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España: Galeón San José debe permanecer bajo el mar
El secretario de Estado de Cultura de España, José María Lasalle, ha reiterado que el Galeón San José, hallado en noviembre de 2015 frente a las costas colombianas, debe permanecer en el lecho marino. “España tiene una posición clara, el respeto a la convención de la Unesco que plantea una serie de protocolos de funcionamiento en relación con la protección del patrimonio subacuático”, dijo Lasalle en Cartagena, donde participa en la XVIII Conferencia Iberoamericana de Ministros de Cultura.
El pecio del galeón español San José fue hallado el pasado 27 de noviembre en el fondo del mar Caribe cerca de Cartagena de Indias, donde se hundió en 1708 durante una batalla con corsarios ingleses. El buque había partido unos días antes de Portobelo (Panamá) cargado con oro, plata y piedras preciosas procedentes de los antiguos virreinatos de la Nueva Granada y el Perú.
Desde el hallazgo ha habido disputas entre España y Colombia por la titularidad del galeón, ya que el país europeo aduce que la Unesco le ampara pues se trata de un “barco de Estado”, si bien han expresado su voluntad de alcanzar un acuerdo “amistoso”.
Según ha recordado Lassalle, los protocolos de la Unesco recogen que para proteger los pecios deben mantenerse “tal y como están” y subordinarlos a “criterios de investigación científica y de interpretación cultural”. Debe evitarse por tanto las actividades “especulativas” o “asociadas a monetarizaciones o explotaciones económicas que son poco conciliables con la arqueología y el patrimonio subacuático”, agregó Lasalle.
“No es una discusión la que se está haciendo en torno a la titularidad (del San José) porque los protocolos de la Unesco son claros: es patrimonio de la humanidad y trasciende las fronteras territoriales de cualquier país”, subrayó.
Por todo ello, dijo que el destino del buque español debe ser de “naturaleza académico-investigadora y cultural” y debe ser sometido a un proceso de interpretación que permita “determinar correctamente lo qué pasó con ese barco, así como las “circunstancias históricas que lo envolvieron”.
En opinión del funcionario, afrontar la exhibición o su valor comercial o económico es secundario. Preguntado acerca del estado de los diálogos entre Colombia y España, dijo que está en manos de las Cancillerías de ambos países porque “así se ha entendido que es la mejor manera de resolver la situación”.
Pintura de la batalla entre el Galeón San José y el navío inglés | Wikipedia
El rescate del galeón San José costará más de US$71 millones
El Ministerio de Cultura publicó los pliegos en los que se detallan los pormenores para los interesados en sacar del lecho marino los tesoros del pecio, y se indica que se realizará a través de una asociación público privada (APP) “sin desembolso de recursos públicos“.
El rescate del galeón San José, hundido frente a las costas de Cartagena de Indias en el siglo XVIII, tendrá un costo de $197.700 millones (unos US$71,3 millones), según la licitación del Ministerio de Cultura de Colombia.
El despacho oficial publicó los pliegos en los que se detallan los pormenores para los interesados en sacar del lecho marino los tesoros del pecio, y se indica que se realizará a través de una asociación público privada (APP) “sin desembolso de recursos públicos”.
El documento agrega que a través de la APP también se busca “la intervención, preservación y aprovechamiento económico de los bienes que se encuentran en el polígono autorizado en el mar Caribe“.
Igualmente, incluye “el diseño, la construcción, operación y mantenimiento de la infraestructura pública asociada, la cual se compone de un laboratorio para la conservación de materiales y un museo que permita la divulgación y apropiación del patrimonio cultural de la Nación”.
Según el Ministerio de Cultura, el proyecto representará una fuente económica, cultural, científica y académica de gran valor para la sociedad de Cartagena generando condiciones para aumentar el nivel educativo.
“Es previsible que por su importancia histórica, científica y cultural las infraestructuras de preservación y divulgación atraigan un alto número de público en general y especializado de visitantes extranjeros”, dice el documento.
El ministerio ha señalado “la intención” de adjudicar el contrato a Maritime Archaeology Consultants Switzerland AG “si no existieren otros interesados en la ejecución del proyecto”.
Esa compañía, agrega el despacho, presentó una iniciativa de asociación público-privada y forma parte de la “lista de precalificados”.
Sin embargo, al Ministerio aclara que de todos modos “el Gobierno evaluará con sus equipos técnicos todas las propuestas y aprobará la más conveniente para el Estado colombiano de conformidad con los pliegos”.
El legendario galeón San José fue hundido por una flota de corsarios ingleses el 8 de junio de 1708 en las cercanías de Cartagena de Indias, hacia donde se dirigía cargado, según crónicas de la época, con cerca de 11 millones de monedas de ocho escudos en oro y plata, que había recogido en la feria de Portobelo (Panamá).
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, anunció el 4 de diciembre de 2015 que el pecio del San José había sido hallado en el fondo del mar Caribe.
Desde el hallazgo han surgido disputas entre España y Colombia por la titularidad del galeón, ya que el país europeo aduce que la Unesco le ampara pues se trata de un “barco de Estado“.
Sin embargo, las partes han expresado su voluntad de alcanzar un acuerdo “amistoso”.
Woods Hole Oceanographic Institution – WHOI los descubridores del galeón San José
Aunque cualquier empresa interesada puede ofertar, el diaro Colombiano El Espectador revela la historia de la entidad que lo encontró a finales de 2015, y es la primera opción para asociarse con el Gobierno en la tarea de subir el tesoro a la superficie.
La misma tarde del 4 de diciembre de 2015, luego de que el presidente Juan Manuel Santos anunciara vía Twitter: “Gran noticia ¡Encontramos el galeón San José!”, el científico Jeff Kaeli no se aguantó las ganas de contar lo que había estado haciendo en Cartagena durante semanas y tuiteó en inglés: “¡Es oficial! Por esta razón he estado en Colombia! ¡Encontramos el Galeón San José!”.
Jeffrey W. Kaeli fue uno de los operadores del vehículo submarino no tripulado Remus 6000 que estableció las coordenadas exactas para confirmar que se trataba del galeón español hundido por los ingleses cerca de las Islas del Rosario el 8 de junio de 1708.
Dos días después la investigadora oceánica Amy L. Kukulya, amiga de Kaeli, reconfirmó en Twitter: “En Colombia se descubre el naufragio del legendario galeón español, encontrado por mis colegas @Whoi @remusauv”. La científica Loral O’Hara también dejó constancia de las buenas noticias desde “Columbia”: “@WHOI y Remus reportan descubrimiento del legendario galeón San José”. Horas después el propio Grupo Remus admitió: “Los Remus 6000 que faenan en aguas colombianas han encontrado los restos del naufragio del San José, 307 años después de su hundimiento”.
Testimonios como estos responden la pregunta que el Gobierno Nacional no ha respondido: ¿Quién encontró, con el apoyo de la Armada Nacional de Colombia, el naufragio? -El proceso de búsqueda y localización del “santo grial de los galeones de la Colonia” ha estado cobijado por el secreto que en esta fase prevén las normas de asociación público-privada con que se formalizará la operación de rescate antes de que termine 2017-.
Fue el Whoi, que es la sigla de la Woods Hole Oceanographic Institution, la firma de investigación oceanográfica privada más grande del mundo. La misma prestigiosa entidad que pasó a la historia por el descubrimiento del Titanic en septiembre de 1985, fruto de un trabajo paciente, respaldado por tecnología de punta, exhibida a cualquier turista en su sede principal en el pueblo de Woods Hole, Massachusetts, costa atlántica de Estados Unidos, cerca de Nueva York. Allí funciona el centro de educación e investigación Whoi, donde trabajan científicos de todo el mundo, incluidos colombianos financiados por Colciencias, comprometidos con la filosofía de quienes lo fundaron en 1930: explorar todos los océanos del planeta para beneficio de la humanidad y, en teoría, sin ánimo de lucro.
Como si se tratara de un parque de Disney, cualquiera puede recorrer la exposición sobre la emocionante búsqueda del Titanic y tomarse selfies en las réplicas del Knorr y el Alvin, los submarinos que localizaron y detallaron el famoso buque que se hundió en el Atlántico Norte a comienzos del siglo XX. Seguramente el hallazgo del San José se convertirá allá en una próxima atracción.
Una vez la Armada Nacional verificó que se trataba de los mejores oceanógrafos, durante 2015 designó al buque ARC Malpelo, el más moderno del país, para apoyar las labores en alta mar. El monitoreo del lecho marino del archipiélago del Rosario se dirigió con el Seabed Prince, “Príncipe de los fondos marinos”, un buque rojo y blanco, operado por la empresa Swire Seabed AS, construido en 2009 y parte del grupo Swire Pacific Offshore (SPO) desde febrero de 2012.
Desde su cubierta se manejaron vehículos no tripulados, cámaras de alta resolución submarina Schilling HD35, otras de la Inside Pacific Inc., aparte de otros equipos de precisión de la Palfinger Marine y Emepc 2094. Operarios con el emblema de Swire Seabed aparecen en los videos difundidos por el Gobierno desde finales de 2015, con uniformes color naranja, manipulando equipos UTEC DA 4G O 40. Había 70 tripulantes extranjeros.
A la plataforma de ese barco llegó el presidente Santos en el helicóptero de la Armada ARC 228, para recorrerlo bajo la guía de Ernesto Montenegro, director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh) y cerebro de la operación del lado colombiano. En la sala de mando lo pusieron al tanto del primer año de la fase de prospección: le mostraron los planos levantados del San José, con resaltados amarillos y morados, dependiendo de si se trataba de información confirmada o por confirmar, y en letras verdes las zonas de exploración marcadas con letras mayúsculas A y B, en las que se observan anotaciones como “verificar si hay palanquetas o enramadas”. Cada dato es confrontado con los documentos originales y sellados de la historia del galeón, digitalizados en el Archivo de Indias de Sevilla, España, donde está la historia de cada embarcación oficial de la Colonia, desde su fabricación hasta su hundimiento, así como el manifiesto de carga y hasta su inventario de cerraduras y llaves, así como la relación de tripulantes y viajeros.
Para cada objetivo, desde las arcas con tesoros, pasando por el armamento, hasta los restos humanos y las porcelanas, hay mapas de base, divididos por áreas delimitadas en gráficas digitales azules, con zonas amarillas y rojas marcadas por los sonares. Especialistas en mecatrónica, robótica, oceanografía, química y física aportan información. Una vez se decida el contratista que completará la asociación público-privada, la “exhumación” demandará unos seis meses.
Por ahora, quien tiene la primera opción es el Whoi, por ser el descubridor, el que arriesgó su capital para demostrar que podía hallar el San José. Sin embargo, el Gobierno convocó una audiencia pública en Cartagena el pasado 14 de julio para explicar que cualquier empresa interesada y calificada puede hacer una oferta para el rescate.
Del proceso está pendiente la firma estadounidense Sea Search Armada, porque desde 2007 la Corte Suprema de Justicia la declaró la descubridora de un naufragio que sería el San José -en coordenadas denunciadas por SSA desde 1982 y ratificadas por la Armada Nacional-, con derechos sobre la mitad de lo que se considere tesoro, es decir, los elementos repetidos o que no sean calificados como patrimonio sumergido inalienable por el Consejo Nacional de Patrimonio.
Según dijo el abogado de SSA, Danilo Devis, ellos no se presentarán como ofertantes, sino demandarán al gobierno y a su contratista y, mientras la disputa judicial por el San José se define, pedirán el embargo de cualquier objeto que sea subido a superficie. SSA ha intentado desde hace diez años realizar el rescate por su cuenta, con autorización colombiana, pero le han negado la expedición al lugar, en el caso del gobierno Santos porque asegura que localizó el galeón en un sitio distinto al que los norteamericanos habían reportado.
Ellos insisten en que vendrán en buques con bandera de Estados Unidos, el presidente Donald Trump notificado de por medio, para hacer valer sus derechos. La Armada colombiana activó anillos de seguridad y la ministra de Cultura, Mariana Garcés, será la encargada esta semana de hablar por primera vez del papel del Whoi y del futuro del naufragio que se convertirá en museo en Cartagena.
El Whoi se ha concentrado durante los últimos años en entender cómo afecta y afectará al mar el cambio climático, y las consecuencias sobre los seres humanos. La institución forma los científicos más importantes a nivel oceanográfico del mundo. Las mil personas con las que trabaja se especializan en vida oceánica, océano costero, océano y cambio climático, y exploración de los fondos oceánicos. Este último departamento es el que estaría encargado de ejecutar un acuerdo de trabajo con el Gobierno de Colombia para asesoría y transferencia de tecnología en todo el proceso de georreferenciación, inventario, estudio y rescate del galeón San José luego de 35 años de frustraciones y litigios.
Por eso el presidente Santos dijo el 5 de diciembre de 2015 que para esta misión lo asesoró del dream team de los océanos, como llaman al equipo que encontró el Titanic: científicos del Instituto de Arqueología Náutica estadounidense, de la Oficina Nacional de Santuarios Marítimos, del Centro de Recursos Submarinos y del ya mencionado Woods Hole, sumaron esfuerzos para garantizar el éxito de la expedición oceánica más exigente y de la cual hemos visto documentales desde que localizaron el naufragio hasta que lo reconstruyeron digitalmente en tercera dimensión sentando las bases de la arqueología marina moderna. Quienes trabajan en el proyecto San José, como en el Titanic, firmaron “cláusulas de reserva”.
Para una fuente de la Armada Nacional, que pidió omitir su nombre, conocer a estos expertos ha sido un honor. Aprendió cómo se halló y se sigue aprendiendo del Titanic, modelo que se está usando en el caso colombiano, aunque el trasatlántico está a casi 4.000 metros de profundidad y el galeón a mil.
La flota del Whoi incluye dos Remus 6000 y los robots Knorr y Alvin, aparte de los ultramodernos buques oceanográficos R/V Atlantis y R/V Oceanus, que cuentan con el apoyo, si lo piden, de la Marina de Estados Unidos. En caso de que se requiera submarino tripulado, el Whoi ofrece el R/V Tioga, un vehículo a control remoto por cable llamado Jason/Medea y vehículos autónomos como el Explorador Béntico Autónomo y el Seabed.
Desde que se fue a pique en 1912, con 2.224 pasajeros a bordo, el Titanic estuvo perdido casi un siglo en el fondo del mar hasta que, en septiembre de 1985, los restos fueron encontrados por el equipo liderado por Robert Ballard, científico que también habría sido consultado para oír su opinión sobre la forma como debe abordarse el San José. Desde el Knorr, Ballard ubicó al Titanic con base en la información del robot no tripulado Argos, que durante diez días había hecho un barrido del suelo marino.
En total se han hecho nueve expediciones al que se convirtió en el sepulcro de 1.514 personas y cada vez se desarrollaron más las posibilidades del Remus 6000 y del Remora 6000, los submarinos con aspecto de torpedo, no tripulados y que ahora están al servicio del proyecto del Gobierno de Colombia, equipados con cámaras fotográficas, de video, radares y sonares de última generación, que permiten levantar un mapa tridimensional.
La “metodología Titanic” será la base para el trabajo en el San José al menos durante los próximos cinco años, explica un arqueólogo submarino que asesora al Gobierno en la etapa de prospección. Para imaginar lo que viene, me invita a revisar la edición sobre la “Expedition Titanic 2010” que publicó la revista de la National Geographic en 2012.
A la hora de procesar fotografías el Whoi pone a disposición su Laboratorio de Imagen y Visualización Avanzada. Bill Lange es quien lo dirige y confronta los datos de los submarinos a control remoto ROV con los de los autónomos conocidos como AUV. Gracias a esa fusión reconstruye escenarios vedados al ojo humano.
El primer paso es crear una base de datos a partir de las evidencias del lugar, que se cruza con la base de datos que ya se tiene sobre la historia del galeón. De esta manera no se cometerán errores que afecten el patrimonio sumergido a la hora de intervenir el naufragio. Pieza por pieza, cañón por cañón, objetos, metales como oro y plata, piedras preciosas, tal vez partes del casco, se irán catalogando allí y subiendo a la superficie “entre algodones” para ser sometidos a un proceso de conservación antes de cualquier tipo de exhibición.
¿Quiénes más integraron ese dream team del que se está sirviendo Colombia?
Gregory Packard, director del Laboratorio de Sistemas Oceánicos del Whoi, fue “el mago” que operó los Remus 6000 hasta lograr las condiciones de iluminación y telemetría requeridas para una profundidad donde el océano sólo ofrece oscuridad, y David Gallo, director de Proyectos Especiales del Whoi lideró la expedición Titanic 2010 junto a arqueólogos de la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica (Noaa) y representantes del Instituto Waitt, fabricante de los Remus. Además, se habla de la firma Hydroid Inc., especializada en submarinismo arqueológico y registrada en Pocasset, Massachusetts, división de la multinacional norteamericana Konsberg Maritime.
Sea porque van a trabajar con el gobierno de Juan Manuel Santos o porque saben de la importancia científica del hallazgo del San José, estos cerebros, en su mayoría estadounidenses y británicos, han puesto en sus radares a Colombia. Vaticinan que el San José se convertirá en “el Titanic del siglo XXI” camino a la elaboración del primer mapa tridimensional de galeones hundidos. “El mar Caribe colombiano es el mayor camposanto (no olvidan a los miles de tripulantes ahogados) de las cápsulas de tiempo que permitirán recuperar la memoria de la época posterior al descubrimiento de América”.
El arqueólogo explica que a ese nivel de conocimiento, la mayoría de investigadores submarinos se conocen y se apoyan, razón por la cual terminan encontrándose en escenarios similares. Tal fue el caso del vuelo MH370 de Malaysia Airlines, desaparecido el 8 de marzo de 2014 y que no ha podido ser localizado en el océano Índico.
Otra experiencia traída a Colombia donde sí pudieron probar una vez más las ventajas de los Remus 6000 fue en la búsqueda del vuelo 447 de Air France que se perdió en el Atlántico después de despegar de Brasil rumbo a Europa, con 228 pasajeros a bordo la noche del 31 de mayo de 2009. El lugar de impacto en el océano era desconocido y para encontrar las cajas negras y los restos hubo que reunir a oceanógrafos de 11 institutos que trabajaron basados en la última señal de navegación que había transmitido la computadora del avión. Teniendo en cuenta las corrientes oceánicas, que también serán otro factor importante para evaluar la posición y acometimiento del San José, delimitaron un área de búsqueda de 750 millas cuadradas.
Las principales herramientas de precisión fueron estos vehículos submarinos autónomos que pesan 1.900 libras y pueden viajar 22 horas continuas, a velocidad promedio de seis kilómetros por hora, para permitir escaneo a un ritmo de media milla de terreno por pasada. Allí estuvo, como en el caso del Titanic, Dominique Rissolo, director del Instituto Waitt, para verificar que los aparatos estaban usando a tope los sonares de visión lateral para armar el mapa del lecho e identificar objetos anómalos hasta descubrir los restos del avión y de los pasajeros.
A este tipo de estudios se refirió el presidente Juan Manuel Santos cuando explicó que el sonar había detectado en principio miles de anomalías en el terreno y se mantuvo el rastreo hasta que 30 fueron catalogadas como de origen antrópico, es decir, cultural, y entre esas estarían seis, una correspondió al San José y las otras a posibles naufragios de varias épocas.
Son técnicas perfeccionadas por Andrew J. Sherrell, uno de los tres genios de sonar más experimentados del mundo, en inglés un Lead Sonar Analyst de categorías 1 y 2, que presta servicios a través de Sherrell Ocean Services, con la que participó en la búsqueda del vuelo MH370. Es graduado en ingeniería oceánica del Instituto de Tecnología de Florida y se hizo conocido como empleado de Oceaneering International Inc. y del Harbor Branch Oceanographic Institute.
David Gallo, el director de proyectos especiales del Whoi, lo calificó vía Twitter como “el mejor experto en sonar con el que he navegado”. Lo llama “El señor de los pings”, en relación con el talento que tiene para manejar los programas computarizados de los submarinos en asociación con los sonares. Los pings tienen que ver con una señal sonora que se envía para detectar si hay algún obstáculo; si ésta vuelve significa que hay algún cuerpo o barrera en la trayectoria de la transmisión. Así se puede calcular la distancia del objeto detectado mediante el tiempo que tarda en retornar la señal.
En los videos difundidos por el gobierno se dice que “la historia del galeón saldrá a flote y revelará todos sus secretos”. Esperemos que sea cierto.
* Autor del libro “El galeón San José y otros tesoros. Relatos de intrigas y conspiraciones” (sello Aguilar).
Inversionista se encargará de extracción del Galeón San José
El Presidente Santos dijo ya hay una “propuesta” que cumple con los “más altos estándares”.
El presidente Juan Manuel Santos anunció este miércoles que a través de una asociación público- privada se iniciarán los estudios para la extracción del Galeón San José.
“Hoy puedo anunciar a Colombia y al mundo que, luego de más de dos años de estructuración, ya contamos con una propuesta que cumple con los más altos estándares científicos, tecnológicos y financieros requeridos para el conocimiento del patrimonio cultural”, afirmó el Presidente.
Según Santos, se trata de un inversionista que se encargará de sacar el buque del fondo del mar y garantizará un proceso “respetuoso con los valores históricos y patrimoniales del galeón”.
El Galeón San José fue hallado en diciembre de 2015, tras haber estado sumergido en el fondo del océano por más de 300 años. No se sabe con exactitud la riqueza que contenga la nave.
Fotografía del “mapa secreto” que permitió hallar el Galeón San José
El mandatario también anunció que “el inversionista está dispuesto a contratar a los mejores del mundo para esta misión” y que los recursos para esta misión saldrán de una alianza entre el sector público y el sector privado.
“Nadie en el mundo ha propuesto una intervención científica de esta magnitud”, afirmó Santos y agregó que esta se podrá hacer gracias a la ley que regula el patrimonio sumergido del país.
Invitación del 5 de julio para dar a conocer avances de la investigación, exploración y divulgación de la extracción del Galeón San José
El 14 de julio se conocerá la empresa responsable del rescate del Galeón San José
Hasta el 14 de julio no se conocerá la identidad del inversionista que financiará la empresa que busca rescatar del fondo del mar los restos y la carga del Galeón San José, el “Santo Grial” de la arqueología subacuática, como lo catalogó el presidente Santos ayer desde Cartagena.
Durante décadas se ha especulado acerca de lo que se llevó el San José, además de las vidas humanas de centenares de pasajeros y tripulación. No son un asunto menor, ni la carga (que reclaman entre otros España y un grupo de ‘cazatesoros’) ni las vidas humanas (el Gobierno español ha reiterado que el barco mismo es la tumba de un grupo de sus conciudadanos fallecidos hace más de 200 años) que yacen a unos 700 o 1000 metros de profundidad.
Para quienes trabajamos en arqueología, la emoción del hallazgo y la posibilidad de recuperar parte de la historia marítima de España y América, las técnicas de construcción naval y una aproximación única a un momento particular de la vida social y económica, y por qué no, a las historias individuales de las personas que murieron trágicamente aquel 8 de junio de 1708, justifica el esfuerzo que, actualmente, lidera el Gobierno colombiano a través del Ministerio de Cultura y del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
Como no se había visto antes en nuestro país, un hallazgo arqueológico es tratado con un protocolo de Estado, al estilo de países como Egipto, que congregan a jefes de gobierno y altos dignatarios para la presentación de los nuevos hallazgos arqueológicos.
Contrario a la mezquindad de algunos arqueólogos -cuyos intereses políticos y económicos desconocemos, y que preferirían dejar el Galeón en el fondo del mar- el gobierno de Santos se ha decidido por la figura de la Asociación Público Privada (APP), en el propósito de obtener los recursos económicos que permitan la investigación, intervención, conservación y divulgación de todo lo relacionado con el Galeón, para disfrute de los colombianos y de quienes nos visiten, dándole a nuestro país un nuevo atractivo turístico imperdible, con todos los beneficios que ello implica.
“En agua o en tierra ES patrimonio cultural: inalienable, inembargable e imprescriptible”
Por supuesto, es de subrayar que dicha APP es posible gracias a la Ley 1675 de 2013 o Ley de Patrimonio Sumergido a la que, siendo un proyecto en discusión en el Congreso de la República, se opuso de manera vehemente quien escribe, junto con un grupo de colegas y ciudadanos.
En su momento, el Gobierno hizo valer sus mayorías en el Congreso para aprobar esta norma, a pesar de los argumentos esgrimidos en favor de que el patrimonio cultural sumergido tuviese el mismo régimen legal de protección del patrimonio arqueológico terrestre. «En agua o en tierra ES patrimonio cultural: inalienable, inembargable e imprescriptible», fue uno de los lemas del espontáneo movimiento ciudadano Unidos por el PCS.
Galeón San José
Gracias a esa intervención, el proyecto de ley mejoró en algunos aspectos, de los cuales vale la pena resaltar el que congregará otra vez a los colombianos el 14 de julio: la posibilidad de contratar las actividades de intervención y aprovechamiento económico a través de la ley 80 y otras normas de contratación pública, ¡que no estaban en el proyecto original!
No se pudo ganar en su momento la dura batalla por la eliminación del criterio de repetición y la prohibición expresa de pagar al inversionista privado con hasta (otra expresión introducida en el fragor de las discusiones en la Cámara de Representantes, cuando los poderosos ‘cazatesoros’ pedían taxativamente la mitad de lo hallado) el 50% de lo hallado que no fuese declarado patrimonio cultural (es decir, lo repetido).
En el proyecto original, dicha facultad estaba en manos de una Comisión que creaba la misma ley, compuesta por siete u ocho miembros, todos nombrados por el Presidente de la República. Por fortuna, en alguno de esos debates se logró que tal labor quedara en manos del Consejo Nacional del Patrimonio Cultural, de conformación más plural y con mayores garantías de independencia de sus miembros.
Afortunadamente, también, estas y otras acciones de un pequeño grupo de académicos (como por ejemplo la recolección de 3000 firmas para pedir al presidente Santos no sancionar la ley), apoyados por partidos minoritarios en el Congreso, muy conscientes ellos del valor del patrimonio cultural y la importancia de su preservación, terminaron de redondearse a favor del patrimonio cultural en la Corte Constitucional que, en tres sentencias moduló los alcances nefastos de la ley que salió del congreso.
Por ejemplo, declaró inexequibles dos parágrafos que le quitaban el carácter de patrimonio cultural a los bienes seriados o con valor de cambio o fiscal (monedas, lingotes, etc.) y, por otro lado, introdujo, en adición a los criterios de representatividad, singularidad, repetición, estado de conservación e importancia científica y cultural, contenidos en la Ley 1675, el criterio de unidad, según el cual, cuando una declaratoria de interés cultural recae sobre una colección o conjunto de bienes, esta contendrá las medidas pertinentes para su conservación como unidad indivisible (Sentencia C-264/14). Desde una perspectiva arqueológica, esta noción hace referencia a que, como es universalmente aceptado, un yacimiento arqueológico constituye una unidad cuya legibilidad e interpretación es posible si se documenta, recupera y conserva como tal.
Los anuncios de una investigación científica rigurosa, a cargo de los mejores científicos del mundo, con la mitad de ellos formados en Colombia y con las consideraciones hechas sobre conservación de los bienes y su depósito y exhibición en Cartagena de Indias, han llevado a desvanecer paulatinamente nuestros peores temores, presentes durante el trámite de la ley.
Por supuesto, aún queda la posibilidad de que se pague al inversionista con aquello que no sea patrimonio (que será nada, si el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural aplica de manera rigurosa los criterios anunciados anteriormente). Si el Consejo no aplica estos criterios, aún queda la posibilidad, contemplada en la misma Ley, de pagar al inversionista con recursos de la Nación. En ese caso, ¿cuánto puede valer un proyecto de esta magnitud? ¿50, 300, 500 millones de dólares? ¡Mucho menos de lo que cuesta anualmente la corrupción! ¡Mucho menos de lo que costaron los sobrecostos de Reficar!
Y esta inversión, en cambio, servirá, como bien dijo el Presidente en su intervención desde Cartagena, para que el Galeón San José, sea también un motivo para unirnos como nación.
Es cierto que aún le faltan otros frentes a Santos, a Garcés y a Montenegro en su empeño por “rescatar” el San José. La Sea Search Armada y el Gobierno español tienen sus pretensiones, y están a la espera de lo que se encuentre y del destino final que se le dé. Pero esa es otra historia.
JOSÉ LUIS SOCARRÁS
Director Programa de Arqueología
Universidad Externado de Colombia.
Twitter: @socarraspi / El Tiempo
El Galeón San José es de Colombia: Consejo de Estado
Cuando a finales del 2015, el presidente Juan Manuel Santos anunció el hallazgo del Galeón San José, varios historiadores quedaron más alarmados que contentos. Para ellos, la pelea por quién tiene la propiedad del tesoro sumergido más valioso de la humanidad terminará diluyendo la eufórica noticia que alegró tanto al país.
Además de los anunciados litigios internacionales, en los tribunales colombianos el tema no ha sido del todo zanjado. Aunque la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia emitió un fallo en el año 2007, en donde le reconoció propiedad a la empresa Sea Search Armada del 50% del tesoro encontrado, esta decisión podría estar a punto de chocar con un fallo en el Consejo de Estado.
El alto tribunal se alista para definir la legalidad de la resolución, expedida por la Dimar, en donde se le concedió el carácter de denunciante a la empresa de ‘caza tesoros‘ llamada en ese entonces Glocca Morra. Esta resolución, que es considerada el origen de todos los problemas, fue controvertida por el profesor Antonio José Rengifo, doctor en derecho del mar de la Universidad de Londres y director de Centro de Pensamiento de mares y Océanos de la Universidad Nacional. El académico la demandó por considerarla ilegal.
Para él, el gobierno colombiano se saltó todas las verificaciones arqueológicas necesarias que ordenaba la Ley y tampoco consultó con las autoridades competentes para expedir un documento que afectó los derechos de todos los colombianos. Rengifo interpuso una acción popular a la que ahora, después de varios años, el magistrado de la Sección Segunda del Consejo de Estado William Hernández le da la razón.
La resolución en cuestión, firmada en 1982, le concedió derechos a la empresa estadounidense con base en un reporte de carácter confidencial. Allí –dice el documento- están las “coordenadas de la ubicación de un tesoro o especie náufraga en el mar Caribe colombiano”.
Para el magistrado, está demostrado que la resolución fue expedida de manera irregular y violó la ley. Asegura que es la causa directa de la grave amenaza o peligro de los derechos colectivos a la moralidad administrativa, la defensa del patrimonio público y cultura (sumergida).
El jurista en su estudio reabre una discusión que parecía zanjada por la sentencia de la Corte. Indica que el patrimonio cultural sumergido hace parte del patrimonio arqueológico, con lo que la totalidad de lo hallado es de propiedad de la Nación. En consecuencia, así en el interior del galeón haya monedas, lingotes de oro o plata o piedras preciosas en bruto -lo que es considerado como tesoro- el contenido esta cobijado por normas prevalentes que protegen el patrimonio cultural sumergido.
“El patrimonio cultural pertenece a la Nación, y sobre él no pueden coexistir dos regímenes: el del tesoro y el del patrimonio cultural”, dice la ponencia.
Para el magistrado del Consejo de Estado, en consecuencia, la institución civilista está absolutamente excluida de los litigios relacionados con especies náufragas, por lo cual no era la competente para pronunciarse. En cambio, como Consejo de Estado reclama competencia para revisar la legalidad de cualquier acto administrativo.
Considera además que el peligro y los daños persisten, por lo que entra a estudiar de fondo el acto administrativo, cuyos efectos están suspendidos, con el fin de evitar mayores consecuencias.
De esta manera, se acerca una nueva batalla del galeón en los estrados judiciales. Fue hundido hace 300 años en el caribe colombiano, sin embargo, el destino de su contenido, aún invaluable, apenas está por trazarse.
En el año de 1708, el galeón se hundió varios kilómetros al oeste de Cartagena, cargado coon 200 toneladas de oro y plata, aquí, el paso a paso desde que salió de puerto, en España, pasando por su desaparición, hasta su hallazgo.
Marzo 10 de 1706
El Galeón San José Zarpó de España
El capitán general José Fernández de Santillán, conde Casa Alegre, levó anclas en Cádiz (España) al mando de un convoy de 26 navíos mercantes y tres galeones escoltas construidos para la Carrera de Indias: el San José, la nave capitana; su gemelo el San Joaquín, la almiranta, ambos de 64 cañones; y el Santa Cruz, del Gobierno, que montaba 44 cañones.
Abril 27 de 1706
El Capitán General José Fernández de Santillán, conde de Casa Alegre llegó al continente con su convoy, cruzando el océano sin flota de guerra francesa, que debía protegerlos, y arribaron a Cartagena el 27 de abril de 1706. En la Heroica estuvieron por dos años, hasta febrero de 1708.
Febrero 2 de 1708
Galeón San José
El convoy de Casa Alegre Zarpó de Cartagena hacia el puerto de Portobelo, en lo que hoy es Panamá, pero que en ese momento hacía parte de Colombia, para recoger un botín de oro y plata entre otros objetos y valiosos, que pertenecían al Virreinato del Perú. El día 10 de febrero de 1708 fue la llegada al actual suelo panameño.
Mayo 28 de 1708
Salió de Portobelo
Aunque poseían información de que naves inglesas podrían emboscarlos, El Capitán General José Fernández de Santillán, conde de Casa Alegre tomó la decisión de salir del puerto panameño con todo y tesoro, pues tenía una cita impostergable en la Habana.
Junio 8 de 1708
El comodoro inglés Charles Wager emboscó el convoy del San Gosé en cercanías a las Islas del Rosario, ubicadas a 30 millas náuticas de Cartagena. La flota de Casa Alegre intenta enfrentarse a la que dirige Wager, pero estas últimas son más poderosas y el galeón, cargado con todos los tesoros del Virreinato del Perú , se hunde.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos afirma que lo han hecho en los últimos meses es estructurar una alianza público privada para rescatar el Galeón San José, lo primordial es que se va a rescatar un patrimonio arqueológico que tendrá como destino mostrarlo con la construcción de un nuevo museo ubicado en la ciudad de Cartagena.
Fue presentado el nuevo libro: el Galeón San José y otros tesoros
El escritor Héctor Abad Faciolince, autor de libros de memoria histórica como “El olvido que seremos” y columnista de El Espectador, presentó esta semana en la Universidad Eafit, en Medellín, el libro “El galeón San José y otros tesoros” (sello editorial Aguilar). En charla con Nelson Fredy Padilla, autor de la investigación fruto de una obsesión de más de quince años, hablaron de periodismo de largo aliento, crónica, literatura e historia.
Según Padilla, editor dominical del diario El Espectador, la obra “es un viaje de aventuras que, sin saberlo, surgió hace 17 años cuando tuve el privilegio de trabajar con Gabriel García Márquez en la revista Cambio y una mañana le pregunté por qué incluyó un galeón como imagen de portada de la primera edición de “Cien años de soledad” y en el argumento. Por eso el primer capítulo es un homenaje a él y a la forma cómo usó luego el galeón San José en “El amor en los tiempos del cólera” y sus inquietudes marítimas en un cuento”.
No es un trabajo que surgió a raíz de que en noviembre del 2015 el presidente Juan Manuel Santos reportara el hallazgo del galeón San José. Al contrario, el autor había propuesto el libro años atrás y fue a raíz del anuncio del gobierno que la editorial le pidió terminar los borradores que tenía. ¿Qué le ofrece al lector? Cada uno de los 31 capítulos del libro está conectado con algún viaje en busca de información. Fue al Archivo General de Indias, en Sevilla, España, donde estuvo por primera vez en 2006, que contiene la documentación histórica para emprender el viaje mayor a los siglos XV, XVI, XVII y XVIII, para entender cómo los conquistadores saquearon el Nuevo Mundo. Otros lugares claves en el libro son Portobelo, Panamá, donde fue cargado el San José por última vez, e incluye idas y vueltas al Caribe colombiano, sobre todo a Cartagena, Tierrabomba y las Islas del Rosario.
Otro nivel interesante es el documental, pues reconstruye las historias de los principales galeones de esa época, que sólo manejan investigadores especializados a los que el periodista entrevistó y confrontó con los libros de historia. En ese proceso surgieron personajes claves que van desde el naufrólogo italiano Claudio Bonifacio, pasando por legendarios cazatesoros norteatericanos, hasta el historiador náutico colombiano Daniel de Narváez, a cada uno de los cuales dedica algún capítulo. El resultado: 31 relatos de conspiraciones e intrigas vistas desde la propuesta estética de un cronista.
El patrimonio que se encuentre será de propiedad de Colombia, determinó el tribunal
La Sala Plena del Consejo de Estado determinó que el Patrimonio Cultural Sumergido que eventualmente se encuentre en el lugar del naufragio del Galeón San José, pertenece a la Nación.
La Corporación explicó que cuando se haga la recuperación efectiva del naufragio, será el Consejo Nacional del Patrimonio Sumergido el que tiene la competencia para definir si hay algo que pueda considerarse un tesoro y para determinar qué tipo de bienes constituyen patrimonio sumergido.
“A la fecha de expedirse esta sentencia aún no se ha encontrado naufragio alguno en el sitio exacto (…) En caso de que ello ocurriere, las normas hoy vigentes han precisado que el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural es la única entidad competente para decidir cuales bienes de un hallazgo han de ser considerados patrimonio cultural sumergido, sin más condicionamientos que los impuestos por los criterios de representatividad, singularidad, repetición, estado de conservación e importancia científica, tal y como lo indicó la Corte Constitucional en la sentencia C-264 de 2014”, dice el fallo.
Y aclaró que:
“bienes que el Consejo considere excluidos de la categoría de Patrimonio Cultural Sumergido, se regulan por las normas del Código de Comercio y los artículos 710 y concordantes del Código Civil en cuanto al salvamento”.
La determinación del Consejo de Estado se dio al negar una acción popular que buscaba tumbar la resolución 354 de la Dirección General Marítima y Portuaria (Dimar) del 3 de junio de 1982, que le dio el carácter de denunciante del Galeón San José a la empresa Compañía Glocca Morra, que tiene como cesionaria a la Sea Search, lo que le dio derechos de exploración y de propiedad sobre los hallazgos del Galeón pero en las precisas coordenadas que entregó en su momento y no en otras, como al parecer ocurrió.
Al negar la acción, la Sala Plena dejó intacta esta resolución y señaló que el patrimonio de la Nación no se encuentra en riesgo por el hecho de que la Dimar haya reconocido que la Sociedad Glocca Morra Company puede ser denunciante de tesoros en relación con ese probable hallazgo.
Esto, porque, aunque inicialmente se creía que la resolución generaba confusiones al equiparar los conceptos de “tesoro” y de “especies náufragas”, esto quedó subsanado con un fallo de la Corte Suprema de Justicia del 2007 que determinó que los bienes que integran el patrimonio histórico, cultural y arqueológico, incluido el submarino, que se hallen en las coordenadas exactas objeto de la Resolución 354 de 1982, serán amparadas por la autoridad nacional legalmente encargada de ello, y por tanto, no pueden ser considerados “tesoros”.
“La Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado considera que la Resolución 354 de 1982, que reconoció la calidad de denunciante a la sociedad Glocca Morra Company, sí fue una grave amenaza o riesgo de los derechos e intereses colectivos invocados en esta acción popular, pero con todo, la sentencia de la Sala Civil de Casación de la Corte Suprema de Justicia, al excluir de los posibles derechos de propiedad de la sociedad norteamericana, los bienes que sean clasificados como patrimonio cultural, histórico o científico, evitó en forma eficiente y oportuna cualquier daño contingente, peligro, o amenaza sobre los derechos e intereses colectivos cuyo amparo se ha solicitado”, dice el fallo.
La Sala se pronunció sobre una acción judicial que fue radicada por el director del Centro de Pensamiento sobre Mares y Océanos de la Universidad Nacional, Antonio José Rengifo, quien alegaba que la justicia de Colombia debía determinar, “cuál es la validez de esos derechos que le otorgaron a la Sea Search la condición de denunciante del Galeón San José, y con base en la cual esa compañía se ha sentido facultada y legitimada para demandar al Estado colombiano para que se le reconozca el 50% de la carga del Galeón”.
El San José, hundido de un cañonazo por piratas ingleses, era un barco insignia de la Armada española del siglo XVIII que llevaba en su bodega varias toneladas de doblones, barras de oro y de plata, así como toneladas de joyas y piedras preciosas.
“El derecho colectivo relacionado con la defensa del patrimonio cultural, histórico, arqueológico, o patrimonio cultural sumergido, es objeto de salvaguarda judicial reforzada aunque los hechos causantes de su amenaza o vulneración hubiesen ocurrido con anterioridad a la vigencia de la Ley 472 de 1998. Esto, porque a la luz de los artículos 63 y 72 de la Constitución Política, dicho patrimonio pertenece a la Nación, es inalienable, inembargable e imprescriptible y está bajo la permanente protección del Estado, si los efectos nocivos son actuales y persistentes”, dice la sentencia.
Después de combatir a boca de fuego durante más de hora y media contra el buque inglés HMS Expedition de 74 cañones, el San José -de 62 cañones- seguía presentando batalla mientras las sombras del anochecer cayeron sobre el mar cerca de Cartagena de Indias. En pleno combate, el San José estalló y de su entera tripulación de 600 hombres apenas se salvó media docena. Ante la preocupante noticia de que Colombia puede rescatar y poner a la venta el 80% del galeón que es también una tumba de guerra, recuperamos el relato de cómo fue el último combate del San José.
El “San José”, como su gemelo y compañero hasta su fin, el “San Joaquín”, había visto contratada por la Corona su construcción en 1696, en el astillero de Usurbil, no lejos de San Sebastián, botándose y entregándose ambos buques dos años después, y siendo ambos destinados a custodiar las Flotas de Indias. Su armamento, más bien débil para la época y para su porte, era de 26 cañones de a 18 libras de bala, otros tantos de a 10 libras y ocho o diez de seis libras en cubierta, más pensado para enfrentarse a corsarios que a buques de línea enemigos.
Popa del San José, según plano del Archivo de Indias.Cortesía de D. Enrique García-Torralba
Ambos buques fueron a Cádiz, y ante el estallido de la guerra de Sucesión Española, contribuyeron a la defensa del puerto y de la plaza ante el ataque y desembarco de la escuadra angloholandesa del almirante Rooke, distinguiéndose en la victoria el ya viejo marino D. José Fernández de Santillán, Caballero de la Orden de Alcántara, que recibió por sus servicios el condado de Casa-Alegre y el mando, que ya tenía, de la Flota de Tierra Firme.
En plena guerra, y ante el dominio del mar de las escuadras angloholandesas, el anual viaje de la Flota se fue retrasando, hasta que una relativa calma hizo que partiera en 1706, con los dos navíos mencionados, transcurriendo la travesía sin novedad, unidas ahora las de Nueva España y Tierra Firme para más seguridad. La vuelta fue más lenta, pues tenía que confluir en Panamá, en las ferias de Portobelo, con las mercancías traídas por la Flota del Mar del Sur, desde Callao, cargas que atravesaban el itsmo por tierra, celebrándose en el puerto citado la consabida feria.
Los ingleses no tardaron en saber del caso, y para interceptar aquel valioso convoy, enviaron al comodoro Charles Wager, al frente de una escuadrón compuesto de los navíos “Expedition”, insignia y de 74 cañones, “Kingston”, de 60 y el más pequeño “Portland”, de 50, así como la fragata “Severn”, de 44 y un brulote o embarcación incendiaria, el “Vulture”, de ocho cañones. Cabe señalar que el buque insignia inglés era mucho más potente que el español, pues su batería baja era de cañones de a 24 libras de bala, mucho más contundentes que las españolas de a 18.
Pero Wager no sabía si los españoles pensaban dirigirse a Cartagena de Indias o a La Habana, en su viaje de regreso a España y como escala previa, así que extremaron la vigilancia.
Aparte de problemas burocráticos y relacionados con las alteraciones de los precios en la feria por el ya tradicional contrabando, el jefe español se vió preocupado por el mal estado de sus barcos, haciendo el “San José” bastante agua, por lo que decidió recalar en Cartagena para su reparación, antes de abordar el largo y siempre difícil regreso.
Por fin salió la Flota de Portobelo, pero con pocos y malos vientos, que le obligaron a recalar ante las islas de Barú, cerca ya de Cartagena, en la atardecida del 8 de junio de 1708. Ninguno de los reiterados avisos que se les habían mandado sobre la presencia de la escuadra inglesa les pudo llegar.
Formaban la Flota española, lejos del número y poder de años muy anteriores, los dos navíos mencionados, siendo el “San José” la capitana o buque insignia y el “San Joaquín” el del segundo jefe, D. Miguel Agustín de Villanueva. Otro más, el “Almudena”, tuvo que quedarse en puerto por las averías, substituyéndole el buque de un naviero particular, el “Santa Cruz”, armado precariamente con 44 cañones, y la urca mercante “Concepción”, con solo 24 cañones. El resto eran unidades ligeras, los pataches de la época, no aptas para el combate entre buques mayores, y once mercantes, incapaces de una seria defensa.
El ataque británico no se hizo esperar, cambiando andanadas las dos agrupaciones y batiéndose el “Expedition” con el “San José” a menos de 60 metros durante más de hora y media, hasta que con la caída de las sombras, el buque español estalló al reventar su Santabárbara por una u otra razón, hundiéndose inmediatamente, de forma que de sus casi 600 tripulantes y pasajeros, apenas pudieron salvarse entre 5 y 11 personas, según las distintas relaciones de la época.
Ante aquel desastre, el resto de los ya muy inferiores buques españoles tuvieron que batirse en retirada, siendo apresado el mercante armado “Santa Cruz”, al mando de D. Nicolás de la Rosa, conde de Vega Florida, tras una más que heroica resistencia que duró hasta las cuatro de la madrugada, luchando solo contra tres enemigos, y perderse encallada la urca “Concepción”, al huir, si bien pudieron salvarse sus ocupantes y quemar el casco, para que no fuera apresado por el enemigo.
Por su parte, a la mañana siguiente, el “San Joaquín” reagrupó a los once mercantes, y tras desarbolar a uno de sus perseguidores y utilizando habilmente su conocimiento de los fondos costeros, lograron entrar en Cartagena con más o menos averías el primero e intactos los indefensos cargueros por los que se había sacrificado la escolta.
Los británicos quedaron bastante defraudados pese a su triunfo, pues el “San José” se hundió con toda su carga y el “San Joaquín” logró escapar, y era costumbre que el oro y la plata se embarcasen precisamente en los buques de guerra, para mayor seguridad y control, por lo que el botín en el “Santa Cruz”, único apresado, fue bien modesto para lo esperado.
Tal había sido su confianza en una victoria total, que el Almirantazgo separó del servicio a los capitanes de los dos navíos menores, Bridges y Windsor, por su floja actuación en el combate. Ascendió sin embargo a contralmirante a Wager, que empezó así una continua promoción que le llevaría a ser Primer Lord del Almirantazgo en los últimos años de su vida. Por cierto que ya había participado anteriormente en la toma de Gibraltar en esa misma guerra, en el gran combate de Vélez Málaga (donde resultó herido Blas de Lezo, aún guardiamarina) y en la toma de Barcelona, hasta entonces fiel a Felipe V.
Sir Charles Wager, en un retrato de época.
Ese fue el combate que dio origen, presumiblemente, al hallazgo de estos días, en apretado resumen por la urgencia de la noticia, y utilizando como fuentes el clásico de Fernández Duro, “Armada Española”, tomo VI, páginas 89 y 90, y el libro de Pablo Emilio Pérez-Mallaina “Política Naval Española en el Atlántico, 1700-1715”, publicado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Sevilla, 1982, páginas 48 y 49, que además de partes oficiales y relaciones de época, incluye documentación del Archivo de Indias. Sin mencionar el trabajo de la gran investigadora Carla Rahn Phillips sobre los dos navíos españoles, y la biografía del almirante español por su heredero, ambos de reciente aparición.
Esta semana se conoció que el ministro de Justicia de español Rafael Catalá viajó a Colombia a tratar diversos temas entre los que se ha incluido principalmente el futuro del Galeón San José recientemente hallado.
En declaración al diario El Tiempo, el ministro Catalá indica que:
“Tenemos unas relaciones entre España y Colombia extraordinarias, de pasado compartido, de realidad presente, con mucha cercanía y simpatía, no de tensión o conflicto. En ese contexto, el caso del galeón San José hay que abordarlo desde el diálogo: no se trata de ver quién tiene más derecho, basado en un convenio internacional. Estoy seguro de que cada uno puede alegar (derechos).
Nosotros podemos decir que ese buque es español, pues según el derecho internacional un barco tiene la nacionalidad de la bandera que lleva cuando se hunde. Ahí están enterrados cientos de españoles que fallecieron con ocasión del naufragio, y por lo tanto nosotros pensamos que lo mejor que se puede hacer con un barco hundido es respetar el patrimonio cultural que eso significa y dejarlo donde está.
Quizá recuperar algunas muestras para que tenga un valor museístico, crear incluso un museo y que se pueda generar un entorno turístico de submarinismo asociado al galeón. Se pueden hacer muchas cosas que estoy seguro que los expertos son capaces de identificar”
Ahora, ¿recuperarlo por un supuesto valor económico del tesoro? Ese valor se lo gastará cualquiera, España o Colombia, en uno o dos años, y el galeón desaparecerá. Si sigue allí, dentro de 50 años nuestros nietos podrán conocer ese patrimonio cultural, un patrimonio cultural de todos”
Creación de un museo en conjunto
Esta decisión propuesta por España va en el mismo sentido del camino elegido por Colombia para crear un museo en Cartagena con los restos del galeón, el beneficio sería mutuo para los dos países, en especial para Colombia ya que los ingresos generados por este museo para el turismo sería de gran beneficio para el desarrollo económico de la ciudad y aportes para el mismo.
El Galeón San José fue construido en España más específicamente en Usurbil y aprestado en Pasajes por Pedro de Aróstegui, este se hundió con unas 570 personas a bordo en costas colombianas.
En 2018, Consejo de Estado decidirá sobre el Galeón San José
Uno de los primeros temas que debatirá el Consejo de Estado cuando reanude sus funciones a mediados de enero, será la suerte que correrá el tesoro que está hundido en el Galeón San José, en aguas de la Costa Caribe cerca a Cartagena.
El alto tribunal deberá definir la resolución 354 del 3 de junio de 1982 de la Dirección General Marítima y Portuaria (Dimar) que beneficia con derechos de adquisición a la sociedad norteamericana Sea Search Armada.
La ponencia del magistrado William Hernández de la Sección Segunda señala que compartir los derechos sobre el tesoro violaría “la defensa del patrimonio público y el patrimonio cultural de la nación en especial el cultural sumergido”.
Paro el escritor y periodista Nelson Fredy Padilla, el Consejo de Estado sentará jurisprudencia y dará recomendaciones al Estado colombiano sobre “ratificar que la propiedad del tesoro es de los Colombianos como está previsto en la Constitución”.
Sin embargo, señaló que una vez el tesoro sea rescatado del mar, Estados Unidos podría activar las demandas y “estarán listos para embargar cualquier bien que sea subido a flote en Cartagena, lo que diga el Consejo de Estado se podría tener en cuenta, pero no cambiará el panorama frente al tesoro y el rescate”.
El Galeón está hundido desde el 8 de junio de 1708 a varios kilómetros al oeste de Cartagena con 200 toneladas de oro, plata, esmeraldas y tesoros de las colonias del continente americano.
Excavación en el galeón San José duraría de dos a tres años
El proceso, que debe adelantarse a más de 700 metros de profundidad, requiere tecnología robotizada y debe tener un meticuloso registro arqueológico.
Con el fallo del Consejo de Estado que ratifica lo dicho antes por las otras dos altas cortes, la Corte Suprema de Justicia y la Corte Constitucional, hay una mayor seguridad jurídica y administrativa sobre la propiedad de la Nación colombiana de los hallazgos que se puedan hacer en el galeón San José, que se encuentra sumergido en las costas de Cartagena.
De acuerdo con el profesor José Luis Socarrás, director de la carrera de arqueología de la Universidad Externado de Colombia, la decisión tomada por el Consejo de Estado es un importante respaldo a los pronunciamientos anteriores.
“Es la tercera corte que se pronuncia en el mismo sentido, señalando claramente que el contenido y los bienes que se encuentren en el Galeón u otros naufragios son inalienables, inembargables, imprescriptibles, y que pertenecen a la Nación colombiana. Lo que hace realmente es ratificar esos fallos que ya existían”, explica Socarrás.
¿QUÉ HABRÍA AL INTERIOR DEL GALEÓN?
Con este respaldo del máximo tribunal de lo contencioso administrativo, Colombia ratifica su propiedad sobre los elementos que se encuentren en el punto arqueológico determinado por el área circundante al naufragio del galeón que fue hundido en el siglo XVIII. Si bien se dice que para ese momento a bordo de la embarcación se encontraba un importante cargamento de metales y piedras preciosas, también hay importantes elementos con valor histórico, cultural y arqueológico en su interior.
“El contexto arqueológico en el que estamos, está conformado por los sedimentos en los que se encuentra la embarcación, por la estructura misma del barco (componente fundamental en el sentido arqueológico) y están los objetos muebles que responden a la carga de la embarcación, de los pasajeros y la tripulación. Eso incluye una infinidad de objetos”, indica el académico.
“También hay evidencias de armas, como los cañones de la embarcación, espadas y otras armas cortas”, detalla Socarrás.
Agrega que “hay un cargamento importante de lingotes, monedas de oro y plata, y probablemente piedras preciosas, como esmeraldas, que es alrededor de lo cual más se polemiza y se habla en medios. Para los arqueólogos, estamos hablando de un contexto en el que, además de estos bienes muebles, está la estructura del barco y el contexto mismo que contiene el sitio arqueológico”.
ESTE ES UN PROCESO ÚNICO
El director del programa de Arqueología de la Universidad Externado afirmó que el rescate de los elementos y del galeón como tal constituyen un ‘proceso único’ pues sería la primera vez que se aborda, con criterios eminentemente científicos, una embarcación de esta envergadura y a esta profundidad.
“Se estima que el galeón se encuentra a más de 700 metros de profundidad en las aguas del Caribe, y por lo tanto se requiere tecnología robótica y de sensores remotos para extraer los objetos del lecho marino”.
A estas condiciones extremas de trabajo se suma el proceso que debe hacerse con el mayor cuidado para lograr la extracción de los elementos sin eliminar la información de importancia histórica y cultural.
“No sabemos cuánto dure la investigación arqueológica, de todas maneras todo proyecto de arqueología tiene unos tiempos muy dilatados debido a que la excavación arqueológica implica destrucción. Un arqueólogo mientras excava el contexto lo va destruyendo, por lo tanto tiene que hacer procesos minuciosos de registro fotográfico, de dibujo y de video, para garantizar la integridad de ese contexto a la hora de hacer las interpretaciones. Yo estimo que el proyecto pueda durar dos o tres años de investigación continua”, aseguró el profesor.
Un libro sitúa restos del pecio más allá de las aguas territoriales de Colombia
Francisco Muñoz habla en conversación telefónica desde Suecia. Faltan solo unos días para la publicación de su nuevo libro, ‘La emboscada’, y el responsable de la Veeduría Nacional del Patrimonio Sumergido de Colombia ha preferido alejarse de su país, consciente de que su narración sobre el «descubrimiento, redescubrimiento, saqueo y encubrimiento» del galeón San José causará revuelo. «Esto lo estoy haciendo con el dolor de mi alma», afirma este miembro de número de la Academia de la Historia de Cartagena de Indias. Basándose en documentación revelada a este mecanismo de control ciudadano, Muñoz denuncia que parte de los restos de esta nave española hundida por piratas ingleses en 1708 frente a Cartagena de Indias con un tesoro de lingotes, monedas y joyas se halla más allá de las 12 millas náuticas del mar territorial colombiano, en aguas internacionales.
«No presento nada en el libro que no esté sustentado», asegura el veedor, que reproduce en sus páginas documentos confidenciales que llegaron a él por orden de un juez, «a pesar de las reticencias de la Armada». En los estudios previos para la compra del ROV, la Armada señalaba la ubicación del galeón en una imagen generada a partir de Google Earth, con una escala y una parte del litoral costero que ha permitido a Muñoz integrarla en los mapas «como una pieza en un rompecabezas». La documentación indica que los restos se encuentran dispersos en una zona de 32 millas náuticas cuadradas que denominan «área vital» y cuyo nombre clave es «teniente de navío José María Palas».
Señala además que dentro de esta zona «se presentan profundidades máximas que oscilan entre los 452 y 1.241 metros». En ese polígono de 32 millas cuadradas, los restos del barco se hallarían diseminados en cuatro puntos principales, pero en la Veeduría tienen dudas sobre su disposición.
«Si están en posición noreste, tres de esas cuatro partes se encontrarían fuera del mar territorial colombiano y en caso de que estuvieran en posición sureste, habría tres dentro de las aguas territoriales pero quedaría el punto principal del hallazgo fuera», explica Muñoz. Además, «dentro del mar territorial colombiano, en esa zona, no hay profundidades superiores a los 400 metros».
«El discurso de que el galeón está a 600 metros o más lo colocaría automáticamente fuera», dice.
Para el veedor, Colombia ha tenido conocimiento de estos hechos desde hace tiempo y «ese ha sido el motivo por el cual han tenido todo este manejo desafortunado del tema». Ahora cree que «España estará muy interesada en verificar la ubicación del galeón y en hacer valer sus derechos».