Colombia recuperará el galeón San José a finales de 2017
El hallazgo arqueológico mide unos 20.000 metros cuadrados y “está claramente identificado un cuerpo central o sitio principal y un conjunto de materiales que están distribuidos conformando cuatro pequeños núcleos de materiales” dijo Ernesto Montenegro, el director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICAHN), Montenegro, informó este viernes desde Cartagena que el Gobierno de Colombia espera que los trabajos subacuáticos para la extracción física de los restos del galeón San José inicien a finales de 2017.
“Estamos en los procesos administrativos, una vez surtido el procedimiento de audiencia pública se surtirán los tiempos para la extracción del pecio”, enfatizó Montenegro al terminar la primera audiencia pública sobre la Alianza Público Privada (APP) para la recuperación del galeón San José.
El director aseguró que la propuesta para recuperar el Galeón San José la tiene actualmente el Ministerio de Cultura y su identidad no ha sido revelada aún por el Gobierno colombiano.
La empresa que financiará su recuperación tardará alrededor de “seis meses” en hacerlo. “Pero esto dependerá de las capacidades técnicas que se pongan a disposición del proceso de extracción“, precisó.
Explicó que identificaron las tres cuartas partes del galeón San José y que “la parte faltante debió ser objeto de destrucción y degradación tanto en el momento de su hundimiento como durante estos 300 años de transformación de los materiales“.
Por su parte, el jefe de la oficina asesora jurídica del Ministerio de Cultura, Juan Manuel Vargas, expresó que “el Consejo Nacional de Patrimonio aplicará cinco criterios para determinar qué es y qué no es patrimonio, lo que determinará qué parte del hallazgo se puede monetizar o vender“.
El galeón San José es una embarcación del símbolo del imperio español hundido en 1708 a cañonazos por piratas ingleses con un cargamento de oro, plata y esmeraldas frente a las costas colombianas. Fue encontrado en noviembre de 2015.
Piden tumbar resolución que ordena compartir tesoro del Galeón San José
El Consejo de Estado pidió este jueves anular la resolución por la que la Dirección General Marítima y Portuaria (Dimar) le había otorgado pleno derecho sobre los tesoros del Galeón San José a la Glocca Morra Company, que luego cedió sus derechos a la sociedad Sea Search Armada.
La ponencia que ya está en manos de los magistrados de la Sala Plena del alto tribunal señala que deben ser amparados “los derechos e intereses colectivos a la moralidad administrativa, la defensa del patrimonio público y del patrimonio cultural de la Nación, en especial al patrimonio cultural sumergido”.
Esto porque la resolución de la Dimar le quita derechos a Colombia sobre el galeón, hundido con una valiosa carga el 7 de junio de 1708 cerca de Cartagena y que fue encontrado en diciembre de 2015.
La ponencia hace énfasis en que esos derechos se encuentran gravemente amenazados y en peligro por la resolución 354 del 3 de junio de 1982 expedida por la Dimar que reconoció “en calidad de denunciante de tesoros y especies náufragas” a la sociedad Glocca Morra Company.
Además, agrega en que con esa acción la Dimar incurrió “en abuso o desviación de poder que vulnera directamente los principios constitucionales, convencionales y corpus iuris de protección al patrimonio cultural sumergido, y también desconoció las competencias del Consejo de Monumentos Nacionales; incurrió en el vicio de expedición irregular del acto administrativo y violó de manera directa el artículo 14 de la Ley 163 de 1959”, precisa la ponencia del Consejo de Estado.
El documento es parte del estudio de una acción popular instaurada por el señor Antonio José Rengifo en el 2002 a propósito de una larga pugna entre Colombia y la Sea Search Armada que tomó relevancia luego de que el Gobierno colombiano anunciara su hallazgo.
Esa empresa reclamó en 1989 una suma cercana al billón de pesos solicitando “el 100 por ciento de los bienes de valor económico, histórico, cultural o científico que tuvieran la calidad de tesoros para el caso de lo que se encontrara en la plataforma continental” o dentro de las coordenadas que habían quedado consignadas en un reporte confidencial de 1982.
Cinco años después un juez de Barranquilla resolvió que los tesoros corresponderían en un 50 por ciento a Colombia y en otros 50 por ciento a la compañía Sea Search.
Sin embargo, de ser aprobada esta ponencia del Consejo de Estado quedaría sin piso esta decisión.
“La enunciada medida cautelar en caso de tener alguna vigencia en la actualidad, debe dejarse sin efecto alguno, por cuanto representa una clara contradicción con los fundamentos que inspiran la protección al patrimonio cultural sumergido de la Nación, que los excluye de toda clase de apropiación por parte de particulares y, como es lógico, no pueden garantizar un derecho litigioso”, se lee en el fallo.
El proyecto de fallo solicita además que se unifique la jurisprudencia sobre el tema para que se entienda que “si son actuales y persistentes los efectos jurídicamente nocivos, los derechos e intereses colectivos son amparables, aun cuando los hechos que dieron origen a la vulneración o amenaza fueran anteriores a la Constitución Política de 1991″, indicó.
Colombia informó el 5 de diciembre del año pasado que personal de la Armada Nacional halló el galeón, que transportaba, al momento de ser hundido, en 1708, 11 millones de monedas de oro, miles de lingotes de este mismo metal, barras de plata y esmeraldas, entre otros tesoros, según rezan las leyendas.
El procurador General de la Nación recomiendo una revisión estricta de la adjudicación del contrato.
En ocho puntos dirigidos a la ministra de Cultura, Mariana Garcés Córdoba, el procurador General de la Nación, Fernando Carrillo Flórez, recomendó al Gobierno Nacional una revisión estricta de la adjudicación del contrato de recuperación del galeón San José, sumergido frente a las costas de Cartagena desde el siglo XVIII.
El procurador explicó que es indispensable un blindaje jurídico del patrimonio que podría haber en el galeón y manifestó su inconformidad por el proceso de constitución de una Asociación Público Privada (APP) en época electoral. También destacó la urgencia de tener en cuenta recomendaciones del organismo global que protege el patrimonio cultural, es decir, la Unesco.
Por Ley de Garantías
Carrillo Flórez escribió que a los proyectos APP, se les aplicarían las restricciones del artículo 33 de la Ley 996 de 2005, norma que prohibe la contratación directa hasta la elección del presidente de la República, por lo que la celebración del contrato solo procedería después de las elecciones presidenciales.
“Hay que respetar la ley de garantías, que inhabilita cualquier tipo de contratación del Estado en esta época”, destacó.
“No hay reglas claras”
El procurador resaltó que la figura de APP plantea algunos riesgos en la protección del patrimonio que deberían blindarse antes de efectuar la contratación, entre ellos el esquema de remuneración, pues prevé el reconocimiento de un porcentaje de los bienes recuperados que no sean declarados como patrimonio cultural y derechos para el privado.
El Ministerio Público recomendó revisar la interpretación de estas disposiciones, “en especial para realizar los ajustes o precisiones que fueren del caso en el proyecto, evaluando si la entrega de un porcentaje de los bienes recuperados que no constituyan patrimonio cultural, se hace en calidad de aporte en especie por parte de las entidades estatales”.
Finalmente, el ente sugirió que la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado prevea los posibles problemas judiciales que surjan y también la forma como se defenderían los derechos patrimoniales, en caso de que ocurran acciones que lo pongan en peligro.
Lo que hay detrás de la batalla por el Galeón San José
La batalla por el Galeón San José, el santo grial de los naufragios, se libra en un tribunal, en medios diplomáticos y en el escenario político.
Desde que se hundió durante una batalla frente a la costa de Colombia en 1708, el galeón español San José ha generado reclamos conflictivos.
Para España, el barco de 64 cañones pertenece solo a la madre patria. Cazadores de tesoros, esgrimiendo el derecho a apropiarse de lo encontrado, exigieron una parte del fabuloso botín, que podría llegar a 17.000 millones de dólares en oro, plata y piedras preciosas.
El San José y sus renombradas riquezas siempre estuvieron destinadas a Fermina Daza, la heroína de la novela de Gabriel García Márquez “El amor en los tiempos del cólera”, cuyo febril pretendiente juro sumergirse hasta el fondo del Caribe para que ella pudiera “bañarse en una lluvia de oro”.
Tres siglos después, la batalla por el San José -el santo grial de los naufragios- se libra en un tribunal, en medios diplomáticos y en el escenario político.
El resultado podría recrear las reglas sobre quien tiene derecho al brumoso pasado o, al menos, probar hasta qué punto los que litigan por la historia están dispuestos a sumergirse para alcanzar su premio.
En ese campo, Colombia podría correr con ventaja. El 12 de junio, el presidente colombiano Juan Manuel Santos anunció el inminente lanzamiento de una sociedad público-privada para rescatar el San José.
Santos ha prometido convertir los restos del naufragio en un museo nacional, argumentando que el patrimonio cultural sumergido que se encuentra en aguas nacionales pertenece legalmente a Colombia.
La ONU lo respalda: la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar da “derechos preferenciales” sobre los objetos arqueológicos o históricos sumergidos al país de origen, por encima de la bandera del buque.
Sin embargo, para concretar su plan, Santos debe desechar una petición del gobierno español, que a menudo va tras su flota perdida de manera agresiva, y otra de la compañía estadounidense de recuperaciones Sea Search Armada, que informó haber descubierto el barco en 1982 en el marco de un acuerdo anterior con el gobierno de Colombia.
Todas las partes pueden citar disposiciones legales a su favor. El San José llevaba bandera española y la mayor parte de su tripulación también lo era. Tradicionalmente, eso le ha bastado a España para obtener la titularidad de los naufragios y su contenido.
De manera similar, la compañía privada de exploraciones tiene también fuertes argumentos. Originalmente respaldada por inversores celebres como el ya fallecido actor Michael Landon y el conspirador de Watergate John Ehrlichman, Sea Search Armada obtuvo derechos exclusivos de búsqueda y una participación de 50 por ciento en cualquier botín recuperado que no se considerará un objeto cultural.
Colombia derogó ese acuerdo en 1984, desencadenando una pelea que llegó a la Suprema Corte y aún no está resuelta. En 2015, el gobierno de Santos rechazó a España reafirmando la propiedad única del San José; también intentó anular las demandas privadas anunciando que había encontrado el naufragio en un lugar diferente del informado por Sea Search.
Más allá de estos enfrentamientos hay un cambio de sensibilidad política respecto del derecho a reclamar la herencia mundial. Consideremos el legendario tesoro del Cisne Negro. Una carga de oro y plata valuada en 500 millones de dólares que se hundió a bordo de un barco español frente a la costa de Portugal en 1804.
Hasta con argumentos estrictamente legales, los jueces actuales podrían pisar un terreno resbaladizo. España pudo haber dominado los mares, pero al menos la mitad de lo que su flota cargaba a través de los océanos pertenecía a otras potencias mundiales, según el historiador Henry Kamen, un académico español.
La carrera al fondo del mar está lejos de haber terminado, pero el resultado es seguido de cerca. La ONU calcula que unos 3 millones de buques que naufragaron están diseminados por el fondo marino.
Algunos son atracciones turísticas y otros han sido declarados cementerios sumergidos y, por lo tanto, no pueden saquearse, pero solo una pequeña fracción de este patrimonio sumergido ha sido explorada.
En última instancia, preocupaciones más prácticas podrían decidir el destino de los naufragios históricos. Rescatarlos es una tarea abrumadora, costosa en cualquier circunstancia.
Agreguemos la carga de los litigios, una apuesta arriesgada que puede prolongarse durante años, y los costos pueden volverse prohibitivos.
El destino del Galeón San José, uno de los últimos grandes galeones españoles
El Galeón San José se terminó de construir en 1698 y fue uno de los últimos grandes galeones españoles. El 8 de junio de 1708 fue hundido en la batalla de Barú, cerca de Cartagena de Indias.
El galeón se enfrentó a su destino un 8 de junio de 1708. El buque, de tres mástiles, era la nave capitana de una flota de 17 navíos que navegaba hacia Cartagena de Indias. Una vez allí, debía hacer reparaciones, embarcar provisiones y, según el plan previsto, poner proa a La Habana. Y desde allí, por fin, rumbo a casa.
Se terminó de construir en 1698 y fue uno de los últimos grandes galeones españoles. El 8 de junio de 1708, fue hundido en la batalla de Barú, cerca de Cartagena de Indias
El capitán general de la flota, don José Fernández de Santillán, lleno de dudas, había levado anclas desde Portobelo. Hasta este importante puerto de Panamá habían llegado rumores de que barcos enemigos patrullaban la zona. Buques ingleses y holandeses jugaban al gato y el ratón con las flotas españolas para hacerse con su botín. Las travesías americanas se habían vuelto especialmente peligrosas con la llegada al trono de España de Felipe V, de la dinastía de los Borbones, y el estallido de la guerra de Sucesión.
Cada flota iba encabezada por dos galeones reales fuertemente armados, una capitan, con el capitán general de la flota, y una almiranta, con su segundo al mando. a estos se sumaban otra serie de galeones y pequeños barcos de escolta para proteger a los mercantes. Las flotas de mayor tamaño llegaban a reunir más de 50 embarcaciones, aunque en le época del San José apenas llegaban a 20
José Fernández de Santillán, nombrado conde de Casa Alegre por sus servicios militares, sopesó los riesgos. Era un hombre experimentado. Sin embargo, y a pesar de tener más de 70 años, era la primera vez que comandaba la Flota de Indias. Sabía del atractivo del barco para sus enemigos. Solo los impuestos recaudados por la Corona que llevaba en sus bodegas ascendían a 1.551.609 pesos y 7 reales. Y no era ni mucho menos el valor total de su tesoro tan esperado en casa, al otro lado del mar.
La España de aquella época era inconcebiblemente rica pero estaba en bancarrota. Los tesoros de las Indias les venían muy bien a los apurados monarcas. La metrópoli dependía completamente de sus virreinatos, sin que las toneladas de riquezas enviadas al otro lado del océano aliviaran la situación. Como dijo un embajador veneciano de la época, el oro del Nuevo Mundo resbalaba por España como el agua por un tejado; apenas cae, se desliza y se pierde. Además, aquella lluvia de oro no era del todo fiable.
Aquel año en que se cargó el San José en Portobelo, hacía ya 12 que no se celebraba ninguna feria en la ciudad por culpa de la amenaza de las flotas inglesas y de toda suerte de piratas. En los mercados de Portobelo confluían las mercancías procedentes de todas las provincias sudamericanas. Pero en esos 12 años ni una sola flota había llegado a la metrópoli. Por lo tanto, con el San José también navegaban las esperanzas de España.
La historiadora Carla Phillips ha reconstruido al detalle esa última singladura. No ha sido tarea sencilla, ya que, por su excelente conocimiento de las aguas locales, los españoles apenas anotaban posiciones exactas. Los ingleses, por su parte, se equivocaban con los nombres españoles de barcos y accidentes geográficos, de tal manera que en la actualidad muchas veces no cabe sino interpretar los informes.
Las rutas comerciales españolas eran arterias vitales que conectaban las Indias con la metrópolis. Aprovechando las corrientes marinas, unían Cádiz con Veracruz, en Nueva España, o con los puertos de Portobelo y Cartagena de Indias, en la llamada Tierra Firme. Para su regreso, los barcos se concentraban en La Habana (Cuba)
En cualquier caso, el puerto de Cartagena de Indias debía de estar ya casi a la vista de la flota española cuando Fernández de Santillán se topó con la flotilla comandada por Charles Wager. Los ingleses llevaban tres meses patrullando la zona con cuatro barcos. Y por fin había llegado la hora. Fernández de Santillán confió en poder alcanzar Cartagena antes de que los ingleses le dieran alcance. Quizá lo habría conseguido si la tarde anterior no hubiese ordenado echar el ancla a unos 80 kilómetros al suroeste, para dar así tiempo a que los barcos más lentos pudieran reintegrarse a la flota, una medida razonable pero letal.
A las ocho o nueve de la mañana del día siguiente, los españoles avistaron cuatro velas en el horizonte los buques de Wager. Fernández de Santillán ordenó que todos sus mercantes se situaran por detrás de los galeones. Es probable que a esas alturas ya contaran con que la batalla fuera inevitable. No obstante, no renunció a alcanzar el puerto de Cartagena hasta que, en torno a las cinco de la tarde, el viento roló y dejó de serles favorable. El comandante español cambió de estrategia y dirigió el San José directamente hacia los ingleses.
Los cañones rugieron durante horas. Un mercader embarcado en uno de los buques de escolta describió el combate. “Las andanas se sucedían, cuenta, a veces tan rápido “que las balas de cañón se cruzaban en el aire”. Al cabo de un tiempo, cuando empezaba a oscurecer, sucedió la catástrofe. Aparecieron llamaradas a bordo del San José. Todo apunta a que venían de la santabárbara. Lenguas de fuego salían por las troneras de los cañones. Maderos ardientes llovían del cielo. Poco después, todo concluyó”.
El capitán de uno de los barcos españoles cuenta: “Cuando el humo se dispersó, busqué a la capitana donde debía haberse encontrado. Pero no vi más que los faroles en la banda de sotavento de los tres buques enemigos”. El San José arrastró a las profundidades a casi toda su tripulación y un tesoro de leyenda.
El Galeón San José es de Colombia: Consejo de Estado
Cuando a finales del 2015, el presidente Juan Manuel Santos anunció el hallazgo del Galeón San José, varios historiadores quedaron más alarmados que contentos. Para ellos, la pelea por quién tiene la propiedad del tesoro sumergido más valioso de la humanidad terminará diluyendo la eufórica noticia que alegró tanto al país.
Además de los anunciados litigios internacionales, en los tribunales colombianos el tema no ha sido del todo zanjado. Aunque la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia emitió un fallo en el año 2007, en donde le reconoció propiedad a la empresa Sea Search Armada del 50% del tesoro encontrado, esta decisión podría estar a punto de chocar con un fallo en el Consejo de Estado.
El alto tribunal se alista para definir la legalidad de la resolución, expedida por la Dimar, en donde se le concedió el carácter de denunciante a la empresa de ‘caza tesoros‘ llamada en ese entonces Glocca Morra. Esta resolución, que es considerada el origen de todos los problemas, fue controvertida por el profesor Antonio José Rengifo, doctor en derecho del mar de la Universidad de Londres y director de Centro de Pensamiento de mares y Océanos de la Universidad Nacional. El académico la demandó por considerarla ilegal.
Para él, el gobierno colombiano se saltó todas las verificaciones arqueológicas necesarias que ordenaba la Ley y tampoco consultó con las autoridades competentes para expedir un documento que afectó los derechos de todos los colombianos. Rengifo interpuso una acción popular a la que ahora, después de varios años, el magistrado de la Sección Segunda del Consejo de Estado William Hernández le da la razón.
La resolución en cuestión, firmada en 1982, le concedió derechos a la empresa estadounidense con base en un reporte de carácter confidencial. Allí –dice el documento- están las “coordenadas de la ubicación de un tesoro o especie náufraga en el mar Caribe colombiano”.
Para el magistrado, está demostrado que la resolución fue expedida de manera irregular y violó la ley. Asegura que es la causa directa de la grave amenaza o peligro de los derechos colectivos a la moralidad administrativa, la defensa del patrimonio público y cultura (sumergida).
El jurista en su estudio reabre una discusión que parecía zanjada por la sentencia de la Corte. Indica que el patrimonio cultural sumergido hace parte del patrimonio arqueológico, con lo que la totalidad de lo hallado es de propiedad de la Nación. En consecuencia, así en el interior del galeón haya monedas, lingotes de oro o plata o piedras preciosas en bruto -lo que es considerado como tesoro- el contenido esta cobijado por normas prevalentes que protegen el patrimonio cultural sumergido.
“El patrimonio cultural pertenece a la Nación, y sobre él no pueden coexistir dos regímenes: el del tesoro y el del patrimonio cultural”, dice la ponencia.
Para el magistrado del Consejo de Estado, en consecuencia, la institución civilista está absolutamente excluida de los litigios relacionados con especies náufragas, por lo cual no era la competente para pronunciarse. En cambio, como Consejo de Estado reclama competencia para revisar la legalidad de cualquier acto administrativo.
Considera además que el peligro y los daños persisten, por lo que entra a estudiar de fondo el acto administrativo, cuyos efectos están suspendidos, con el fin de evitar mayores consecuencias.
De esta manera, se acerca una nueva batalla del galeón en los estrados judiciales. Fue hundido hace 300 años en el caribe colombiano, sin embargo, el destino de su contenido, aún invaluable, apenas está por trazarse.
Por primera vez se ve el galeón San José tras unir 6.000 fotografías.
Descripción:
1. Cañones: Los cañones del Galeón San José son de bronce, estos tienen un número de registro y el escudo de la Corona española, esto permitió determinar que eran del galeón y miden 9x12x16 pulgadas
2. Tazas provenientes de China. Desde ese entonces había un comercio entre China y Panamá. Están en la superficie y no tienen sedimentación.
3. Metate: utensilio usado por los indígenas para moler el maíz, no estaba en la cocina, por lo que se presume que se tenía como adorno.
4. Jeringas francesas y clavos.
5. Dormitorio del capitán: vasenilla que solo usaba el comandante de la embarcación, había loza, platos y vasijas.
Woods Hole Oceanographic Institution – WHOI los descubridores del galeón San José
Aunque cualquier empresa interesada puede ofertar, el diaro Colombiano El Espectador revela la historia de la entidad que lo encontró a finales de 2015, y es la primera opción para asociarse con el Gobierno en la tarea de subir el tesoro a la superficie.
La misma tarde del 4 de diciembre de 2015, luego de que el presidente Juan Manuel Santos anunciara vía Twitter: “Gran noticia ¡Encontramos el galeón San José!”, el científico Jeff Kaeli no se aguantó las ganas de contar lo que había estado haciendo en Cartagena durante semanas y tuiteó en inglés: “¡Es oficial! Por esta razón he estado en Colombia! ¡Encontramos el Galeón San José!”.
Jeffrey W. Kaeli fue uno de los operadores del vehículo submarino no tripulado Remus 6000 que estableció las coordenadas exactas para confirmar que se trataba del galeón español hundido por los ingleses cerca de las Islas del Rosario el 8 de junio de 1708.
Dos días después la investigadora oceánica Amy L. Kukulya, amiga de Kaeli, reconfirmó en Twitter: “En Colombia se descubre el naufragio del legendario galeón español, encontrado por mis colegas @Whoi @remusauv”. La científica Loral O’Hara también dejó constancia de las buenas noticias desde “Columbia”: “@WHOI y Remus reportan descubrimiento del legendario galeón San José”. Horas después el propio Grupo Remus admitió: “Los Remus 6000 que faenan en aguas colombianas han encontrado los restos del naufragio del San José, 307 años después de su hundimiento”.
Testimonios como estos responden la pregunta que el Gobierno Nacional no ha respondido: ¿Quién encontró, con el apoyo de la Armada Nacional de Colombia, el naufragio? -El proceso de búsqueda y localización del “santo grial de los galeones de la Colonia” ha estado cobijado por el secreto que en esta fase prevén las normas de asociación público-privada con que se formalizará la operación de rescate antes de que termine 2017-.
Fue el Whoi, que es la sigla de la Woods Hole Oceanographic Institution, la firma de investigación oceanográfica privada más grande del mundo. La misma prestigiosa entidad que pasó a la historia por el descubrimiento del Titanic en septiembre de 1985, fruto de un trabajo paciente, respaldado por tecnología de punta, exhibida a cualquier turista en su sede principal en el pueblo de Woods Hole, Massachusetts, costa atlántica de Estados Unidos, cerca de Nueva York. Allí funciona el centro de educación e investigación Whoi, donde trabajan científicos de todo el mundo, incluidos colombianos financiados por Colciencias, comprometidos con la filosofía de quienes lo fundaron en 1930: explorar todos los océanos del planeta para beneficio de la humanidad y, en teoría, sin ánimo de lucro.
Como si se tratara de un parque de Disney, cualquiera puede recorrer la exposición sobre la emocionante búsqueda del Titanic y tomarse selfies en las réplicas del Knorr y el Alvin, los submarinos que localizaron y detallaron el famoso buque que se hundió en el Atlántico Norte a comienzos del siglo XX. Seguramente el hallazgo del San José se convertirá allá en una próxima atracción.
Una vez la Armada Nacional verificó que se trataba de los mejores oceanógrafos, durante 2015 designó al buque ARC Malpelo, el más moderno del país, para apoyar las labores en alta mar. El monitoreo del lecho marino del archipiélago del Rosario se dirigió con el Seabed Prince, “Príncipe de los fondos marinos”, un buque rojo y blanco, operado por la empresa Swire Seabed AS, construido en 2009 y parte del grupo Swire Pacific Offshore (SPO) desde febrero de 2012.
Desde su cubierta se manejaron vehículos no tripulados, cámaras de alta resolución submarina Schilling HD35, otras de la Inside Pacific Inc., aparte de otros equipos de precisión de la Palfinger Marine y Emepc 2094. Operarios con el emblema de Swire Seabed aparecen en los videos difundidos por el Gobierno desde finales de 2015, con uniformes color naranja, manipulando equipos UTEC DA 4G O 40. Había 70 tripulantes extranjeros.
A la plataforma de ese barco llegó el presidente Santos en el helicóptero de la Armada ARC 228, para recorrerlo bajo la guía de Ernesto Montenegro, director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh) y cerebro de la operación del lado colombiano. En la sala de mando lo pusieron al tanto del primer año de la fase de prospección: le mostraron los planos levantados del San José, con resaltados amarillos y morados, dependiendo de si se trataba de información confirmada o por confirmar, y en letras verdes las zonas de exploración marcadas con letras mayúsculas A y B, en las que se observan anotaciones como “verificar si hay palanquetas o enramadas”. Cada dato es confrontado con los documentos originales y sellados de la historia del galeón, digitalizados en el Archivo de Indias de Sevilla, España, donde está la historia de cada embarcación oficial de la Colonia, desde su fabricación hasta su hundimiento, así como el manifiesto de carga y hasta su inventario de cerraduras y llaves, así como la relación de tripulantes y viajeros.
Para cada objetivo, desde las arcas con tesoros, pasando por el armamento, hasta los restos humanos y las porcelanas, hay mapas de base, divididos por áreas delimitadas en gráficas digitales azules, con zonas amarillas y rojas marcadas por los sonares. Especialistas en mecatrónica, robótica, oceanografía, química y física aportan información. Una vez se decida el contratista que completará la asociación público-privada, la “exhumación” demandará unos seis meses.
Por ahora, quien tiene la primera opción es el Whoi, por ser el descubridor, el que arriesgó su capital para demostrar que podía hallar el San José. Sin embargo, el Gobierno convocó una audiencia pública en Cartagena el pasado 14 de julio para explicar que cualquier empresa interesada y calificada puede hacer una oferta para el rescate.
Del proceso está pendiente la firma estadounidense Sea Search Armada, porque desde 2007 la Corte Suprema de Justicia la declaró la descubridora de un naufragio que sería el San José -en coordenadas denunciadas por SSA desde 1982 y ratificadas por la Armada Nacional-, con derechos sobre la mitad de lo que se considere tesoro, es decir, los elementos repetidos o que no sean calificados como patrimonio sumergido inalienable por el Consejo Nacional de Patrimonio.
Según dijo el abogado de SSA, Danilo Devis, ellos no se presentarán como ofertantes, sino demandarán al gobierno y a su contratista y, mientras la disputa judicial por el San José se define, pedirán el embargo de cualquier objeto que sea subido a superficie. SSA ha intentado desde hace diez años realizar el rescate por su cuenta, con autorización colombiana, pero le han negado la expedición al lugar, en el caso del gobierno Santos porque asegura que localizó el galeón en un sitio distinto al que los norteamericanos habían reportado.
Ellos insisten en que vendrán en buques con bandera de Estados Unidos, el presidente Donald Trump notificado de por medio, para hacer valer sus derechos. La Armada colombiana activó anillos de seguridad y la ministra de Cultura, Mariana Garcés, será la encargada esta semana de hablar por primera vez del papel del Whoi y del futuro del naufragio que se convertirá en museo en Cartagena.
El Whoi se ha concentrado durante los últimos años en entender cómo afecta y afectará al mar el cambio climático, y las consecuencias sobre los seres humanos. La institución forma los científicos más importantes a nivel oceanográfico del mundo. Las mil personas con las que trabaja se especializan en vida oceánica, océano costero, océano y cambio climático, y exploración de los fondos oceánicos. Este último departamento es el que estaría encargado de ejecutar un acuerdo de trabajo con el Gobierno de Colombia para asesoría y transferencia de tecnología en todo el proceso de georreferenciación, inventario, estudio y rescate del galeón San José luego de 35 años de frustraciones y litigios.
Por eso el presidente Santos dijo el 5 de diciembre de 2015 que para esta misión lo asesoró del dream team de los océanos, como llaman al equipo que encontró el Titanic: científicos del Instituto de Arqueología Náutica estadounidense, de la Oficina Nacional de Santuarios Marítimos, del Centro de Recursos Submarinos y del ya mencionado Woods Hole, sumaron esfuerzos para garantizar el éxito de la expedición oceánica más exigente y de la cual hemos visto documentales desde que localizaron el naufragio hasta que lo reconstruyeron digitalmente en tercera dimensión sentando las bases de la arqueología marina moderna. Quienes trabajan en el proyecto San José, como en el Titanic, firmaron “cláusulas de reserva”.
Para una fuente de la Armada Nacional, que pidió omitir su nombre, conocer a estos expertos ha sido un honor. Aprendió cómo se halló y se sigue aprendiendo del Titanic, modelo que se está usando en el caso colombiano, aunque el trasatlántico está a casi 4.000 metros de profundidad y el galeón a mil.
La flota del Whoi incluye dos Remus 6000 y los robots Knorr y Alvin, aparte de los ultramodernos buques oceanográficos R/V Atlantis y R/V Oceanus, que cuentan con el apoyo, si lo piden, de la Marina de Estados Unidos. En caso de que se requiera submarino tripulado, el Whoi ofrece el R/V Tioga, un vehículo a control remoto por cable llamado Jason/Medea y vehículos autónomos como el Explorador Béntico Autónomo y el Seabed.
Desde que se fue a pique en 1912, con 2.224 pasajeros a bordo, el Titanic estuvo perdido casi un siglo en el fondo del mar hasta que, en septiembre de 1985, los restos fueron encontrados por el equipo liderado por Robert Ballard, científico que también habría sido consultado para oír su opinión sobre la forma como debe abordarse el San José. Desde el Knorr, Ballard ubicó al Titanic con base en la información del robot no tripulado Argos, que durante diez días había hecho un barrido del suelo marino.
En total se han hecho nueve expediciones al que se convirtió en el sepulcro de 1.514 personas y cada vez se desarrollaron más las posibilidades del Remus 6000 y del Remora 6000, los submarinos con aspecto de torpedo, no tripulados y que ahora están al servicio del proyecto del Gobierno de Colombia, equipados con cámaras fotográficas, de video, radares y sonares de última generación, que permiten levantar un mapa tridimensional.
La “metodología Titanic” será la base para el trabajo en el San José al menos durante los próximos cinco años, explica un arqueólogo submarino que asesora al Gobierno en la etapa de prospección. Para imaginar lo que viene, me invita a revisar la edición sobre la “Expedition Titanic 2010” que publicó la revista de la National Geographic en 2012.
A la hora de procesar fotografías el Whoi pone a disposición su Laboratorio de Imagen y Visualización Avanzada. Bill Lange es quien lo dirige y confronta los datos de los submarinos a control remoto ROV con los de los autónomos conocidos como AUV. Gracias a esa fusión reconstruye escenarios vedados al ojo humano.
El primer paso es crear una base de datos a partir de las evidencias del lugar, que se cruza con la base de datos que ya se tiene sobre la historia del galeón. De esta manera no se cometerán errores que afecten el patrimonio sumergido a la hora de intervenir el naufragio. Pieza por pieza, cañón por cañón, objetos, metales como oro y plata, piedras preciosas, tal vez partes del casco, se irán catalogando allí y subiendo a la superficie “entre algodones” para ser sometidos a un proceso de conservación antes de cualquier tipo de exhibición.
¿Quiénes más integraron ese dream team del que se está sirviendo Colombia?
Gregory Packard, director del Laboratorio de Sistemas Oceánicos del Whoi, fue “el mago” que operó los Remus 6000 hasta lograr las condiciones de iluminación y telemetría requeridas para una profundidad donde el océano sólo ofrece oscuridad, y David Gallo, director de Proyectos Especiales del Whoi lideró la expedición Titanic 2010 junto a arqueólogos de la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica (Noaa) y representantes del Instituto Waitt, fabricante de los Remus. Además, se habla de la firma Hydroid Inc., especializada en submarinismo arqueológico y registrada en Pocasset, Massachusetts, división de la multinacional norteamericana Konsberg Maritime.
Sea porque van a trabajar con el gobierno de Juan Manuel Santos o porque saben de la importancia científica del hallazgo del San José, estos cerebros, en su mayoría estadounidenses y británicos, han puesto en sus radares a Colombia. Vaticinan que el San José se convertirá en “el Titanic del siglo XXI” camino a la elaboración del primer mapa tridimensional de galeones hundidos. “El mar Caribe colombiano es el mayor camposanto (no olvidan a los miles de tripulantes ahogados) de las cápsulas de tiempo que permitirán recuperar la memoria de la época posterior al descubrimiento de América”.
El arqueólogo explica que a ese nivel de conocimiento, la mayoría de investigadores submarinos se conocen y se apoyan, razón por la cual terminan encontrándose en escenarios similares. Tal fue el caso del vuelo MH370 de Malaysia Airlines, desaparecido el 8 de marzo de 2014 y que no ha podido ser localizado en el océano Índico.
Otra experiencia traída a Colombia donde sí pudieron probar una vez más las ventajas de los Remus 6000 fue en la búsqueda del vuelo 447 de Air France que se perdió en el Atlántico después de despegar de Brasil rumbo a Europa, con 228 pasajeros a bordo la noche del 31 de mayo de 2009. El lugar de impacto en el océano era desconocido y para encontrar las cajas negras y los restos hubo que reunir a oceanógrafos de 11 institutos que trabajaron basados en la última señal de navegación que había transmitido la computadora del avión. Teniendo en cuenta las corrientes oceánicas, que también serán otro factor importante para evaluar la posición y acometimiento del San José, delimitaron un área de búsqueda de 750 millas cuadradas.
Las principales herramientas de precisión fueron estos vehículos submarinos autónomos que pesan 1.900 libras y pueden viajar 22 horas continuas, a velocidad promedio de seis kilómetros por hora, para permitir escaneo a un ritmo de media milla de terreno por pasada. Allí estuvo, como en el caso del Titanic, Dominique Rissolo, director del Instituto Waitt, para verificar que los aparatos estaban usando a tope los sonares de visión lateral para armar el mapa del lecho e identificar objetos anómalos hasta descubrir los restos del avión y de los pasajeros.
A este tipo de estudios se refirió el presidente Juan Manuel Santos cuando explicó que el sonar había detectado en principio miles de anomalías en el terreno y se mantuvo el rastreo hasta que 30 fueron catalogadas como de origen antrópico, es decir, cultural, y entre esas estarían seis, una correspondió al San José y las otras a posibles naufragios de varias épocas.
Son técnicas perfeccionadas por Andrew J. Sherrell, uno de los tres genios de sonar más experimentados del mundo, en inglés un Lead Sonar Analyst de categorías 1 y 2, que presta servicios a través de Sherrell Ocean Services, con la que participó en la búsqueda del vuelo MH370. Es graduado en ingeniería oceánica del Instituto de Tecnología de Florida y se hizo conocido como empleado de Oceaneering International Inc. y del Harbor Branch Oceanographic Institute.
David Gallo, el director de proyectos especiales del Whoi, lo calificó vía Twitter como “el mejor experto en sonar con el que he navegado”. Lo llama “El señor de los pings”, en relación con el talento que tiene para manejar los programas computarizados de los submarinos en asociación con los sonares. Los pings tienen que ver con una señal sonora que se envía para detectar si hay algún obstáculo; si ésta vuelve significa que hay algún cuerpo o barrera en la trayectoria de la transmisión. Así se puede calcular la distancia del objeto detectado mediante el tiempo que tarda en retornar la señal.
En los videos difundidos por el gobierno se dice que “la historia del galeón saldrá a flote y revelará todos sus secretos”. Esperemos que sea cierto.
* Autor del libro “El galeón San José y otros tesoros. Relatos de intrigas y conspiraciones” (sello Aguilar).
Después de combatir a boca de fuego durante más de hora y media contra el buque inglés HMS Expedition de 74 cañones, el San José -de 62 cañones- seguía presentando batalla mientras las sombras del anochecer cayeron sobre el mar cerca de Cartagena de Indias. En pleno combate, el San José estalló y de su entera tripulación de 600 hombres apenas se salvó media docena. Ante la preocupante noticia de que Colombia puede rescatar y poner a la venta el 80% del galeón que es también una tumba de guerra, recuperamos el relato de cómo fue el último combate del San José.
El “San José”, como su gemelo y compañero hasta su fin, el “San Joaquín”, había visto contratada por la Corona su construcción en 1696, en el astillero de Usurbil, no lejos de San Sebastián, botándose y entregándose ambos buques dos años después, y siendo ambos destinados a custodiar las Flotas de Indias. Su armamento, más bien débil para la época y para su porte, era de 26 cañones de a 18 libras de bala, otros tantos de a 10 libras y ocho o diez de seis libras en cubierta, más pensado para enfrentarse a corsarios que a buques de línea enemigos.
Ambos buques fueron a Cádiz, y ante el estallido de la guerra de Sucesión Española, contribuyeron a la defensa del puerto y de la plaza ante el ataque y desembarco de la escuadra angloholandesa del almirante Rooke, distinguiéndose en la victoria el ya viejo marino D. José Fernández de Santillán, Caballero de la Orden de Alcántara, que recibió por sus servicios el condado de Casa-Alegre y el mando, que ya tenía, de la Flota de Tierra Firme.
En plena guerra, y ante el dominio del mar de las escuadras angloholandesas, el anual viaje de la Flota se fue retrasando, hasta que una relativa calma hizo que partiera en 1706, con los dos navíos mencionados, transcurriendo la travesía sin novedad, unidas ahora las de Nueva España y Tierra Firme para más seguridad. La vuelta fue más lenta, pues tenía que confluir en Panamá, en las ferias de Portobelo, con las mercancías traídas por la Flota del Mar del Sur, desde Callao, cargas que atravesaban el itsmo por tierra, celebrándose en el puerto citado la consabida feria.
Los ingleses no tardaron en saber del caso, y para interceptar aquel valioso convoy, enviaron al comodoro Charles Wager, al frente de una escuadrón compuesto de los navíos “Expedition”, insignia y de 74 cañones, “Kingston”, de 60 y el más pequeño “Portland”, de 50, así como la fragata “Severn”, de 44 y un brulote o embarcación incendiaria, el “Vulture”, de ocho cañones. Cabe señalar que el buque insignia inglés era mucho más potente que el español, pues su batería baja era de cañones de a 24 libras de bala, mucho más contundentes que las españolas de a 18.
Pero Wager no sabía si los españoles pensaban dirigirse a Cartagena de Indias o a La Habana, en su viaje de regreso a España y como escala previa, así que extremaron la vigilancia.
Aparte de problemas burocráticos y relacionados con las alteraciones de los precios en la feria por el ya tradicional contrabando, el jefe español se vió preocupado por el mal estado de sus barcos, haciendo el “San José” bastante agua, por lo que decidió recalar en Cartagena para su reparación, antes de abordar el largo y siempre difícil regreso.
Por fin salió la Flota de Portobelo, pero con pocos y malos vientos, que le obligaron a recalar ante las islas de Barú, cerca ya de Cartagena, en la atardecida del 8 de junio de 1708. Ninguno de los reiterados avisos que se les habían mandado sobre la presencia de la escuadra inglesa les pudo llegar.
Formaban la Flota española, lejos del número y poder de años muy anteriores, los dos navíos mencionados, siendo el “San José” la capitana o buque insignia y el “San Joaquín” el del segundo jefe, D. Miguel Agustín de Villanueva. Otro más, el “Almudena”, tuvo que quedarse en puerto por las averías, substituyéndole el buque de un naviero particular, el “Santa Cruz”, armado precariamente con 44 cañones, y la urca mercante “Concepción”, con solo 24 cañones. El resto eran unidades ligeras, los pataches de la época, no aptas para el combate entre buques mayores, y once mercantes, incapaces de una seria defensa.
El ataque británico no se hizo esperar, cambiando andanadas las dos agrupaciones y batiéndose el “Expedition” con el “San José” a menos de 60 metros durante más de hora y media, hasta que con la caída de las sombras, el buque español estalló al reventar su Santabárbara por una u otra razón, hundiéndose inmediatamente, de forma que de sus casi 600 tripulantes y pasajeros, apenas pudieron salvarse entre 5 y 11 personas, según las distintas relaciones de la época.
Ante aquel desastre, el resto de los ya muy inferiores buques españoles tuvieron que batirse en retirada, siendo apresado el mercante armado “Santa Cruz”, al mando de D. Nicolás de la Rosa, conde de Vega Florida, tras una más que heroica resistencia que duró hasta las cuatro de la madrugada, luchando solo contra tres enemigos, y perderse encallada la urca “Concepción”, al huir, si bien pudieron salvarse sus ocupantes y quemar el casco, para que no fuera apresado por el enemigo.
Por su parte, a la mañana siguiente, el “San Joaquín” reagrupó a los once mercantes, y tras desarbolar a uno de sus perseguidores y utilizando habilmente su conocimiento de los fondos costeros, lograron entrar en Cartagena con más o menos averías el primero e intactos los indefensos cargueros por los que se había sacrificado la escolta.
Los británicos quedaron bastante defraudados pese a su triunfo, pues el “San José” se hundió con toda su carga y el “San Joaquín” logró escapar, y era costumbre que el oro y la plata se embarcasen precisamente en los buques de guerra, para mayor seguridad y control, por lo que el botín en el “Santa Cruz”, único apresado, fue bien modesto para lo esperado.
Tal había sido su confianza en una victoria total, que el Almirantazgo separó del servicio a los capitanes de los dos navíos menores, Bridges y Windsor, por su floja actuación en el combate. Ascendió sin embargo a contralmirante a Wager, que empezó así una continua promoción que le llevaría a ser Primer Lord del Almirantazgo en los últimos años de su vida. Por cierto que ya había participado anteriormente en la toma de Gibraltar en esa misma guerra, en el gran combate de Vélez Málaga (donde resultó herido Blas de Lezo, aún guardiamarina) y en la toma de Barcelona, hasta entonces fiel a Felipe V.
Ese fue el combate que dio origen, presumiblemente, al hallazgo de estos días, en apretado resumen por la urgencia de la noticia, y utilizando como fuentes el clásico de Fernández Duro, “Armada Española”, tomo VI, páginas 89 y 90, y el libro de Pablo Emilio Pérez-Mallaina “Política Naval Española en el Atlántico, 1700-1715”, publicado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Sevilla, 1982, páginas 48 y 49, que además de partes oficiales y relaciones de época, incluye documentación del Archivo de Indias. Sin mencionar el trabajo de la gran investigadora Carla Rahn Phillips sobre los dos navíos españoles, y la biografía del almirante español por su heredero, ambos de reciente aparición.
En entrevista con José Manuel Acevedo, el mandatario dijo que ha estado conversando con Roger Dooley, quien dijo haber encontrado el pecio en 2015.
El Galeón San José podría dejar de estar en el fondo del océano en algún lugar próximo a la bahía de Cartagena. El presidente Gustavo Petro anunció en entrevista exclusiva con José Manuel Acevedo que está interesado en extraer el tesoro del pecio más buscado por los arqueólogos y antropólogos expertos en la historia de los barcos.
El San José fue hundido aparentemente en medio de una batalla con una flota naval inglesa en 1708 cuando partía desde la bahía de Cartagena hacia España. Desde entonces la historia cuenta que su cargamento en oro y joyas de los indígenas de Perú y Colombia, podría ser uno de los más costosos que se conozca.
¿Cómo podría ser extraído el San José?
En 2015 el expresidente Juan Manuel Santos anunció que el Gobierno colombiano había dado con las coordenadas exactas del Galeón San José, de la mano de una empresa privada que estaría interesada en conformar una Alianza Público Privada para rescatar el tesoro, a cambio de quedarse con parte del cargamento. Maritime Archeology Consultants apareció junto al antropólogo Roger Dooley, quien dijo haber encontrado el lugar exacto del barco. El Ministerio de Cultura a cargo de Mariana Garcés comenzó el inicio de la APP que consideraba la construcción de un museo en Cartagena y el rescate del barco sin un solo centavo de inversión de recursos públicos.
La compañía con el dinero y la tecnología necesaria para hacer la extracción podría quedarse con hasta el 50% de lo que fuese considerado no patrimonio marítimo, de acuerdo con un consejo asesor experto integrado por representantes de varias universidades y estudiosos en el tema. El Gobierno no tendría que invertir ni 100 pesos.
Una de las características para la entrega de piezas al privado sería la repetición de algunas de ellas. Sin embargo, varios grupos de antropólogos y profesores universitarios se opusieron a que parte del tesoro le fuera entregado a un privado para su provecho y le pidieron al Gobierno frenar la APP. El Ministerio de Cultura reveló entonces fotografías en alta calidad que se lograron del pecio, en las que se puede apreciar parte de la vajilla del barco y algunos atisbos de lo que parecen piezas de oro.
¿Qué dijo Petro?
El presidente Gustavo Petro dijo que ha estado conversando con Roger Dooley porque es su interés extraer el tesoro del barco. “Dicen que era el barco más cargado de oro de la época. Y hemos estado conversando con Roger Dooley para ver si logran una propuesta. Yo quiero sacarlo”, dijo el jefe de Estado. Dooley ha estado en Palacio en algunas reuniones con el mandatario, como lo reveló La Silla Vacía.
Maritime Archeology Consultants ya había hecho una inversión de alrededor de 6 millones de dólares para la estructuración de la APP, en la que competiría con otros empresarios del mundo en condición de estructurador del proyecto, lo que le significaba una ventaja, además de poseer las coordenadas exactas. Si alguien superaba su propuesta, el Gobierno tendría que entregarle el proyecto a la mejor oferta. Pero eso en la práctica es impensable, con base en la inversión y el conocimiento del primer oferente.
El gobierno Duque sepultó la APP y no tomó ninguna decisión sobre la extracción del pecio, lo que dejó tranquilos a numerosos antropólogos que consideran que es mejor dejar el tesoro en el fondo del mar, a entregar parte del patrimonio a una compañía privada.
El Gobierno podría revivir la APP o buscar un negocio directo con Dooley y MAC para lograr la extracción del barco, que pondría a Colombia en los ojos del mundo. El camino para rescatar al San José, lo que sería una proeza en la historia del rescate de barcos hundidos, está por verse.
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Con altísima tecnología, Colombia hizo una imagen del barco que está a 600 metros de profundidad
Por: Olga Lucía Martínez Ante | 25 de abril 2018 , 12:41 a.m.
Se ven pequeñas, pero ahí están. Se trata de un buen número de tazas de origen chino. A su alrededor, los cañones del galeón San José, hundido por barcos ingleses el 8 de junio de 1708 cerca de Cartagena, en el mar Caribe. Más allá, se aprecian nítidas ánforas, una de ellas del Cusco.
La imagen es el resultado de juntar 6.000 fotos tomadas a 600 metros del fondo del mar. Cada una se hizo con un submarino autónomo que recorrió cada objeto a una altura de 80 centímetros, sobre el lecho del mar. Es la primera vez que se puede observar la totalidad de la embarcación.
En el fondo marino están estos vestigios arqueológicos que Colombia quiere rescatar con una APP (Asociación Público Privada). Las fotos dan una idea de cómo quedó el barco. Hundido, sin su proa, al parecer destruida por los cañonazos del ataque.
Al día de hoy está abierta la licitación para que un originador adicional a Maritime Archaeology Consultants Switzerland AG entre a competir. La licitación se cerrará el 25 de mayo próximo.
El ganador deberá hacer la exploración, intervención, preservación y divulgación y aprovechamiento de lo que Colombia considere que es patrimonio nacional, que puede ser todo lo que se extraiga.
“Rescatarlo no es tarea fácil”, dice Ernesto Montenegro, director el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh). Aunque será como una excavación en tierra firme, el hecho de que esté a unos 600 metros de la superficie marina, en medio de la absoluta oscuridad, y a donde el ser humano no puede ir, obliga a utilizar una tecnología de punta.
Como en cualquier excavación, el área se rodeará. Y a su vez, el espacio donde está la mayoría de los objetos, se dividirá en diez subáreas, “para obtener la información arqueológica más relevante del sitio y optimizar la metodología necesaria para la investigación”, informa Montenegro.
En cada una se trabajará removiendo el sedimento con gran cuidado y recogiendo los objetos con robots. Cada una de las aproximadamente 10 millones de piezas se meterán en una bóveda con gel para evitar su deterioro. Luego irán al barco y de allí al laboratorio.
“Aquí se determinará la singularidad y la representatividad de los objetos que se recuperen. También hay factores como la repetición (de monedas y objetos), el estado de conservación y su importancia científica y cultural”, dice Mariana Garcés, ministra de Cultura.
Garcés explica que este es el proyecto más ambicioso que emprenda el país en el ámbito de la ciencia.
En cuanto a la ganancia para el originador, esta se basa en lo que puede obtener de lo que no es patrimonio, “que será hasta el 50 por ciento del valor de los bienes que no constituyen valor cultural”, se lee en un documento del Ministerio.
De acuerdo a lo que el Consejo Nacional de Patrimonio defina qué es de interés cultural, se irán acomodando los porcentajes del originador que, incluso, como dice Juan Manuel Vargas, del departamento jurídico del Ministerio, “podría no ser nada y solo conseguir el aprovechamiento del museo por un tiempo de tres años”. El valor del monto del proyecto es de 197.727’182.757 de pesos
La ministra de Cultura cuenta que esta aventura comenzó cuando un antropólogo le hizo entrega al presidente Juan Manuel Santos, en un viaje a Estados Unidos, de un mapa con las posibles coordenadas. Santos, que en su juventud hizo parte de la Armada, envió al arqueólogo al Ministerio de Cultura y tras una reunión le dijeron que debía conseguir una empresa dedicada a este fin para determinar si era o no el San José.
En el 2015, desde el buque ARC Malpelo se realizaron los registros marinos en áreas definidas con un vehículo autónomo subacuático y en distintas frecuencias, para a través de varios estudios determinar la existencia de objetos, especialmente de artillería.
Esos estudios se realizaron en un área de 20.000 metros cuadrados. Se determinaron cuatro sitios de concentración de materiales arqueológicos. Después del 25 de mayo, cuando se conozcan los licitantes adicionales al originador se determinará quién acompaña a Colombia en el proyecto.
Se han escuchado voces que han entrado en una discusión de si la forma como se haría el rescate es la más apropiada. La Convención del Mar de la Unesco dice que un barco hundido es del país del que sea su bandera y que recomienda la conservación en el lugar donde está. Pero Colombia no está obligada porque no es firmante de este tratado.
Jurídicamente, la decisión más reciente es de la Corte Constitucional, de febrero pasado, en la que ratifica que “las piezas provenientes del presunto hallazgo del galeón San José que sean declaradas patrimonio cultural sumergido pertenecen a la Nación”.
El rescate del galeón San José costará más de US$71 millones
El Ministerio de Cultura publicó los pliegos en los que se detallan los pormenores para los interesados en sacar del lecho marino los tesoros del pecio, y se indica que se realizará a través de una asociación público privada (APP) “sin desembolso de recursos públicos“.
El rescate del galeón San José, hundido frente a las costas de Cartagena de Indias en el siglo XVIII, tendrá un costo de $197.700 millones (unos US$71,3 millones), según la licitación del Ministerio de Cultura de Colombia.
El despacho oficial publicó los pliegos en los que se detallan los pormenores para los interesados en sacar del lecho marino los tesoros del pecio, y se indica que se realizará a través de una asociación público privada (APP) “sin desembolso de recursos públicos”.
El documento agrega que a través de la APP también se busca “la intervención, preservación y aprovechamiento económico de los bienes que se encuentran en el polígono autorizado en el mar Caribe“.
Igualmente, incluye “el diseño, la construcción, operación y mantenimiento de la infraestructura pública asociada, la cual se compone de un laboratorio para la conservación de materiales y un museo que permita la divulgación y apropiación del patrimonio cultural de la Nación”.
Según el Ministerio de Cultura, el proyecto representará una fuente económica, cultural, científica y académica de gran valor para la sociedad de Cartagena generando condiciones para aumentar el nivel educativo.
“Es previsible que por su importancia histórica, científica y cultural las infraestructuras de preservación y divulgación atraigan un alto número de público en general y especializado de visitantes extranjeros”, dice el documento.
El ministerio ha señalado “la intención” de adjudicar el contrato a Maritime Archaeology Consultants Switzerland AG “si no existieren otros interesados en la ejecución del proyecto”.
Esa compañía, agrega el despacho, presentó una iniciativa de asociación público-privada y forma parte de la “lista de precalificados”.
Sin embargo, al Ministerio aclara que de todos modos “el Gobierno evaluará con sus equipos técnicos todas las propuestas y aprobará la más conveniente para el Estado colombiano de conformidad con los pliegos”.
El legendario galeón San José fue hundido por una flota de corsarios ingleses el 8 de junio de 1708 en las cercanías de Cartagena de Indias, hacia donde se dirigía cargado, según crónicas de la época, con cerca de 11 millones de monedas de ocho escudos en oro y plata, que había recogido en la feria de Portobelo (Panamá).
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, anunció el 4 de diciembre de 2015 que el pecio del San José había sido hallado en el fondo del mar Caribe.
Desde el hallazgo han surgido disputas entre España y Colombia por la titularidad del galeón, ya que el país europeo aduce que la Unesco le ampara pues se trata de un “barco de Estado“.
Sin embargo, las partes han expresado su voluntad de alcanzar un acuerdo “amistoso”.
No hay una reclamación formal de España por Galeón San José
La ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, María Ángela Holguín, aseguró hoy que el país no ha recibido una “reclamación formal” por parte del Ejecutivo español en referencia al galeón San José, hundido a comienzos del siglo XVIII frente a las costas de Cartagena de Indias.
“Tuvimos una conversación con el Gobierno español cuando se encontró el galeón y no hemos vuelto a hablar del tema, por ahora no hay tampoco ninguna reclamación formal por parte del Gobierno español y esperamos que entiendan las explicaciones que dimos en su momento”, dijo Holguín en declaraciones a periodistas en Cartagena.
El navío español San José se hundió en las aguas colombianas cargado con oro, plata y piedras preciosas procedentes de los antiguos virreinatos de la Nueva Granada y del Perú el 8 de junio de 1708 tras una batalla en el Caribe con corsarios ingleses.
El galeón fue localizado en 2015, generando desde entonces una disputa diplomática entre los Gobiernos de Madrid y Bogotá, ya que ambos reivindican la titularidad del navío.
En este sentido, Holguín apuntó hoy que “todo lo que se encuentre en territorio colombiano es de Colombia” y apostó por la creación de un museo en el país que exhiba los tesoros rescatados del fondo del mar.
Este miércoles, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció que se rescatará el galeón mediante una alianza público-privada.
España ha reclamado derechos sobre el galeón al considerarlo “barco de Estado” y como tal cuenta con inmunidad soberana reconocida por el convenio de Naciones Unidas de derecho del mar.
Dicha reivindicación no ha sido atendida por el Gobierno colombiano, que, no obstante, expresó en varias ocasiones su voluntad de alcanzar un acuerdo “amistoso” con la antigua metrópoli.
Los derechos sobre el pecio son reclamados además por la empresa cazatesoros estadounidense Sea Search Armada (SSA) que alega haber ubicado el lugar del naufragio hace más de 30 años y pide que se le permita iniciar el rescate del galeón.
La Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI) ha difundido imágenes submarinas que acreditan el hallazgo en el Caribe del ‘santo grial de los naufragios’: el galeón español San José.
Se trata de fotos que muestran recipientes y, especialmente, cañones con características distintivas que los acreditan como material a bordo de este buque, un navío español con 62 cañones que se hundió en 1708 durante un combate con una escuadra británica ante Cartagena (Colombia), con un cargamento de oro, plata y esmeraldas, valorado en miles de millones de dólares.
“La ubicación del pecio había sido un gran misterio durante décadas”
La investigación se produjo en 2015, y la WHOI ha obtenido recientemente la autorización de Maritime Archeology Consultants (MAC) y el gobierno colombiano para dar a conocer nuevos detalles en forma de imágenes del hallazgo.
El pecio encontró a más de 600 metros debajo de la superficie durante una búsqueda iniciada por MAC y aprobada por el Ministerio de Cultura de Colombia. La búsqueda fue supervisada por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) y la Dirección General Marítima (DIMAR).
“Para garantizar una búsqueda exitosa, contratamos los servicios de la Institución Oceanográfica Woods Hole, que cuenta con una amplia y reconocida experiencia en la exploración de aguas profundas”, ha manifestado Roger Dooley, arqueólogo jefe de MAC. “Esta asociación ha sido la clave para el descubrimiento del San José”.
REMUS 6000, un vehículo submarino autónomo
WHOI ha jugado un papel crucial tanto en la búsqueda como en el descubrimiento del lugar de descanso final del San José, que había sido un gran misterio para los arqueólogos, historiadores, gobiernos y cazadores de tesoros marinos durante décadas. Específicamente, la institución proporcionó y operó un vehículo submarino autónomo llamado REMUS 6000 para inspeccionar un área frente a la península de Barú, en Colombia.
“El REMUS 6000 fue la herramienta ideal para el trabajo, ya que es capaz de llevar a cabo misiones de larga duración en amplias áreas”, ha dicho el ingeniero de WHOI y líder de la expedición, Mike Purcell.
Delfines grabados en los cañones
Para confirmar la identidad del naufragio, REMUS descendió a solo 10 metros sobre el pecio, donde fue capaz de capturar fotos de una característica clave distintiva de los cañones de San José. Misiones subsiguientes en altitudes más bajas mostraron delfines grabados en estos cañones de bronce únicos.
“El pecio estaba parcialmente cubierto de sedimentos, pero con las imágenes de la cámara de las misiones de menor altitud, pudimos ver nuevos detalles en los restos y la resolución fue lo suficientemente buena como para distinguir el grabado decorativo de los cañones”, ha manifestado Purcell.
“El arqueólogo marino de MAC, Roger Dooley, interpretó las imágenes y confirmó que finalmente se había encontrado el San José”.