Galeón San José por genocidio
La explosión de noticias, anzuelos y medias verdades que matizan el hallazgo del Galeón San José confirman que “llevamos un guaquero en el alma”. Al aviso de tesoro hay refriega: ser primero, esconder el mapa, embrollar e incluso deshacerse de quien husmea; desenterrar y, por fin, subastar el resplandor de joyas.
Hasta un niño que juega a los piratas sabe que confundir es táctica eficaz. Tres reflexiones sobre el mito:
España: pese a la altanería como pide información, ese país no ha reclamado. En la convención Unesco de patrimonio subacuático (2001) y la del Derecho del Mar, únicos instrumentos internacionales en los que podría basarse, no están cientos de países, entre ellos Colombia; de manera que no hay compromiso. Si descarnadamente exigiera aquello ligado a la Conquista y Colonia, incluidos barcos de guerra o cargamentos, podría pedir “devolución” del caudal cultural y económico que trajo o no alcanzó a alzarse (v. gr., idioma, arquitectura o recursos naturales). Abrir este hueco en la historia obligaría a que no solo Colombia, sino América Latina, exigieran reparación por millones de muertos, por la destrucción de ritos e idiomas, por cuanta sangre y saqueo dejó un etnocidio sin par en la historia de la humanidad. Discutir, con argumentos de hoy, hechos del pasado colonizador significa poner el diálogo internacional en la ruleta rusa.
Países vecinos: aparentando broma, algunos presidentes piden repartir. Pretender que el oro incaico sea devuelto a Perú desde el mar colombiano equivale a pedirle a Venezuela que reparta el petróleo entre países que fueron la Gran Colombia. ¿Por qué no estiraron la mano a España cuando hace poco recibió miles de monedas encontradas en la fragata Las Mercedes; ¿por qué ahí España no dijo mu?
Tesoro: había, o hay, uno formidable (oro, piedras preciosas, arte, monedas) según cartas de aduana y bitácoras (otrora accesibles en Inglaterra y España; seguro ya escondidas). Pero no es “tesoro”: la Constitución lo considera patrimonio cultural, lo que impide venderlo o repartirlo a avispados. Con la ley actual, un consejo gubernamental definirá excepcionalmente cuáles cosas no son patrimonio, pero bajo criterios arqueológicos internacionales esto es más difícil que la alquimia. El San José no puede ser inocentada decembrina, como la corona de belleza universal.
GONZALO CASTELLANOS V. / El Tiempo.