ha agregado a S. M (Su Majestad), de estas consignaciones: un millón quinientos y cincuenta y tres mil seiscientos nueve pesos y reales y medio (…) Porquenta y perteneciente a la bula de la Santa Cruzada se reportan en este galeón ochenta y sietemil ciento y sesenta pesos y cinco mil como favor a la partida de este (…) Porquenta se remiten en el galeón dos pozuelos de plata labrada con las piezas siguientes: una lámpara grande que pesa ciento cuarenta y ocho marcos, un pelícano grande, tres pequeños…”.

La carga del tesoro que se hundió en Cartagena de Indias en 1708 y cuyos restos acaban de ser hallados en aguas colombianas.

El documento transcrito con el que arranca este reportaje lo conforman siete folios de apretada letra a pluma escrita por los funcionarios españoles en Portobelo, Panamá, fechados y firmados el 20 de mayo de 1708. Unas cuartillas cosidas a mano con posteridad y aprobadas con un sello en el que se lee la fecha de 1709, probablemente en Madrid.

Uno de los folios con el detalle de la contabilidad de la 'Avería del Sur', el impuesto a los comerciantes. Galeón San José
Manuscrito Galeón San José

El manuscrito original, rescatado por Crónica del Archivo General de Indias gracias a la colaboración de la subdirectora Pilar Lázaro, forma parte de las llamadas Cartas cuentas de oficiales reales de 1559 a 1723, un legajo escurridizo que consta de cinco números y miles de páginas, el último de ellos, el perteneciente a la Caja de Portobelo de 1601 a 1723 donde se hallan los folios que describen lo que debió recoger la flota.

Es la contabilidad pormenorizada que los funcionarios del rey anotaron en el último puerto en el que amarró la Flota de Tierra Firme, que comandaba su nave capitana, el galeón San José, antes de ser atacadas por navíos ingleses cuando se dirigían a Cartagena de Indias.

Su encabezado, “Relación sumario de Real impuesto… y lo que de esto se remite a su Majestad en los galeones de la presente Armada del General Conde de Casa Alegre…”, explica los pagos de la “Avería del Sur” -el impuesto de la corona a los comerciantes-, la “Santa Cruzada” -impuesto para la Iglesia-, el “Salario de los Señores del Consejo”, “Posadas”, “Obras Pías” -aportaciones de particulares para la Iglesia- y los “Bienes de Difuntos” -las herencias con destino a España o recaudadas en caso de no haber descendencia-… Son los pesos y reales de a ocho, además de los objetos como diademas, cálices, lámparas -que describen en sus páginas detallando cada una de sus piezas y peso-, que ocupaban las bodegas de los galeones, la mayoría de estos últimos en concepto de aportaciones a la Iglesia.

Sin embargo, lo que consignan con minuciosidad los funcionarios en Portobelo está todavía lejos del total de riquezas que transportaban. A diferencia de lo que se conoce como el «Registro de Navío», el documento que la Casa de Contratación de Sevilla elaboraba para cada barco de las flotas que partían y llegaban a España y en el que se especifica todo lo que alojaba cada barco en sus bodegas, lo que ha sobrevivido son las cuentas de Portobelo, la relación de impuestos que se habían recaudado para el rey Felipe V, la Iglesia y otros organismos y que debía llevar la flota de regreso a España, pero que no incluye la mayor parte de los bienes de los particulares. El registro del San José se hundió casi con toda probabilidad con él.

Cañones del Galeón San José
Cañones del Galeón San José

Lo que sí se sabe es que las monedas de oro y plata, las joyas y los objetos
valiosos
se alojaban entre los dos barcos más poderosos de la flota, es decir, en los galeones que custodiaban el convoy: la capitana, el San José hallado ahora según las autoridades colombianas, y la almiranta, el navío gemelo, San Joaquín. Por ley se dividía a partes iguales, aunque la capitana, por ser la que dirigía la Flota de Tierra Firme, siempre cargaba un porcentaje algo mayor. Además de la gobernanta, el tercero de los navíos destinado a la protección del convoy y el única capturado por los ingleses, los mercantes que custodiaban son los que transportaban las mercancías con los bienes del galeón de Manila, procedentes de Filipinas, y las materias primas del Virreinato de Perú, que era prácticamente la extensión de toda Sudámerica entonces, a excepción del Brasil portugués.

Testigos del hundimiento

La mejor estimación de lo que no puede revelar el documento del Archivo General de Indias es el testimonio de los supervivientes y especialmente del San Joaquín que logró escapar del ataque inglés y consiguió resguardarse en el puerto de Cartagena de Indias. El navío conseguiría regresar a España tras un larguísimo periplo. No salió con destino a La Habana, la primera escala original de la Flota hasta el 17 de septiembre de 1711, en donde tuvo que esperar varios meses más hasta regresar por fin a Sanlúcar en 1712. Para entonces el almirante Villanueva que comandaba el barco había fallecido, no sin antes escribir una carta al rey en el que hizo una estimación de las riquezas que transportaban ambos navíos antes del fatal hundimiento del San José.

Villanueva, tal y como recoge la investigadora Carla Rahn Philips en su obra The Treasure of the San José (el tesoro del San José), estimó que la plata ascendía a tres millones y el oro a más de cuatro, con la salvedad de que en el caso del oro no estaba seguro, porque reconocía que una gran cantidad era escondido por los particulares en baúles de ropa, escritorios, bolsas que llevaban siempre consigo… En total la cifra podía ascender a 12 millones de pesos (se ha llegado a hablar esta semana de que su equivalencia a moneda actual es de más de 15.000 millones de euros). Por otra parte, tras la batalla, los marineros de la Armada española apresados por los ingleses contaron a sus captores que, según sus impresiones y sumando la plata y el oro, se habían transportado en el San Joaquín entre cuatro y seis millones de pesos y una cantidad ligeramente mayor, entre cinco y siete millones en el San José.

Muchos de los tesoros consistían además en piedras preciosas de las que no hay registro. El propio Villanueva anotó al rey que no tenía constancia de qué había sido de una “de una caja de perlas enviadas del Rio de La Hacha como parte del quinto real que correspondía a la corona”. Las perlas habían estado en posesión del conde de Casa Alegre, que las recibió en nombre del rey. Villanueva no pudo aclarar si Casa Alegre había dejado las perlas en Cartagena o si se las había llevado con la flota a Portobelo. De ser así, la caja con las perlas descansaría en el fondo del mar junto al San José y el propio conde. Lo que es incuestionable es que la Flota de Tierra Firme que partió de España en 1706 fue un completo fracaso.

La parte de la corona

El fabuloso tesoro que se disputan de distinta forma el actual Perú, Colombia y España oculta una realidad que apenas sale a la luz cuando la fascinación por los tesoros hundidos en el mar cautiva la imaginación. Cuando los restos de la azarosa flota llegaron por fin a España resultó que las cuentas del rey habían mermado dramáticamente: apenas recaudaron un millón y medio de pesos, el equivalente a un año, cuando habían transcurrido seis.

Los desastres, las reparaciones de las flotas maltrechas, los salarios, los retrasos y las cuentas pendientes, se llevaron una gran parte antes de llegar a España. Y el Virreinato de Perú gastaba hacia principios del siglo XVIII más de lo que ingresaba. Además de administrar las finanzas de una extensión enorme, Lima había sufrido un terremoto en 1687 que devastó la ciudad.

Las monedas relucen en el fondo pero no brillaron en la superficie. Las imágenes esta semana de cañones y vasijas en el fondo del mar despejan la leyenda de uno de los pecios más buscados por los cazatesoros de todo el mundo y abre una nueva polémica sobre a quién pertenece lo que se pueda recuperar.

Batallas legales

Sin que ni una sola pieza de oro o plata haya emergido aún, los gobiernos de tres naciones, además de la empresa Sea Search Armada, que ya dijo haber localizado el pecio hace tres décadas y que litiga con Colombia desde entonces, se han enzarzado en una disputa que amenaza con años de batallas legales, como ya ocurriera con el célebre tesoro de Nuestra Señora de las Mercedes. Colombia esgrime la territorialidad de sus aguas. España, la soberanía sobre lo que considera un buque de Estado, protegido por un convenio de la Unesco, que Colombia no ha suscrito. Y Perú, la procedencia de la plata, que en su mayor parte salió de las minas de Potosí.

En el fondo del mar yacen con el presumible oro y las joyas preciosas los marinos españoles que perecieron defendiendo la nave, y la gloria de un pasado colonial: la grandiosa empresa marítima del Imperio Español que recorría medio mundo basado en el monopolio comercial y la explotación y que se dilapidó con los siglos.

Las cuentas del hallazgo:

  • Salarios de los Señores del Consejo: 660.955 pesos y 4 reales y medio.
  • Posadas: 21.433 pesos y 6 reales y medio.
  • Bienes de Difuntos (las herencias con destino a España o recaudadas en caso de no haber descendencia): 7.773 pesos.
  • Salarios: 609.759 pesos y 6 reales.
  • Santa Cruzada (impuesto para la Iglesia): 87.161 pesos y 5 reales.
  • Audiencia de Quito: 45.073 pesos.Bienes de Difuntos: 5.224 pesos y 3 reales.
  • Real Casa de Panamá: Planchas de oro.Desconocido: 3.907 y 5 reales y medio.
  • Obras Pías (aportaciones de particulares para la Iglesia): 320 pesos.
  • Obras Pías: 60.000 pesos.
  • Avería del Sur (el impuesto de la corona a los comerciantes): 1.551.609 pesos y 7 reales.Salarios: 653.993 pesos.
  • Posadas: 21.202 pesos.
  • Bienes de difuntos: 7.686 pesos.
  • Desconocido: 207.569 pesos.
  • Santa Cruzada: 61.122 pesos.
  • Desconocido: 44.323 pesos.
  • Bienes de difuntos: 5.170.
  • Real Casa de Panamá 3.865 pesos.
  • Convento de Santa Teresa de Ávila: 32.000 pesos.
  • Real Fisco: 358.000 pesos.
  • Consulado de Sevilla: 60.000 pesos.
  • Avería del Sur: 1.115.252 pesos y 6 reales y medio.
  • TOTAL: 5.623.396 pesos. No incluye la mayor parte de bienes de particulares. El total podría ascender a 12 millones de pesos (más de 15.000 millones de euros).

Fuente: El Mundo / España.

Así fue el hallazgo del Galeón San José

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Así fue el hallazgo del Galeón San José

La noche del 8 de junio de 1708 el mar Caribe se tragó una de las historias más apasionantes de todos los tiempos en los océanos, el galeón San José.

Trescientos siete años después, una imagen captada por un sonar trajo desde las profundidades una posibilidad de hallar la mítica embarcación, que estaría cargada con 200 toneladas de oro y plata.

La imagen era un enorme montículo que coincidía con el tamaño del galeón, que tiene 40 metros de eslora. Pero era solo eso, una posibilidad.

Arriba, en el buque Malpelo, de la Armada colombiana, sus tripulantes: arqueólogos marinos, oceanógrafos y analistas de sonar, la recibían con sorpresa pero con aplomo, y redoblaban las comprobaciones. No podían permitirse la emoción hasta no tener certeza de que esa imagen revelaba el pecio (resto de una nave náufraga) más buscado, tanto por expertos en patrimonio arqueológico como por cazatesoros.

Infografía hallazgo del Galeón San José
Infografía hallazgo del Galeón San José

No sería la primera vez que se producía una falsa alarma durante el tiempo que llevaban haciendo exploración en la zona, ubicada en un punto no especificado del mar Caribe, cerca de las islas del Rosario, en Cartagena.

Contó Ernesto Montenegro, director del Instituto de Antropología e Historia (Icanh):

“Habíamos encontrado miles de anomalías (que son alteraciones geográficas en el suelo marino). Algunas realmente tenían características de largo o de ancho que hacían pensar que podía haber pecios de alguna índole, pero entonces hacíamos más lecturas de sonar y comprobaciones que tomaban días”

En su celular, Montenegro, que es arqueólogo naval, tiene la evidencia de una imagen de aquellas que los hizo pensar en el galeón, pero tras un trabajo científico se confirmó que no era, resultó ser un barco camaronero. En total fueron 30 anomalías, de las cuales 5 eran naufragios.

“No podíamos darnos el lujo de ser como los que se enamoran todos los días y al final no saben encontrar el amor verdadero”, explicó Montenegro, tratando de aterrizar el discurso científico. Pero esta vez, sin embargo, la imagen sí era la del amor verdadero.

No fue un milagro

El equipo de Colombia contaba con el apoyo de un experto en exploración marina que participó en la interpretación de datos durante el hallazgo del Titanic. Aunque el presidente Juan Manuel Santos no reveló su nombre, se sabe que es el técnico de sonar Andy Sherrell, quien también participa en la búsqueda del avión de Malaysia Airlines.

Y es que el hallazgo del galeón San José no ocurrió de forma milagrosa, aunque su confirmación se haya dado, como dijo el Presidente, un 27 de noviembre, día de la Virgen que lleva ese nombre.

El descubrimiento tuvo que ver más con un asunto científico y jurídico que con uno místico, y comenzó hace dos años en tierra, más exactamente en el Congreso de la República.

Precisamente en el 2013 se aprobó la Ley 1675, sobre patrimonio subacuático, y en el 2014 se dio su decreto reglamentario, que habría sido la largada para la búsqueda. En paralelo a este trabajo político y legal, historiadores del Instituto de Antropología e Historia se sumergieron en archivos históricos. Concretamente, analizaron los Archivos de Indias, de Sevilla; los británicos, los archivos de La Habana y, por último, los de Cartagena.

Montenegro no dice cuántos documentos analizaron, pero sí que se preguntaron dónde fue exactamente la derrota, y lo hicieron concentrados en la meteorología de la época. Algo que, según él, los llevó a ubicar el galeón San José en una “zona jamás explorada”.

“Hacemos un trabajo de reconstrucción meteorológica a partir de los archivos. Se tiene conocimiento general de cómo cambia el viento, pero ya específicamente nos interesa la velocidad, cuánto se desplaza un barco con determinado cambio de viento, cuántos nudos tenían que alejarse, cuánto se demoran en bajar las velas o voltearlas en un momento determinado, o el vector de movimiento que toma una vez ven a los ingleses. Esos detalles, que son anecdóticos, los analizamos de forma científica”, dice Montenegro.

Con esa información se dieron a la tarea de conseguir en todo el mundo los equipos para la exploración. “Es claro que requerimos aplicar sensores remotos, pero una cosa es aplicar un sonar, un magnetómetro y un perfilador a un metro de profundidad, y otra cosa es entender que tenemos que prospectar una profundidad en un área que puede llegar a tener mil metros de profundidad”, agrega el director del Icanh.

Mientras conseguían los equipos, hicieron análisis batimétricos, es decir, sobre las profundidades y la geografía del mar, específicamente de la zona donde se haría el hallazgo, para lo cual usaron la cartografía de la Armada.

Luego vino la adecuación del buque oceanográfico Malpelo, para proceder a la búsqueda, en la que habrían participado cerca de 50 personas.

Uno de los instrumentos usados fue un vehículo subacuático autónomo (AUV, por sus siglas en inglés), que, de acuerdo con el video presentado por el Gobierno, es de marca Remus 6000 y es el mismo que se usa para la búsqueda del avión MH370 de Malaysia Airlines.

El AUV fue desarrollado por la empresa estadounidense Woods Hole Oceanographic, cuyos empleados estaban en Cartagena, cerca del lugar donde Santos dio la rueda de prensa sobre el hallazgo.

Según un informe de CNN sobre la búsqueda del avión malasio, el aparato cuesta 2 millones y medio de dólares, aunque no es claro cuánto le habría costado al Gobierno colombiano.

La clave: los cañones

Tampoco se ha conocido la fecha exacta en la que comenzó la búsqueda en el mar, pero Montenegro asegura que han estado explorando al menos durante tres meses. (Lea: ‘Cartagena debe ser la más beneficiada con el hallazgo de la nave’)

En una de esas oportunidades, y tras la famosa imagen de sonar que dio la alarma real del galeón, tomaron las fotografías que se han conocido.

Cañones del Galeón San José
Cañones del Galeón San José

Y ahí sí llegó el momento de emoción para los científicos. “Si usted me pregunta por el momento de euforia –dice Montenegro–, ese ocurrió cuando vimos los cañones. Las fotografías eran impresionantes”.

La foto revelaba varios cañones de bronce, que fueron fundidos para el San José, y con sus asas en forma de delfines. En otras imágenes se veían más de cien vasijas de cerámica.

Pero otra cosa que llamó la atención fue la fotografía que evidenciaba el forro del barco, las tablas y cómo este se encontraba recostado sobre uno de sus lados.

“Fue sorprendente. Nos habíamos imaginado el sitio arqueológico más parecido a un yacimiento subacuático clásico, donde hay restos muy desordenados; y, en cambio, encontramos uno muy compacto”, explica. Esa sería la razón por la cual asumen que el San José no habría explotado, como se ha indicado en los archivos históricos.

Una vez tuvieron las imágenes e hicieron la última lectura de comprobación, le informaron al Presidente, quien estaba enterado de los avances de forma cotidiana. (Lea: Editorial: Hallazgo histórico)

Lo que viene

Actualmente, el lugar del hallazgo está cuidado por la Armada, y en Bogotá se adelanta la planificación de las siguientes fases de exploración y rescate.

El Gobierno se reserva el nombre del socio con el que piensa hacer la alianza público-privada, contemplada en la ley, que le permitiría hacer la excavación. Eso, aunque la Ministra de Cultura ha reconocido que esta es una de las más importantes que hará el Estado.

Para Montenegro, el proceso que viene equivale a ‘ir a la Luna’: “Existe el conocimiento, pero no los instrumentos. Necesitaremos hacer un acople de tecnología de mecatrónica para construir los instrumentos que requerimos para esta excavación”.

Según el Gobierno, el rescate del San José no se puede comparar con el de ningún otro. Ni siquiera con el del Titanic, que fue hallado a mayor profundidad (3.800 metros), pues éste no se rescató.

Así que el proceso será largo. Por lo pronto, en tres meses se conocerían más fotografías y “en un año y medio –dice Montenegro– ojalá tengamos capacidades de comenzar algún proceso de intervención”.

Mientras eso sucede, ya España y Colombia, así como otras empresas, debaten la propiedad del galeón y el mito del San José sigue creciendo.

Fuente: El Tiempo / Colombia.

España aboga por un museo en Cartagena para Galeón San José

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España aboga por un museo en Cartagena para Galeón San José

La creación de un museo conjunto es, para el Gobierno español, el mejor destino que se puede dar al San José, el galeón hundido en 1708 por corsarios ingleses frente a las costas de Cartagena de Indias (Colombia). La idea de crear un museo en esta misma ciudad ya fue lanzada por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, tras hacer público el descubrimiento el pasado día 4. Santos, sin embargo, aludió a un museo exclusivamente colombiano, sin participación de ningún otro país, incluida España, a la que niega cualquier derecho sobre el pecio.

Fuentes del Gobierno español abogan por un museo conjunto, que evitaría un conflicto diplomático entre dos países cuyas relaciones en todos los demás terrenos son excelentes. Y no ponen reparos a que se ubique en Cartagena de Indias, que ya cuenta con un museo naval, aunque se acordara su exposición temporal en España. El Galeón San José y su carga de monedas y piedras preciosas, así como todos los otros elementos del buque, desde los cañones hasta los puramente ornamentales, tienen un valor incalculable, no tanto desde el punto de vista económico sino sobre todo histórico, para el estudio del imperio hispánico del siglo XVIII.

“No queremos que piensen que pretendemos llevarnos el oro”, subrayan fuentes diplomáticas.

Galeón San José
España aboga por un museo en Cartagena para Galeón San José

España sabe que un pleito por la propiedad del Galeón San José puede ser largo y de resultado incierto. Colombia no ha suscrito el convenio de la Unesco sobre protección del patrimonio subacuático de 2001 y rechaza la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. El caso del buque Las Mercedes, que España ganó en los tribunales de Tampa (EE UU) frente a la empresa cazatesoros Odyssey, no sirve de precedente, ya que el San José se hundió frente a las costas de Colombia y no en las de Cádiz. “No es lo mismo litigar con una empresa privada que con un Estado y mucho menos si hay que hacerlo en sus propios tribunales”, admiten fuentes jurídicas.

La opción del museo conjunto también tiene ventajas para Santos, pues le permitiría compartir los gastos —no evaluados aún pero muy cuantiosos— que tendría reflotar el pecio. La propia ministra colombiana de Cultura, Mariana Garcés, ha reconocido que la fase de estudio de los restos, que tiene previsto iniciar en 2016, requerirá laboratorios altamente sofisticados de los que carece su país. Es más, los arqueólogos marinos aducen que lo más prudente sería dejarlo donde está —por el principio de conservación in situ— hasta que se disponga de tecnología que garantice que es posible reflotarlo sin daños. ¿Qué sentido tendría pelearse por un tesoro sumergido en el fondo del mar?

Bandera para Santos

1449940977_133392_1449952723_sumario_normalPara Colombia, el San José es algo más que un sitio arqueológico. Santos lo ha convertido en una de las banderas de su mandato y ha reconocido que, desde asumió la presidencia en 2010, se marcó el objetivo de encontrarlo. “Llegamos hasta aquí por cualquier cosa distinta al azar. Ha sido un trabajado planificado”, asegura Garcés. La ley colombiana de 2013 podría bautizarse como ley San José, hasta tal punto se hizo pensando en un galeón que en el imaginario popular colombiano tiene la aureola de un tesoro mítico.

Por eso dicha ley permite comercializar el patrimonio subacuático, en contra de la convención de la Unesco que Colombia no ha ratificado, y entregar hasta un 50% —las monedas y objetos repetidos— a empresas cazatesoros. El ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo, se reunió ayer con su homóloga colombiana, Angela Holguín, en Cartagena de Indias para convencerla de que es mejor un mal arreglo que un buen pleito. Y no solo con España, sino también con otros países, como Perú o Ecuador, que ya han insinuado que si el San José es un tesoro, quieren su parte.

Fuente: El País/ España.

Estas son las coordenadas de la ubicación del Galeón San José

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Estas son las coordenadas de la ubicación del Galeón San José

El mapa del tesoro más grande en la historia de Colombia ya estaba escrito, 30 años antes de que el Gobierno hiciera el anuncio oficial de que lo encontró. O, al menos, tenía una primera versión que data de 1982, y quedó consignada en un documento que fue reconocido entonces por la Dirección General Marítima. Eso es lo que viene diciendo la compañía que lo halló, es lo que acaba de negar el presidente Santos y lo que los mantiene trenzados en un litigio trasnacional sobre el cual ya pesan varias sentencias.

coordenadas
coordenadas galeón san josé 1982

EL HERALDO tuvo acceso al “Reporte confidencial sobre la exploración submarina efectuada por la compañía Glocca Morra en el Mar Caribe, Colombia, febrero 26 de 1982”, documento que es la piedra angular de la disputa por los restos del Galeón San José, hundido hace más de 300 años en aguas de Cartagena, y que permanecía inédito hasta ahora.

Además de detallar la ruta de cómo se habría producido la supuesta localización en el lecho marino, el reporte señala las coordenadas concretas en torno a las cuales estaría el barco español, que según los registros llevaba una carga de más de 200 toneladas de oro, plata y joyas extraídas de colonias americanas. El tesoro estaría valorado hoy alrededor de los US$10.000 millones, es decir unos 30 billones de pesos colombianos.

Exclusiva Las coordenadas de la polémica del Galeón San José El Heraldo
Portada del “Reporte confidencial sobre la exploración submarina efectuada por la compañía Glocca Morra en el mar Caribe en 1982”.

Este es identificado en el denuncio formal del hallazgo como el Objetivo A. Es descrito como una “anomalía” de entre 4 y 6 metros de altitud sobre el fondo, cubierta por una capa ligera de sedimento, que “tiene varios rasgos que indican que no es natural del suelo marino”, y que produjo que se alojaran “unas cuantas piezas de madera” en el submarino que descendió a hacer la exploración. “Porciones del objetivo tienen formas que son difíciles de descubrir o explicar en términos de fenómenos naturales. (..) Pareciera que es un artefacto asociado a otros objetivos en la zona de operación”, señala el Reporte, en relación al hallazgo en varias áreas, ampliamente extendidas, de “montones de madera” y “escombros que consistían en despojos u objetos”.

El llamado Objetivo A sería el navío español según lo que defiende la empresa estadounidense Sea Search Armada, a quien Glocca Morra le cedió los derechos del hallazgo. Y este se encuentra ubicado, según el primer documento que registra el descubrimiento del San José, en la “vecindad inmediata” de las coordenadas 10°10’17” N – 76°00’20” W.

Exclusiva Las coordenadas de la polémica del Galeón San José El
Registro de las fases de la exploración en 1982.

La Santa Alianza: EE.UU. y España por los galeones

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La Santa Alianza: EE.UU. y España por los galeones

Que la cultura es una fuerza real en las relaciones internacionales, es una verdad muy bien consolidada en un mundo culturalmente diverso. Los movimientos que reconocen la diversidad cultural han ampliado el espectro de cooperación entre pueblos y sociedades, aunque sin contribuir del todo, por sí solos, a definir un orden estable del mundo. Es decir, no pueden ser antídotos para los conflictos.

Una de las formas de cooperación cultural más conocidas en la historia es la de la Santa Alianza, un tratado personal adoptado después de las guerras napoleónicas por las monarquías de Austria, Rusia y Prusia, con el cual establecieron el cristianismo como base de las relaciones internacionales, dejando deliberadamente por fuera a las potencias no cristianas del mundo de entonces.

IMAGEN-16456273-2En un mundo caracterizado hoy por la diversidad cultural y por la importancia inusitada del patrimonio y los bienes culturales, el acuerdo diplomático-cultural entre Estados Unidos y España en materia de protección para los navíos de guerra asume la forma de una nueva Santa Alianza, que encontró su aplicación práctica en el caso del galeón Nuestra Señora de las Mercedes, ante la justicia de los Estados Unidos. Si bien no se conoce documento escrito, ese acuerdo tácito se produce en contravía de los procesos históricos, dejando por fuera al resto de países que aspiran a reclamar, frente a la historia, los vestigios de la expoliación de materias primas y metales preciosos en la época de la colonia, acaecida durante varios siglos.

Acuerdo tácito

Los Estados Unidos serán, muy probablemente, un actor más en las batallas que se aproximan por el galeón San José, además de la compañía estadounidense Sea Search Armada, que aún mantiene derechos sobre el 50 % de la carga del naufragio considerada como tesoro.

En la Declaración del 19 de enero de 2001, sobre la política para protección de los buques de guerra sumergidos, los Estados Unidos expresan que mantienen indefinidamente título sobre sus navíos de guerra sumergidos que no hayan sido abandonados en la forma que autoriza el Congreso de ese país, para lo cual invocan la cláusula de propiedad del artículo IV de la Constitución y reconocen la norma de derecho internacional sobre transferencia o abandono del buque de Estado, que deberá hacerse con base en la legislación del Estado de la bandera. Se afirma también que el título de los Estados Unidos o de un buque de Estado extranjero, dondequiera se encuentre, no se extingue por el paso del tiempo, sin importar la fecha en que dicho buque se perdió en el mar.

Si bien es comprensible el interés expresado por proteger los navíos de Estado, que encuentra validez en las normas del derecho internacional, lo que llama la atención es la afirmación en el sentido de que “los Estados Unidos utilizarán toda su autoridad para proteger y preservar los navíos de Estado sumergidos de los Estados Unidos y de otras naciones, estén localizadas en aguas de los Estados Unidos, de una nación extranjera o en aguas internacionales”.

No sería necesario un gran esfuerzo de interpretación para entender que uno de los “beneficiarios” de esa última parte de la declaración es España, país que como consecuencia de su pasado colonial y de sus enfrentamientos históricos por el imperio sobre los mares, tiene hoy un número considerable de naufragios históricos de su bandera esparcidos por el planeta.

Aplicación

Pero si llegase a existir alguna discusión sobre el alcance de esa declaración, lo que no deja ninguna duda es la ejecución práctica de la alianza entre los Estados Unidos y España, con ocasión de la controversia judicial por el galeón Nuestra Señora de las Mercedes.

Nuestra Señora de las Mercedes fue un navío de bandera española, hundido en 1804 por navíos del Reino Unido, paradójicamente en tiempos de paz entre las dos naciones. En mayo de 2007, la estadounidense Odyssey Marine Exploration trasladó desde Gibraltar hasta la Florida alrededor de 500.000 monedas (17 toneladas) en oro y plata, que según se vino a confirmar posteriormente, correspondían a ese naufragio.

El Estado español inició acciones judiciales en contra de la Odyssey, que culminaron en noviembre de 2011 con la decisión de un Tribunal de Apelaciones de Atlanta confirmando la decisión de un juez de Tampa y ordenando a la Odyssey devolver a España la carga que había sido retirada del país europeo. Algunas versiones sugieren que no fue devuelta toda la carga. En 2012, el Ministerio de Cultura español anunció que la carga recuperada del galeón iría al Museo de Arqueología Subacuática en Cartagena, lo cual se cumplió un año después.

Difícil hubiera sido la acción diplomático-judicial de España si no hubiera tenido el apoyo decidido y privilegiado de la administración Obama. En efecto, funcionarios del Departamento de Estado expresaron la posición oficial de los Estados Unidos en apoyo de los intereses de España. Según comunicado oficial, “el Ministerio de Cultura agradece el apoyo del Gobierno estadounidense, ya que éste representa el interés común de los gobiernos español y estadounidense por proteger la inmunidad soberana del pecio Nuestra Señora de las Mercedes”.

¿Otras alianzas?

Si la alianza entre los Estados Unidos y España tiene plena validez frente al derecho internacional y obviamente ha sido eficaz, cabe preguntarse si serán posibles los alineamientos de otros intereses, representados por otros estados.

El historiador Fernand Braudel, en su monumental obra sobre el Mediterráneo, analiza el impacto del oro y la plata de América en la Europa de los tiempos de Felipe II, indicando que a partir de mediados del siglo XVI los mineros americanos empezaron a aplicar nuevos métodos para amalgamar la plata, introducidos en Nueva España por Bartolomé de Medina. Esa revolución técnica produjo como consecuencia que Las Indias empezaran a “vomitar” sus riquezas. Como señala el historiador francés, “ese río de oro y plata” se volcaba sobre una corona proteccionista, atrincherada de aduanas por todas partes: “nada salía de España y nada entraba, teóricamente al menos, sin la aquiescencia de un gobierno suspicaz, que vigilaba con cien ojos las entradas y salidas de los metales preciosos”.

Pero así como entraban a caudales y a pesar de la estrecha vigilancia, los metales preciosos se escapaban a todas horas de los cofres españoles, para circular por todo el mundo. Buena parte de esos metales contribuyeron a financiar las guerras de España en el concierto europeo.

La aparición del problema de los naufragios históricos sumergidos, principalmente galeones, en las agendas de la política internacional de dos Estados, uno antiguo poder colonial, el otro primera potencia del mundo hoy, se produce en un contexto de revalorización del patrimonio cultural y de los bienes culturales. Cuadros y esculturas de artistas célebres que alcanzan valores nunca antes imaginados en el mercado del arte; opciones de los estados para la restitución de bienes culturales salidos ilícitamente de los países de origen, con mecanismos más elaborados que permiten el ejercicio de derechos culturales por parte de los ciudadanos; trabajo sin aflojar para la recuperación de miles de obras de arte expoliadas en tiempos de guerra por el régimen nazi, como lo expuso una película reciente, La dama de oro.

¿Y los estados de hoy, de los cuales fueron extraídas miles de toneladas de metales preciosos? ¿Tendrán capacidad para coordinar acciones concretas para hacer valer las deudas de la historia? La realidad es que nada definitivo está escrito sobre los naufragios históricos, como lo demuestra la falta de consensos reales respecto de la Convención de la Unesco de 2001 para la protección del patrimonio subacuático.

Una cosa es pensar con el deseo y otra cosa es pensar la realidad del acontecer internacional en la cual unos estados expresan sus intereses frente a otros estados. Una cosa es hacer votos piadosos para reclamar como propio un patrimonio cultural, incluso haciendo valer legislación propia, pero otra cosa es reconocer las opciones reales para hacer reclamaciones sobre los naufragios.

En la historia, la Santa Alianza no pasó de ser “el lema de una política”, sin papel político efectivo en la práctica. Fernand Braudel constató que el devenir histórico es como una ópera en la cual las notas separadas constituyen un caos ruidoso, mientras que juntas y bien concertadas pueden hacer una buena sinfonía. ¿Podrán los estados de América y el Caribe componer una buena sinfonía?

* Profesor de la Universidad Nacional de Colombia.

Fuente: El Espectador.

Colombia y España no logran acuerdo sobre Galeón San José

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Exploración Galeón San José

Colombia y España no logran acuerdo sobre Galeón San José

El ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, y su homóloga colombiana, María Ángela Holguín, junto a la ministra de Cultura del país latinoamericano, Mariana Garcés, mantuvieron un encuentro en el marco de la reunión de cancilleres iberoamericanos celebrada hoy en Cartagena de Indias (Colombia).

Ambos ministros, en una declaración sin preguntas en la sede de la cancillería colombiana en Cartagena, admitieron “discrepancias jurídicas” sobre la propiedad del Galeón San José, pero acordaron trabajar juntos para buscar fórmulas encaminadas a la conservación y la protección de “un pecio que es patrimonio de la humanidad“.

El jefe de la diplomacia española aprovechó su asistencia a la reunión iberoamericana para recabar información sobre el galeón, hundido el 8 de junio de 1708 con un cargamento de oro y plata y hallado el pasado 27 de noviembre por las autoridades colombianas.

Galeón San José
Colombia y España no logran acuerdo sobre Galeón San José

El pasado 9 de diciembre el Gobierno español envió una nota verbal a Colombia en la que le pedía toda la información disponible sobre este hallazgo y la explicaba los motivos sobre los que se sustenta su posición.

“Estoy seguro de que encontraremos fórmulas de entendimiento”, dijo hoy el ministro español.

Holguín apostó por seguir conversando y garantizó que su país dará respuesta a la nota verbal española “prontamente” a partir de los estudios que ha hecho el Ejecutivo colombiano.

García-Margallo y Holguín destacaron las “excelentes” e “inmejorables” relaciones y se mostraron seguros de que encontrarán una solución a este asunto.

La canciller colombiana subrayó que el San José no “dividirá” a España y Colombia.
“Trabajaremos juntos”, añadió.

García-Margallo explicó que la obligación de conservar y preservar el Galeón San José está consagrada en las dos leyes: en la española en la de 1985 de patrimonio histórico y en la colombiana del año 2013 sobre el patrimonio subacuático.

Los títulos que invoca España, discutidos por Colombia, continuó el ministro, es que el San José era “un buque de guerra, un pabellón de Estado, que cuenta con inmunidad soberana, reconocida por el convenio de Naciones Unidas de derecho del mar”.

España apoya su reclamación en la convención de la Unesco sobre protección de patrimonio cultural subacuático de 2001, un convenio que no está ratificado por Colombia.
Y además, apuntó García-Margallo, el San José es una tumba marina en la que murieron 570 españoles.

“La convención de la ONU, que tampoco ha suscrito Colombia, establece la obligación de respetar las tumbas marinas”, añadió el jefe de la diplomacia española.

La canciller colombiana, por su parte, dejó claro que España y su país comparten un mismo objetivo: “Esto es patrimonio de la humanidad y el objetivo es cómo se conserva”.

El Galeón San José , que se hundió en 1708 en las costas de la ciudad de Cartagena de Indias con un cargamento de oro y plata, fue hallado el pasado 27 de noviembre, según reveló el presidente colombiano, Juan Manuel Santos.

El legendario San José y su buque gemelo, el San Joaquín, fueron construidos a finales del siglo XVII en los astilleros de Mapil, cerca de San Sebastián (norte de España), y en el momento de su hundimiento por una flota inglesa, el viernes 8 de junio de 1708, iba cargado con cerca de 11 millones de monedas de ocho escudos en oro y plata, según los historiadores.

El titular de Exteriores de España mantuvo también en Cartagena de Indias una reunión con su homóloga argentina, Susana Malcorra, exjefa de Gabinete del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon y recientemente nombrada canciller por el nuevo presidente del país latinoamericano, Mauricio Macri.

El encuentro de hoy reunió a doce ministros de Relaciones Exteriores de los 22 países iberoamericanos, una antesala de la XXV Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Conferencia Iberoamericana de 2016, que por primera vez repetirá sede, Cartagena de Indias, que ya la acogió en 1993.

En la reunión ministerial iberoamericana, que estuvo presidida por la propia Holguín y por la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan, se presentó a los cancilleres la temática de esa XXV Cumbre: “Juventud, Emprendimiento y Educación”.

El futuro académico y laboral de los jóvenes estará en el centro del debate en esa Cumbre de Cartagena.

Esta temática “sitúa a los jóvenes iberoamericanos en el centro de la discusión sobre las prioridades y políticas públicas que los Gobiernos iberoamericanos deben atender, dando así continuidad a los mandatos de Veracruz (México) y cumbres anteriores”, señalaron los cancilleres en un comunicado conjunto.

Según Grynspan, la comunidad iberoamericana se comprometió a tener “200.000 movilidades para el año 2020” y ya hay “40.000 aseguradas”.

Pintura representativa Galeón San José
Explosión del Galeón San José

EFE